titulo de la web

PAULO FREIRE Y LOS VALORES DEL NUEVO MILENIO (2)

El cuidado es la fuerza creadora principal de toda nuestra acción. Todo lo que amamos lo cuidamos y lo que cuidamos amamos.

Ser responsable significa darse cuenta de las consecuencias de nuestros actos.

Necesitamos poner en práctica virtudes como la compasión, la ecuanimidad, la magnanimidad... la ternura.

Lo más profundo del ser humano es el afecto, es la capacidad de afectar, de sentir, es el pathos, no el logos.

El corazón es el motor principal de la ética.

El espíritu es ese momento de la conciencia en el que nos sentimos parte del todo y en relación con todo lo que nos rodea.

JMBN.- Esa esperanza de la que hablabas al principio no puede entenderse ni activarse sin la sensibilidad, sin los afectos y sin el diálogo. No creo que la educación pueda quedarse solamente en el desarrollo de la sensibilidad, son necesarios a mi juicio unos valores que deben concretarse en la adquisición y el desarrollo de actitudes, por ello te pregunto ¿Qué tipo de valores y actitudes crees tú que son necesario adquirir y desarrollar para conquistar y disfrutar de estos nuevos derechos humanos más armónicos e integrados en la vida y la dignidad de nuestro Planeta?

LB.- Para esta tarea creo que no basta solamente la sensibilidad, por eso el segundo valor que me parece fundamental es la ética de cuidado especial. La esencia del ser humano no es ni razón, ni libertad, ni creatividad, sino que la esencia del ser humano es el cuidado, porque si no cuidamos morimos y si nosotros no fuésemos cuidados por nuestras madres con amor, con un cuidado incondicional, nosotros no estaríamos aquí, porque si cuando nacemos nos dejasen a nuestra suerte, no subsistiríamos y moriríamos.

¿Por qué el cuidado es la esencia? Porque cuidar es la precondición que permite que el ser emerja de lo profundo a la realidad. El cuidado es la fuerza creadora principal de toda nuestra acción, porque nuestras acciones en su desarrollo pueden ser acciones dañinas, pero si tenemos cuidado toda acción será buena. El cuidado es una de las cosas que más hacen falta en el mundo, porque prácticamente todo está descuidado. No, no cuidamos de la necesidad, de nuestros cuerpos, de las basuras, del agua, del aire, no nos cuidamos del planeta. No tenemos el cuidado, no como un acto que podemos hacer o tener, sino como una actitud fundamental que se traduce por todo tipo de actos. Todo lo que amamos lo cuidamos y lo que cuidamos amamos. Y tenemos que cuidar del planeta, porque cada cosa que encontramos está interdependiente y una acción mala que uno puede hacer puede contaminar todo el sistema.

La ética de la sensibilidad, de la cordialidad, del cuidado, es también la ética de la responsabilidad. Jamás en la historia hemos tenido tanta responsabilidad como ahora. Ser responsable significa darse cuenta de las consecuencias de nuestros actos y podemos hacer una acción que puede destruir gran parte de la humanidad. La responsabilidad es darse cuenta de que la humanidad es responsable de su futuro, de la casa común, la Tierra. Nosotros hemos elegido la vida y por eso tenemos que asumir nuestra responsabilidad, cuidar, amar, hacerse sensible a todo lo que vive y así salvaremos la vida y garantizaremos un futuro a la casa común, que es nuestra gran casa madre que nos acoge.

A partir de aquí tenemos que desarrollar otro tipo de relaciones, unas relaciones que tengan posibilidades para todos. Muchas civilizaciones han pasado, pero la diferencia ahora, es que el problema es global. Todas las crisis hasta ahora eran regionales, el imperio romano, otomano, el imperio chino, pero por ahora y esa es la novedad, la crisis es global, involucra al planeta, a la humanidad entera, de ahí el riesgo, el cuidado, la responsabilidad, que tenemos que tener para hacer una travesía. No fuimos creados para desaparecer en la próxima o en la otra generación. Nosotros vamos a pasar por una purificación, pero el final, la última palabra no la tiene la muerte, la disolución, sino la vida, la integración de todo.

Pero para ejercer y practicar la sensibilidad, el cuidado y la responsabilidad, no nos basta una ética, sino que tiene que haber unos puntos cercanos a la naturaleza humana, a lo que llamamos lo humano, que permitiera un consenso porque nace de la humanidad de la que cada uno es portador, especialmente de las categorías de cuidado, de solidaridad, de compasión, pero insisto, creo que no basta una ética. Necesitamos virtudes, es decir, la ética aplicada.

La primera virtud es la hospitalidad como derecho y como deber. Kant decía que la primera virtud de una república mundial es la hospitalidad, que cada uno se sienta huésped de la Tierra y pueda visitar su casa común sin necesidad de pasaporte ni de respetar los límites de naciones porque es habitante de la Tierra. Creo que hoy hace falta la hospitalidad porque se están excluyendo culturas y personas.

La segunda es, que tenemos que aprender a convivir. Los pueblos se encuentran todos en un único lugar que es la casa común. Por eso en esta Tierra tenemos necesariamente que convivir, de ahí la necesidad de toda una pedagogía de la convivencia: la capacidad de diálogo, de aceptar la diferencia, no como algo triste, sino como algo que me enriquece, que me ayuda a ser más humano. Y la convivencia es tan honda que no deja espacio para la intolerancia o para el fundamentalismo.

Y la tercera virtud que considero fundamental es la comensalidad, es decir, que todos los seres humanos puedan sentarse juntos como la familia alrededor de la mesa para celebrar la generosidad de la naturaleza, es decir, que puedan comer juntos. Gran parte de la humanidad no come y son hambrientos porque el 20 % de la humanidad consume un 80 % de todos los bienes de la naturaleza.

Si no vivimos esas virtudes mínimas difícilmente podremos tener una globalización de rostro humano. Será una globalización que se rige por la competencia, no por la cooperación. Será neoliberal y por tanto económica y financiera, pero no será política, ni cultural, ni espiritual, no será humana.

JMBN.- Hay tres virtudes esenciales que proceden del budismo, la compasión, la ecuanimidad y la magnanimidad. ¿En qué estadio de desarrollo se encuentra la humanidad respecto a estas tres virtudes?

LB.- La compasión tiene dos dimensiones: la primera respetar el otro, no invadir su espacio, dejarlo ser. Y la segunda ir hacia él para caminar junto con él, para no dejarlo solo en el sufrimiento, alegrarse con él, caminar juntos. Creo que una de las cosas que más sentimos y que más echamos de menos es la compasión en un mundo cruel y sin piedad, porque lo mercantiliza todo y todo lo pone como intereses y no respeta fronteras y no reconoce valores en los seres humanos que no sean valores materiales. La compasión es la capacidad de sufrir junto a la humanidad sufriente, junto a la naturaleza sufriente, junto a los animales sufrientes, con todos los que están al margen y no dejarlos solos, porque lo terrible del sufrimiento no es el sufrimiento, es la soledad del sufrimiento.

En cuanto a la ecuanimidad no podemos olvidar que vivimos en un mundo profundamente desigual. Hoy en el mundo hay alimentación suficiente para toda la humanidad, pero está mal distribuida, por eso casi la mitad está excluida de los bienes, pasa hambre, tiene sed, no hay equidad sino un foso tremendo que está creciendo entre ricos y pobres.

Y  la magnanimidad es esa generosidad del espíritu que renuncia a la venganza. Que no quiere que la amargura y el odio tengan la última palabra, que incluso de cara al vencedor y el mismo vencedor o triunfador tiene que ser magnánimo, tiene que curar las heridas, tiene que compadecerse de los demás. Y es una virtud que también casi no existe. Hoy existen las venganzas, el terrorismo, el fundamentalismo: las personas no tienen corazón. Lo que más a Paulo Freire le gustaba era la cordialidad, esa capacidad de sentir el latido del corazón del otro y acompasarse a él para sentir esa sintonía para que se cree esa sintonía fantástica de mentes y espíritus en la construcción de una humanidad más rica, de una nueva humanidad.

JMBN.- En tu “A força da ternura”  afirmas con convicción que las únicas cosas realmente importantes son aquellas que afectan al corazón humano y que de alguna manera el crecimiento y el desarrollo emocional y sentimental forma parte inseparable de lo que denominas como espiritualidad. ¿Podrías aclararnos que es eso del cambio interno y de la espiritualidad para ti y en qué forma se conecta con lo que se vive cotidianamente y con la indignación que nos provoca el actual desorden social establecido?

LB.- De todo lo que he dicho hasta ahora, habría que destacar la categoría ternura, que es una categoría muy de Paulo Freire y también las de cordialidad y amorosidad. El lugar de los valores, el lugar de donde nace la ética no es la razón, es el afecto, es el corazón, el corazón como el centro del ser humano, el centro que unifica el espíritu, la mente, el cuerpo, el corazón que siente y vibra, sufre, ama. Para mí el corazón es una categoría central de la ética. Eso hace mucha falta hoy en el mundo porque no hay cordialidad, no hay ternura, por eso hay que reinventar la ética, no desde las tradiciones éticas de los griegos o desde los orientales sino de lo que es lo más profundo del ser humano.

Lo más profundo no es ni la inteligencia, ni la voluntad, lo más profundo en la estructura última del ser humano es el afecto, es la capacidad de afectar, de sentir, es el pathos, no el logos. Y en el pathos, esa capacidad de sentir, la sensibilidad racional que es la que mueve los corazones. No basta tener una jerarquía de valores, sino lo que me mueve a vivir esos valores, ahí está el corazón que es el motor principal de la ética. Según la tradición de occidente, se dice que el ser humano es un animal racional, la racionalidad es el distintivo, la diferencia del ser humano, pero no es así. Antes de la razón existe todo el mundo de las pasiones. Más que el logos existe el pathos, la simpatía, la capacidad de relacionarse con las cosas, influenciar en las cosas y dejarse influenciar por ellas, tener unas relaciones y distancia con la realidad. Y encima de la razón, del logos, está la inteligencia, la capacidad de contemplación;  lo profundo del ser humano es sustituido por su afectividad.

Cuando vamos a un psicoanalista él no nos pregunta acerca de lo que pensamos, sino acerca de lo que sentimos, es el sentimiento lo importante. Lo que más hace falta hoy en el mundo es corazón, porque no sentimos cuando dejamos que dos tercios de la humanidad vivan en la miseria y el hambre, que no tengan comida y no tengan agua suficiente, dejamos que millones de niños y niñas de la calle. Tener corazón es tener esa capacidad de sentir al otro, capacidad de indignarse, llenarse de la iracundia y decir eso no es posible, que hay una humanidad en la cual el 20 por ciento de la misma consume el 80 por ciento de todos los recursos de la tierra, eso no es digno, eso no es humano. Por tanto esa capacidad de sentir, de tener corazón es abrir espacios para que nazcan valores, porque el lugar de los valores no es la razón. Los valores tenemos que situarlos en el corazón porque el corazón es el centro del ser humano, el corazón es el centro donde está el mundo de las excelencias, de lo que vale, de lo que te mueve. Si no desarrollamos esa sensibilidad difícilmente vamos a cambiar de actitud.

Y es en el corazón donde se encuentra la sede de la espiritualidad, de lo que es más importante del ser humano porque, ¿Qué es el espíritu? Espiritualidad viene de espíritu y el espíritu es ese momento de la conciencia en el que nos sentimos parte del todo que nos desborda por todos los lados. El espíritu surge en el momento en que nos preguntamos ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Qué se esconde detrás de las estrellas? ¿Por qué lloramos cuando muere una persona a la que amamos? Cuando nos preguntamos cosas así, estamos dentro del ámbito espiritual y finalmente nos damos cuenta que las cosas no están yuxtapuestas,  que todo está ligado, hiperdependiente e hiperligado por algo que liga y religa todas las cosas y que es capacidad del ser humano de detectar esa energía suprema que está por detrás de todo, animando todo, construyendo todo, religando todo y que es la fe que puede sentir en su corazón, que puede dialogar, meditar, orar… y cuando descubre el llamado de la conciencia para los valores fundamentales de la solidaridad, de la generosidad, eso es para nosotros que tenemos fe, es Dios, es su palabra hecha promesa.

La espiritualidad no es monopolio de las religiones, es lo profundo de cada ser humano; cada ser humano tiene su dimensión espiritual y si explicitamos la visión espiritual del mundo es porque estamos cansados de valores materiales, consumismo, aceleración de la historia.

Necesitamos momentos de mayor tranquilidad, de mayor paz, de meditación, de capacidad de oración, de comunión con nuestra suprema realidad y ahí nacen valores y fuerzas que nos mantienen activos y nos hacen responsables para llevar adelante la aventura humana; la humanidad va a sobrevivir en otro nivel, y va, consciente de la historia, a continuar el viaje como salvadores,  a crear rostros humanos de sociedades que integran cada vez más a las personas. Sin una dimensión espiritual la ética se transforma en una especie de ridículas normas o en un moralismo.

JMBN.- Pues muchísimas gracias, Leonardo porque ha sido ha sido para mí un auténtico placer gozar de tus ideas, de tu conversación y de tu humanidad.

LB.- Gracias a ti y que todo sea para rendir homenaje a Paulo Freire y lo que significa de esperanza para todos nosotros.

Extractes y adaptació a partir de:
http://www.redescristianas.net/2008/04/

Per a «construir» junts...
Són temps per a «construir» junts...
Tu també tens la teva tasca...
Les teves mans també són necessàries...

Si comparteixes els valors que aquí defenem...
Difon aquest lloc !!!
Contribuiràs a divulgar-los...
Para «construir» juntos...
Son tiempos para «construir» juntos...
Tú también tienes tu tarea...
Tus manos también son necesarias...

Si compartes los valores que aquí defendemos...
Difunde este sitio !!!
Contribuirás a divulgarlos...