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La alineación en la vida cotidiana (I)

Vida cotidiana alienada

La alienación se da no sólo en la actividad productiva, en el mundo del trabajo, sino en todos los ámbitos de nuestra existencia.

Sin embargo, no es destino inherente a los hombres una existencia alienada.

La realidad es que los grilletes que nos atenazan en nuestra vida cotidiana son muy amplios, aunque el ciudadano corriente, a consecuencia de la misma alienación que está sufriendo, no sea muy consciente de ello. El ser humano se vuelve un esclavo de sus propias creaciones, se halla dominado por un "poder social extraño"... la alienación económica es importante, pero eso no quiere decir que no existan otras formas de alienación, que deben ser denunciadas y neutralizadas para que sea posible cambiar el estilo de vida actual, que tan insatisfechos nos deja.

Ver previamente: Formas de alienacion en la sociedad burguesa


La alienación se da no sólo en la actividad productiva, en el mundo del trabajo, sino en todos los ámbitos de nuestra existencia. Además del aspecto material de la existencia humana, existe en el hombre una dimensión psíquica, donde juegan un importante papel los elementos culturales de una sociedad. Profundicemos en el análisis de la alineación en la vida cotidiana.

Comencemos con una pregunta fundamental: ¿Qué sucede cuando el hombre se convierte en un total extraño de sí mismo, cuando parece ser casi imposible para él realizar sus posibilidades humanas, cuando pierde totalmente el control del mundo en el que vive, y percibe éste como dominado por fuerzas invisibles que no puede identificar? ¿A qué conduce este estado de alienación intolerable? La realidad es que ese estado de alineación es encubierto por la cultura de nuestro actual sistema social, y sus mecanismos de dominación ideológica, los cuales mistifican la realidad de nuestra sociedad.

El sistema ideológico imperante genera en todos los miembros de la sociedad una determinada visión del mundo

No es destino inherente a los hombres una existencia alienada, donde las personas vivan dentro de y reproduzcan relaciones de dominación, relaciones sujeto-objeto donde el poder se ejerce de manera unidireccional.

En la sociedad capitalista de consumo, encontramos miles de personas anónimas, que sufren en su vida cotidiana esa alienación, la cual a su vez reproducen a través de las relaciones de dominación en las que interactúan, perpetuando un sistema que no les permite realizarse plenamente. Esto sucede porque los mecanismos de dominación cultural e ideológica, poseen un poder coercitivo aún mayor que los mecanismos de dominación económica. Los oprimidos del sistema económico, "alojan dentro de sí", como decía Paulo Freire, al opresor, ya que el sistema ideológico genera en todos los miembros de la sociedad, sea cual fuere nuestra posición en las relaciones de producción, de una determinada visión del mundo. Esta visión, con sus pautas de conducta esperada, sus valores y sus modelos relacionales, es interiorizada por cada uno de nosotros. Es esta una visión del mundo encubridora de la realidad, en la que percibimos las relaciones entre los hombres como verdades eternas que muestran cómo fue, cómo es y cómo será el mundo, cuando éstas en realidad son transitorias e históricamente concretas. Interiorizamos a tal punto las formas de dominación, que nos termina pareciendo que la esencia misma del hombre solicitara sobre él el ejercicio de la dominación, siendo que no es destino inherente a los hombres una existencia alienada, donde las personas vivan dentro de y reproduzcan relaciones de dominación, relaciones sujeto-objeto donde el poder se ejerce de manera unidireccional.

Si una persona se identifica a tal punto con el ambiente que le rodea, con lo que le viene dado por el sistema ideológico y sus instituciones, que no es capaz de separarse mentalmente de él, será difícil que esa persona logre reflexionar sobre el sentido de su propia existencia. Pero no por ser consciente de ella, dejará de sufrir la alienación.

Síntomas de esa alienación en nuestra vida cotidiana

Vemos en la vida cotidiana de las personas múltiples síntomas de esta alienación que resulta de un sistema económico insolidario y de un sistema ideológico encubridor de la realidad de esa insolidaridad. Llamamos al actual sistema capitalista de consumo, precisamente porque uno de los pilares de su sistema ideológico se encuentra en el acto de consumir "como razón de felicidad, como racionalidad suprema, como identidad de lo real y de lo ideal." Tan exacerbado se halla este acto de consumir, que autores como Fromm hablan del paso del Horno Sapiens al "Horno consumers". Al legitimarse el consumo como medio para la felicidad, para la realización del hombre, éste se convierte en un sujeto pasivo, que se apropia de lo ya creado. Se produce un desplazamiento del sujeto activo, transformador del mundo y la naturaleza, al sujeto pasivo, el "eterno succionador", cuyo único fin es tener más y usar más. Así es como, por un lado, la humanidad avanza cada vez más en su dominio sobre la naturaleza, se desarrolla tecnológicamente y progresa la ciencia. Pero por otro lado, la vida particular de cada hombre se convierte en un mero consumir y en realizar un trabajo tan subdividido y fragmentado que no le permite ninguna clase de creatividad. Se crea así un abismo entre el desarrollo humano en general y la existencia particular de cada hombre, dedicada al consumo y rodeada de banalidad e intrascendencia. Entonces el hombre particular, llamado así porque llega al mundo dotado de un potencial de cualidades y aptitudes, vive una cotidianidad intrascendente, en un mundo sobre el cual ha perdido el control. En la pasividad de su consumo, se sentirá solo, aburrido, temeroso, precisamente porque no es capaz de potenciar sus cualidades humanas. Se constituye a la vez plenamente como individuo, pero en su sentido alienado de ente aislado de los demás.

Los vínculos tradicionales que los hombres establecen entre sí han sufrido modificaciones; la familia, una de las instituciones más antiguas de transmisión ideológica sufre transformaciones a partir de los nuevos mecanismos de dominación cultural. La nueva libertad que adquiere el individuo a partir de la ruptura de vínculos tradicionales, lo deja aislado y temeroso en una sociedad donde las estructuras intermedias tienden a desaparecer.

De esta nueva estructura ideológica, resulta una transformación de las antiguas luchas políticas. El proletariado ha conquistado importantes derechos, y su lucha se dirige hoy en día hacia un mayor poder de consumo. Los dueños de los medios de producción ya no son individuos identificables sino compañías multinacionales. La clase trabajadora, considerada la clase productora por excelencia, es en la actual sociedad, una clase consumidora, ya que se han mejorado sus condiciones materiales aumentando su capacidad adquisitiva. No porque se trate de lograr un nivel de equidad social, sino porque es necesario en una sociedad donde el principal actor es el consumidor.

Los adelantos tecnológicos constituyen el elemento fundamental en el funcionamiento y la expansión de esta nueva sociedad capitalista de consumo. Tenemos, por tanto, una sociedad altamente tecnificada, que necesita personas calificadas acorde a las exigencias de la nueva tecnología. Esto da como resultado la aparición de una nueva casta, central en la condición de la nueva sociedad: "la tecnoburocracia". A su vez, la "fuerza de trabajo simple", es sustituida por la fuerza de trabajo especializada. Esto resulta en algo que Marx no pudo prever: en la antigua sociedad capitalista de producción, los despojados del sistema, quienes padecían las consecuencias nefastas del modo de producción eran los proletarios, quienes debían vender su fuerza de trabajo a cambio de apenas poder sobrevivir. En la actual sociedad capitalista de consumo, los despojados del sistema son aquellos que ni siquiera tienen la posibilidad de vender su fuerza de trabajo. No pueden consumir, no son necesarios, son excluidos del sistema.

Por lo expuesto anteriormente, vemos que, hoy en día, soñar con una revolución política en un país determinado, es más que nunca una utopía, ya que el mundo globalizado tiende a crear un orden mundial en el que los gobiernos nacionales pierden cada vez más su capacidad de injerencia. Vemos como la pasividad y la impotencia nos rodean. No se puede, en apariencia, transformar nada porque todo está ya creado. En nuestro trabajo manipulamos un sistema, en nuestro tiempo libre consumimos en vez de crear.

¿Podrá existir alienación más grande para el hombre que la de verse reducido a ser un mero espectador del mundo, incapaz de recrearlo y transformarlo?

La actual ideología apunta a lograr seres pasivos, impotentes, sumamente individualistas e incapaces siquiera de comprender el concepto de comunidad. Es en esa pasividad donde vemos el principal síntoma de nuestra alienación, pasividad opuesta a la acción transformadora de la realidad que diferencia al ser humano de las demás especies. Así es como la vida cotidiana de cada hombre se constituye como una letanía de actividades intrascendentes, con algún acontecimiento extraordinario de vez en cuando, como un nacimiento, una muerte, un logro o un fracaso. Sí nos preguntamos sobre nuestra vida cotidiana, llegamos a pensar que ésta es banal y sin importancia. Pero no vemos que la vida cotidiana es nuestra vida, y que si es carente de importancia es porque está alienada, no porque la vida de cada hombre no tenga en realidad ningún sentido.

Gabriela SEGOVIA: Alienación en la sociedad capitalista de consumo: manifestaciones en la vida cotidiana de las personas. (Tesis Licenciatura en Trabajo Social) (extracto)

Ver también:

El «sistema» (la moderna lavadora de cerebros)

Formas de alienacion en la sociedad burguesa


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