Ecología integral: Habitar la Tierra (I)
Habitar una casa común, un mundo donde todos puedan vivir, tener casa.
Fui extranjero y me acogisteis (me distéis casa).
El significado del habitar, desde dos perspectivas que invitan al diálogo intercultural: la de Martín Heidegger y la de los pueblos andinos.
A lo largo del siglo XX los avances científicos y tecnológicos han contribuido a una rápida transformación de nuestra cosmovisión. El planeta Tierra ha devenido un minúsculo punto en el contexto de un universo con dimensiones insospechadas, en permanente expansión, y se ha convertido ante nuestros ojos en una pequeña y multifacética aldea.
Hoy asistimos a la emergencia de un nuevo paradigma interrelacional y holístico que ofrece un nuevo modo de entender el cosmos y el ser humano, a partir de la experiencia y comprensión de la realidad como un todo orgánico y abierto, en el que todo está conectado y que, por lo tanto, “requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (LS 91).
El texto anterior y el tono de la encíclica LS son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica que ha acumulado, pero me doy cuenta de que también muchas expresiones y modos de hablar remiten a lo que viene siendo pensado y escrito principalmente en América Latina. Los temas de la «casa común», de la «madre Tierra», del «grito de la Tierra y del grito de los pobres», del «cuidado», de la «interdependencia entre todos los seres», de los «pobres y vulnerables», del «cambio de paradigma», del «ser humano como Tierra» que siente, piensa, ama y venera, de la «ecología integral» entre otros, son recurrentes entre nosotros.(X. Pikaza)
A continuación presentamos en forma de resumen un artículo de X. Pikaza titulado "HABITAR. Un mundo donde todos puedan vivir, tener casa" dedicado a presentar un trabajo sobre la cuestión realizado por M. J. Caram(1) y cuya referencia para su lectura completa podrán encontrar al final del presente resumen.
- El planeta Tierra una pequeña y multifacética aldea, nuestra “casa común”.
- Sin embargo, un número creciente de personas no pueden experimentarlo como tal, porque se ven rechazadas, excluidas, desechadas.
- Ello expresa la incapacidad humana para hacer realidad un mundo que todos los pueblos sientan como su hogar.
- Lo que está en juego, en definitiva, es el lugar, el valor y el significado de lo humano.
- “La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”
- Las palabras “aldea” y “casa” invitan a pensar en el “habitar”
- Algunos conceptos a redescubrir en su significado más hondo: “Habitar”, “Buen vivir”, “Paradigma del cuidado”
HABITAR: Reflexiones sobre nuestra Casa común en el contexto de las migraciones
Este trabajo, dedicado al "habitar", de María José Caram nos sitúa en el centro de la problemática actual, llena de emigrantes sin casa, de expulsados sociales... y de gentes ricas que no tienen verdadera casa/casa hogar, pues no habitan de verdad, sino que viven/malviven en la pura superficie de la vida.
A lo largo del siglo XX los avances científicos y tecnológicos han contribuido a una rápida transformación de nuestra cosmovisión. El planeta Tierra ha devenido en un minúsculo punto en el contexto de un universo con dimensiones insospechadas, en permanente expansión, y se ha convertido ante nuestros ojos en una pequeña y multifacética aldea. Es común referirnos a él como nuestra “casa común”. Sin embargo, un número creciente de personas no pueden experimentarlo como tal, porque se ven rechazadas, excluidas, desechadas.
Actualmente, el fenómeno de las migraciones masivas está poniendo en evidencia la incapacidad humana para hacer realidad un mundo que todos los pueblos sientan como su hogar. El dramatismo que ha alcanzado esta situación encuentra sus más impactantes iconos, por un lado, en la tragedia del pequeño Aylan Kurdi que, en setiembre de 2015 apareció ahogado en una playa de Turquía. La explotación humana hizo que “el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”. La tragedia de los migrantes mexicanos en la frontera de los Estados Unidos, la construcción de muros de la muerte, las actitudes desconfiadas y racistas que impregnan la vida cotidiana de nuestras ciudades.
Lo que está en juego, en definitiva, es el lugar, el valor y el significado de lo humano. Las palabras “aldea” y “casa” invitan a pensar en el “habitar” y en las implicancias que este verbo tiene para nuestras vidas hoy. “La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común” (LS 13). Por eso, ante el desafío de las migraciones, cabe reflexionar sobre el significado del “habitar”. Otro concepto a presentar será el “Buen Vivir” acuñado por los pueblos Quechua y Aymara de Bolivia y Ecuador, que fue incluida en las constituciones políticas de ambos países y actualmente ha ingresado en el campo de los debates políticos, económicos y académicos. Algunos pensadores, como Rodolfo Kusch en el siglo XX y, recientemente, Leonardo Boff, han encontrado en la filosofía de Heidegger ciertas intuiciones cercanas a la perspectiva cosmológica indígena latinoamericana. Finalmente, consideraré el “paradigma del cuidado”, uno de los pilares básicos llamado “a sustentar la necesaria transformación de nuestro estar en la Tierra”.
1. Habitar
Durante 1951 Heidegger pronunció una conferencia en Darmstadt, para debatir el problema de la escasez de viviendas que atravesaba Alemania tras la destrucción ocasionada por la Segunda Guerra Mundial. La intención de Heidegger es reflexionar, no tanto sobre la penuria que suscita la escasez de viviendas, sino en otra carencia mayor: la pérdida del significado de lo humano o, dicho de otro modo, el olvido de la esencia del “habitar”, pues “el hombre es en la medida en que habita”.
Algo semejante sucede hoy. Se habla por doquier de la crisis ecológica, de la necesidad de salvaguardar el planeta y de la destrucción de la humanidad si no se toman urgentemente algunas medidas capaces de deshacer el antropocentrismo moderno. La conexión del todo se realiza, según Heidegger, cuando el ser humano piensa en la esencia de la “cosa”.
El filósofo alemán encontrará una relación entre la antigua raíz alemana para designar el construir (bauen) y el verbo ser (bin). De este modo, concluirá que “la manera según la cual los hombres somos en la tierra [como mortales] es el Buan, el habitar”. El habitar incluye el significado de abrigar, cuidar y construir, y es semejante a lo que realiza un campesino que cultiva un campo o construye una viña para cobijar el crecimiento que hará madurar los frutos. Así, “el rasgo fundamental del habitar es este cuidar (mirar por)”. La comprensión del habitar se enriquece con el concepto “permanecer” y “residir”. La experiencia del permanecer se da en un estar satisfecho, en un ser llevado a la paz y permanecer en ella, “preservado de daño y amenaza; preservado de (…), es decir, “cuidado”. “Cuidar” es algo positivo e implica re-albergar algo en su esencia, rodearlo de protección, ponerlo a buen recaudo. Así, los mortales habitan en un cuádruple cuidar: “En el salvar la tierra, en el recibir el cielo, en la espera de los divinos, en el conducir de los mortales acaece de un modo propio el habitar como el cuádruple cuidar (mirar por), abrigando y cuidando las cosas que crecen y erigiendo las cosas que no crecen. Así, cuidar y erigir, constituyen el construir en el sentido estricto. Pero “construir no es sólo medio y camino para el habitar, el construir es en sí mismo ya el habitar”.
Para Heidegger es propio del habitar el cuidado del crecimiento y la construcción, que es en sí misma un habitar, pero un habitar que erige y hace posible la apertura de espacios y plazas que albergan la Cuaternidad en cuya simplicidad “tierra y cielo, los divinos y los mortales se pertenecen mutuamente”. La esencia coligante de las cosas que ofrece Heidegger nos puede orientar hacia la superación de la fragmentación en que estamos inmersos y mostrarnos qué dirección debemos seguir para poder reconstruir, habitando, religando y resguardando la mutua pertenencia de todo lo que es en nuestra casa común, el planeta Tierra.
2. El buen vivir
Los pueblos Quechua y Aymara conciben el habitar de otra manera. Las culturas andinas poseen su propio modo de comprender la realidad, muy diferente a la desarrollada por la racionalidad occidental. Media, por lo tanto, una gran distancia entre estos dos modos de comprender y de estar en el mundo, entre el “habitar” de Heidegger y el pensamiento andino.
El pensamiento indígena es un “pensamiento de tipo seminal”, en el sentido latino de semen como ‘semilla, germen, origen, fuente’, como lo que se ve crecer y no se sabe por qué.
Si el problema del “habitar” y de redescubrir la esencia de lo humano concierne “a cada persona que habita este planeta”, no será en vano intentar un diálogo, entre diversas racionalidades. Entre los indígenas, surge la formulación del paradigma del buen vivir, la cultura de la vida para vivir bien”, sustentado en una forma de vivir reflejada en una práctica cotidiana de respeto, armonía y equilibrio con todo lo que existe, comprendiendo que en la vida todo está interconectado, es interdependiente y está interrelacionado.
Las raíces del habitar andino están sustentadas en la utopía del buen vivir: la convicción andina de que todos y todo pertenecen a una sola familia bajo un solo techo. Fuera de la casa (universo o pacha), no hay nada; y dentro de ella, todo está relacionado. La casa andina “no es simplemente una vivienda, sino un universo en miniatura”. (...)
Para leer el artículo completo https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/HABITARReflexiones-Casa-contexto-migraciones-Caram_7_2149355058.html
(1) María José Caram. Argentina. Doctora en Teología y maestranda en Filosofía, Religión y Cultura Contemporáneas. Directora del Instituto de Pastoral Andina (Perú) 1997-2000. Profesora de Pensamiento Social Cristiano y de Teología. Algunas de sus publicaciones son: El Espíritu en el mundo andino. Nuestra Tierra dará su fruto. ¿Por qué las mujeres no? “El ser humano en un universo evolutivo e interrelacionado”. Neomaterialismo. La vida humana, la materia viviente y el cosmos.
Ver también la SECCIÓN: ECOLOGIA INTEGRAL