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De la indignación «liquida» a la indignación «ética»

Mucho se ha escrito estas últimas semanas sobre el movimiento de los  “indignados”: quién, qué,  por qué causas, nivel de las propuestas, modo de llevarlas a cabo…. También en torno a las características de nuestra indignación. Existen diversas tipologías de “indignación”. Una de las que primero suele aparecer en escena es la que hemos venido a denominar la “indignación de la opulencia” o “qué hay de lo mío”. Es la  indignación propia de una sociedad rica y egoísta, que valora el mundo en función de sus intereses particulares. Es la indignación que encontramos en el seno de las sociedades opulentas cuando éstas empiezan a tomar conciencia, con creciente preocupación, que los efectos de la crisis se les acercan, sin analizar las causas de fondo que los producen. Sus ciudadanos muestran malestar, miedo, angustia,  ante los efectos que ellos mismos empiezan a experimentar como consecuencia del mal funcionamiento del “sistema”: por la crisis económica, los déficits del sistema de representación política, el sistema financiero…

En ese caso se trata quizás de un simple ejercicio de individualismo interesado. Si así es, habrá que concluir que los efectos de la crisis han confirmado el diagnóstico de Zygmunt Bauman (Premio Príncipe de Comunicación y Humanidades 2010) sobre la “modernidad líquida”, una época de incertidumbres en la que prevalece el yo por encima de otras consideraciones. Cuando ésta se da, se reacciona buscando chivos expiatorios, o con actitudes de temor individualista de: ¡Sálvese el que pueda! Y que sea yo, o los míos.

Ese tipo de “indignación” sin duda ha estado presente estos días en nuestras calles. Pero existe también otro tipo de “indignación”, una indignación no tan epidérmica, mucho más profunda, que podemos considerar de carácter ético, la ” indignación ética”. De aquélla a ésta hay un gran trecho a recorrer. Un trayecto que resulta ineludible transitar para cualquier movimiento cívico que pretenda alcanzar determinadas cotas de madurez y  sea antesala de una verdadera regeneración y trasformación social: en ella los individuos, más allá del mayor o menor grado de afectación personal por la crisis, nos vemos interpelados por determinadas situaciones que contemplamos en rededor y sentimos que no podemos transigir, tolerar, convivir o pactar con la injusticia, porque sería una traición a lo más íntimo y profundo de nosotros mismos. En ese caso el trayecto a seguir está ya diseñado: el camino a recorrer va de la simple indignación propia de la opulencia al compromiso ético con las causas realmente justas.

A partir de ahí, como se ha escrito en estos días, el deseo de que ojalá no quede todo esto en un bello recuerdo enterrado en mucha resignación, ni tampoco en el inicio de algo que empezó bien, donde mucha gente se sentía incluida, pero que luego se sectorizó y marginalizó… que cristalice en un movimiento amplio de ciudadanos dispuestos a pelear por unas condiciones de vida dignas para todos,  ética, humana y ecológicamente sostenibles, no una nueva vanguardia antisistema hiperideologizada.

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1. Indignación ética y social

Carlos Ayala Ramírez,
director de Radio Ysuca(El Salvador)

El movimiento social que se ha dado a conocer como “Los indignados”, tiene al menos dos características: indignación contra el status quo como motor de la protesta, por un lado y, por otro, la comunicación electrónica como instrumento de conexión, conocimiento, debate y convocatoria.

La indignación, es una experiencia humana fundamental de reacción contracultural ante el desorden establecido (el orden injusto establecido) que produce exclusión, empobrecimiento, deterioro moral y ambiental, muerte infligida, rápida o lenta.

Para comprender mejor esta reacción humana, Don Pedro Casaldáliga, obispo emérito, nos expone en uno de sus escritos cuatro rasgos de la indignación que pueden ayudarnos a comprender no sólo su origen, sino también su necesidad en la sociedad actual: En primer lugar, la percepción de una realidad fundamental que nos “toca” lo más sensible de la existencia y que provoca en nosotros una reacción incontenible; en el caso de España, este primer rasgo puede aplicarse a la denuncia de una democracia engañosa que oculta la dictadura de los mercados y sus secuelas de desempleo, reducción de salarios, congelamiento de pensiones, recorte de los presupuestos de salud y educación, violación de derechos laborales, entre otras. En América Latina, hablamos de una pobreza masiva que genera muerte injusta y prematura.

En segundo lugar, hay una indignación ética radical, que viene de muy hondo, de las raíces de nuestro ser. Es una indignación que no brota de una circunstancia o de una ideología particular, sino que uno percibe que la siente por el mero hecho de ser humano, de forma que, si no la sintiera, no se sentiría humano. Esto puede expresarse en un fenómeno masivo: la sensibilidad hacia las injusticias, especialmente hacia las estructuras sociales injustas que producen inequidad. Ya no se pasa de largo ante los rostros concretos de desempleados, familias sin hogar, jóvenes cuyo futuro se plantea como una amenaza, jubilados cuyo presente es incierto. Ya no se pasa de largo ante la corrupción, el despilfarro, la impunidad, la demagogia política. En ese contexto ha surgido una gran voz:”No hay derecho”.

El tercer rasgo de la indignación apuntado por Casaldáliga, es que ésta no es algo que se quede como un sentimiento estéril; se trata de una indignación radical que comporta una exigencia ineludible. Nos vemos interpelados y sentimos que no podemos transigir, tolerar, convivir o pactar con la injusticia, porque sería una traición a lo más íntimo y profundo de nosotros mismos. De ahí viene, en cuarto lugar, una opción inevitable, el compromiso de transformar la realidad. Esta opción se plasma en las propuestas y demandas concretas hechas por el movimiento de “los indignados”, que son válidas no solo para la sociedad española, sino para toda sociedad con pretensiones de una democracia real.

Enunciamos algunas: atención a derechos básicos y fundamentales recogidos en la Constitución como el derecho a una vivienda digna; sanidad pública, gratuita y universal; refuerzo de una educación pública y laica; reforma fiscal favorable para las rentas más bajas; reforma de los impuestos de patrimonio y sucesiones; cambio de la ley electoral para que las listas sean abiertas y con circunscripción única (la obtención de escaños debe ser proporcional al número de votos; rechazo y condena de la corrupción; democracia participativa y directa en la que la ciudadanía tome parte activa; acceso popular a los medios de comunicación, que deberán ser éticos y veraces; reducción del poder del FMI y del BCE; nacionalización inmediata de todas aquellas entidades bancarias que hayan tenido que ser rescatadas por el Estado; endurecimiento de los controles sobre entidades y operaciones financieras para evitar posibles abusos; efectiva separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; reducción del gasto militar; cierre inmediato de las fábricas de armas y un mayor control de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado; recuperación de la memoria histórica y de los principios fundadores de la lucha por la democracia; total transparencia de las cuentas y de la financiación de los partidos políticos.

Los rasgos de la indignación ética señalados por Casaldáliga, que ciertamente están presentes en la indignación social de este nuevo movimiento español, son necesarios para que la ciudadanía de sociedades igualmente injustas, salga de su estado de indolencia colectiva y ponga a producir su inteligencia (para ver la realidad), su compasión (para interiorizar el sufrimiento ajeno), y su compromiso (en la construcción de una sociedad alternativa).  (…)

Fuente: Redes cristianas

2. Otras rayas rojas

Tere Iribarren

(…) Hemos cruzado también otras muchas rayas rojas en el suelo de nuestras ciudades y las pisamos sin saber que dejan a los demás al otro lado de la raya.

  • El desahucio a muchos ancianos de sus casas viejas y sin arreglos posibles.
  • La falta de trabajo en familias sin más entrada que el no tener entrada.
  • Las esperas de meses de una operación urgente, de una prótesis necesaria
  • Los que duermen en el suelo porque no tiene techo.
  • Los que piden comida y el Banco de alimentos está bajando los presupuestos.
  • Los miles de jóvenes que no tienen experiencia de salir de casa a trabajar
  • Los emigrantes que viven amontonados solo con derecho a una cama por horas.
  • Los niños que no tienen leche para alimentarse porque no hay en el reparto.
  • Las mujeres, ofrecidas en anuncios, para usar y tirar.

Rayas rojas, a las que prestamos menos atención. Rayas rojas que hemos descolorido entre todos. Rayas rojas que no nos avergüenzan. Rayas rojas que son agresivas, desestabilizadoras. Rayas rojas muy inquietantes y duraderas. Rayas rojas que tendrán efectos a corto y a medio plazo. Rayas rojas que tampoco se deben de cruzar. Rayas rojas pisadas no una vez sino cada día.

Fuente: Bloc de CJ

3. No hay democracia real...

Joxe Arregi, en DEIA.

  • cuando el 40 % de la juventud no tiene trabajo ni casa; cuando en las listas de las últimas elecciones españolas había tantos candidatos corruptos que nos seguirán mandando si han sido elegidos, y si no lo han sido también;
  • cuando la eliminación del fraude fiscal en el Estado español permitiría dar 20.000 euros a cada uno de los 4 millones de parados; cuando 300 multinacionales gobiernan a todos los gobiernos; cuando unas pocas empresas controlan y manipulan a todos los medios de comunicación y hacen que la libertad de expresión e incluso de opinión sea mera ficción;
  • cuando los países ricos imponen los precios y aranceles que les interesan;
  • cuando el dinero sirve ante todo para ganar dinero;
  • cuando están aplicando como remedio para la crisis las mismas medidas que la han provocado;
  • cuando, solo en África, mueren 2 niños por minuto a causa de la malaria, y mueren 10 niños por minuto en el mundo por beber agua contaminada, y 21 niños por falta de medicinas (los matamos tú y yo, pero nunca habrá para ellos ninguna ley de víctimas);
  • cuando el 40% de la humanidad vive con menos de 2 dólares por día; cuando los países ricos destinan a la ayuda del desarrollo menos que en los años 90;
  • cuando lo que hemos dado a los bancos en crisis bastaría para resolver el hambre en el mundo durante los próximos 54 años por lo menos.
  • No hay democracia real cuando se deja libre a un zorro en un corral, como se ha escrito. “No falta dinero. Sobran ladrones”, como dice un cartel en la plaza Arriaga.
  • ¿Qué piden estos jóvenes en las plazas? Solamente piden aquello que debe y puede ser. “Esto es revolucionario y es solo el comienzo”, y de nosotros depende que tenga futuro, es decir, que tengamos futuro.

(…) Nadie sabe si el 15-M es un vigoroso germen de transformación planetaria o no es más que un sueño generoso y pasajero. Eso no depende de ellos, sino de nosotros, de todos nosotros. “Si no buscas una solución, eres parte del problema”, nos han dicho certeramente. No es seguro que tenga éxito aunque lo apoyemos, pero es seguro que no tendrá éxito si no lo apoyamos. Y en cualquier caso, la calidad de un compromiso no se mide por el éxito o el fracaso, sino por la generosidad vivida y por el valor de la causa, aunque fracase. A veces hay que medir la acción en función del resultado previsto, no digo que no, pero hay causas -son las causas más humanas- que merecen adhesión aunque fracasen. Nada hay más ético y humano, nada más divino, que la compasión y el compromiso con el herido del camino sin esperar premio ni obtener éxito.

4. La revuelta de los indignados

Lluis Foix, en Foixblog

Harían bien los políticos en leer el mensaje que se ha manifestado de mil maneras en las pancartas y hojas sueltas que se han visto en la plaza de Catalunya de Barcelona o en la Puerta del Sol de Madrid. Se refieren básicamente a tres puntos: la incapacidad de los políticos de dar una respuesta a la crisis; el abuso de las instituciones financieras en protagonizar los desmanes y saqueos de Wall Street y, en consecuencia, de todo el sistema bancario mundial y, finalmente, el papel de los medios de comunicación en no distanciarse de la clase política y financiera para poder analizar con más frescura y libertad lo que se estaba y se está perpetrando.

Los acampados pueden irse a casa. Pero el mensaje que han dejado no puede ser ignorado por los tres actores sociales que con mayor indignación han señalado como autores del desasosiego general que viven las sociedades occidentales.

5. Los reyes magos y la desafección política

Lourdes Zambrana.

Queridos Reyes Magos:

Este año os escribo con tiempo, por que sino siempre me pasa lo mismo, que lo dejo para el final  y os acabo pidiendo un pijama y unas zapatillas. Este año no quiero ni pijama ni zapatillas, quiero unos políticos nuevos. Por este motivo también os escribo en el mes de junio, para que tengais tiempo de preparar bien el regalo que os pido.

No me gustan los políticos que tenemos. Algunos, los menos (eso es cierto), son corruptos, cometen ilegalidades, etc. De esos espero que se ocupe la justicia, aunque sea lentamente…Me preocupan más los otros, los que no cometen ninguna ilegalidad, pero son unos políticos tristes, que solo se miran su ombligo (o su partido) y que tienen tan baja altura ética y moral.

Quiero unos políticos convencidos de que la política es trabajar por el bien común al servicio de los demás. Que en campaña nos presenten programas y propuestas (no insultos y descalificaciones) realizables y ajustadas a los deseos y expectativas de los ciudadanos y ciudadanas.

Que cuando les votemos y lleguen a puestos de responsabilidad, se preocupen en primer lugar de gestionar los asuntos públicos según el programa votado, y no en encontrar la manera de mantenerse en ese puesto. Que tengan siempre presente que los hemos elegido para gestionar lo que no podemos gestionar entre todos, porque somos muchos y muchas. Que no se suban el sueldo nada más ser elegidos, y que no busquen la manera de colocar a sus familiares y amigos en uno o varios cargos, con uno o varios sueldos. Quiero unos políticos nuevos que cuando lleguen al poder se bajen el sueldo, y renuncien a tener diferentes sueldos para quedarse solo con uno. Quiero unos políticos que se desplacen en metro o autobús, y dejen los coches oficiales para transporte de enfermos, o de niños a la escuela.

Quiero unos políticos que cuando lleguen al poder publiquen su patrimonio, y esta información sea transparente durante todo su mandato.

Quiero unos políticos que salgan a la calle a escuchar a la gente durante todo su mandato, no durante los quince días de la campaña electoral. Quiero unos políticos que lleven a sus hijos e hijas a las escuelas públicas, y que compren en el mismo mercado que yo, y que vayan al médico al ambulatorio de la seguridad social. Quiero unos políticos que no vayan a comer a los restaurantes más caros de la ciudad a cuenta del erario público, sino que vayan a los bares de mi barrio a comerse un menú y charlar con la gente.

Quiero unos políticos nuevos que no me digan que todo esto es demagogia (excusa que ponen para eludir el tema) sino que estén convencidos de que la honestidad, la honradez y la austeridad personal son imprescindibles en política.

Quiero unos políticos nuevos cuyos principios éticos y morales sean el bien común, la honestidad, la honradez, y la actitud de servicio. Quiero unos políticos con capacidad de autocrítica, que no digan que no les votamos por la crisis, o por que no hemos entendido el mensaje. No les votamos por que nos avergonzamos de ellos y de ellas, de su egoísmo, de su ombliguismo, de sus intereses partidistas. La desafección política tiene su origen en la falta de principios éticos de nuestra clase política, nada más y nada menos.

Queridos Reyes Magos, no os pido nada más. Se me ha olvidado deciros que he sido muy buena este año (al menos hasta ahora): he pagado mis impuestos sin defraudar nada y he votado después de leerme los programas electorales. Sino encontrais el regalo que os pido (los políticos nuevos) traedme por lo menos otro movimiento como el del 15-M, el de las acampadas, que aunque no es lo mismo, contiene la semilla de un mundo nuevo que no está nada mal. Afectuosamente, Lourdes

Fuente: Bloc de CJ

6. ¿Rechazar la política?

Juan Torres López,
Catedrático de Economía Aplicada
Universidad de Sevilla

La solución contra el desprestigio de la política no radica en acabar con ella para que intereses privados ocupen espacios públicos que pertenecen a los ciudadanos. Se trata de recuperar las raíces de la auténtica democracia como forma de vida y de participación para el bien común.

(…) Me parece que frente a esa corrupción y frente a la degeneración de la democracia y de los espacios de la política y del poder representativo mucha gente reacciona con la misma tautología con que lo hacen los liberales frente al mal funcionamiento que tantas veces tiene el sector público. Los liberales dicen “como el estado funciona mal, que se privatice todo”. Es una tautología porque es evidente que la única o mejor alternativa a un mal sector público no es un sector público inexistente sino uno que funcione bien. Sobre todo, cuando sabemos que su existencia es fundamental para que se garanticen derechos humanos esenciales.

Yo creo que tendríamos que darles un disgusto grande y dedicarnos a la vida pública, hacer política en serio y decirles de una vez a todos esos sinvergüenzas que se quiten de aquí y que no sigan usurpando el lugar que es de la ciudadanía y no suyo.


Fuente:  http://www.canalsolidario.org/

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