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Formación humanista para el desarrollo humano (y II)

Los seres humanos tenemos la capacidad de escoger lo que queremos ser.

Nuestras pertenencias culturales condicionan nuestras mentalidades y nuestras opciones de vida.

Nuestro bagaje cultural ejerce una influencia bastante importante en nuestro comportamiento y en nuestra forma de pensar.

El desarrollo humano busca ampliar las libertades de la gente para que puedan ejercer sus derechos y realizarse humanamente.

La puesta en acto de nuestra capacidad de actuar es la esencia de la “ciudadanía”. La formación humanista basada en el respeto a la autonomía privilegia la educación ciudadana.

¿Cómo formar a las personas para desarrollar su capacidad de agencia, cómo hacer para que dejen de ser pasivos receptores de ideologías o doctrinas y se conviertan en agentes libres y responsables de sus destinos?

Los seres humanos tenemos la capacidad de escoger lo que queremos ser. Somos plenamente humanos cuando dejamos de ser pasivos, receptáculos de lo que encontramos y nos convertimos en agentes innovadores de nuevos cursos en el mundo. Seres autónomos, agentes responsables de nosotros mismos.

Los seres humanos realizamos nuestras opciones desde contextos específicos, condicionados fuertemente por nuestra cultura de pertenencia y por nuestra ubicación socio-económica. Los márgenes de libertad de opción son bastante más estrechos de lo que parecen. Pero existen. Nuestras pertenencias culturales condicionan nuestras mentalidades y nuestras opciones de vida. Nuestro bagaje cultural ejerce una influencia bastante importante en nuestro comportamiento y en nuestra forma de pensar, así como en la calidad de vida de la que gozamos. Libertad cultural quiere decir, poner en funcionamiento la capacidad  de elegir  lo  que  deseamos   ser   y  cómo  queremos vivir.

El desarrollo humano busca ampliar las libertades de la gente para que puedan ejercer sus derechos y realizarse humanamente de la manera más plena posible. Las personas se realizan como "agentes". La libertad "para realizarse" es la puesta en funcionamiento de nuestra “capacidad de agencia”. Nuestra capacidad de agencia tiene que ver con nuestra capacidad para innovar deliberadamente con los otros cursos nuevos en la historia. “Agente” está asociado con praxis, es decir, la puesta en acto de nuestra capacidad de “actuar”. Actuar, significa tomar una iniciativa, comenzar, conducir, gobernar, poner algo en movimiento. La puesta en acto de nuestra capacidad de agencia es la esencia de la “ciudadanía”. La formación humanista basada en el respeto a la autonomía privilegia la educación ciudadana. Busca fortalecer los vínculos de los individuos con la comunidad política a partir del fortalecimiento de sus vínculos comunitarios. La formación humanista para el desarrollo humano tiene por ello que plantearse  el problema de cómo formar a las personas para desarrollar su capacidad de agencia, cómo hacer para que dejen de ser pasivos receptores de ideologías o doctrinas y se conviertan en agentes libres y responsables de sus destinos.

Por Fidel Tubino

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2 .- Desarrollo humano y formación humanista basada  en la  autonomía

La perspectiva del desarrollo humano se basa en la intuición de que los seres humanos tenemos la capacidad de escoger lo que queremos ser. Somos plenamente humanos cuando dejamos de ser pasivos receptáculos de lo que encontramos y nos convertimos en agentes innovadores de nuevos cursos en el mundo. Ser autónomos es ser agentes responsables de nosotros mismos. La capacidad de agencia es por ello según Sen la capacidad propiamente humana. De su desarrollo depende nuestra realización.  

Sin embargo, los seres humanos realizamos nuestras opciones desde contextos específicos, condicionados fuertemente por nuestra cultura de pertenencia y por nuestra ubicación socio-económica. Los márgenes de libertad de opción en este sentido son bastante más estrechos de lo que parecen. Pero existen. Si bien es cierto que nuestras pertenencias culturales condicionan nuestras mentalidades y nuestras opciones de vida, la cultura no es destino, fatalidad. “ ... No hay muchas dudas acerca de que nuestro bagaje cultural ejerce una influencia bastante importante en nuestro comportamiento y en nuestra forma  de pensar, así como en la calidad de vida de la que gozamos”. Sin embargo, es conveniente añadir que “... hay buenas razones para incluir la libertad cultural entre las capacidades humanas que los individuos valoran”. Libertad cultural quiere decir, poner en funcionamiento  la  capacidad  de   elegir  lo  que  deseamos   ser   y  cómo  queremos vivir, capacidad para elegir nuestras jerarquías de valores, nuestros modelos de vida, nuestra cultura de referencia. En una palabra, libertad para construirnos con autonomía una identidad personal, para ser agentes de nuestros proyectos de vida y de los proyectos societales en los que participamos activamente como ciudadanos.

El desarrollo humano busca ampliar las libertades de la gente para que puedan ejercer sus derechos y realizarse humanamente de la manera más plena posible. Las personas se realizan como agentes y "la realización de una persona como agente consiste en la consecución de metas y valores que tiene razones para procurarse". Concentrémonos por un momento en el sentido de la libertad como libertad “para realizarse” y de ésta como "libertad de agencia". Si la libertad “para realizarse“ es la puesta en funcionamiento de nuestra “capacidad de agencia“, nuestra capacidad de agencia tiene que ver con nuestra capacidad para innovar deliberadamente con los otros cursos nuevos en la historia. Un grupo de campesinos que se reúnen para conformar una mesa de diálogo y alcanzan una propuesta de desarrollo innovadora y con legitimidad social al municipio local están desarrollando su capacidad de agencia. “... La expresión “agente” a veces se emplea en la literatura sobre economía y sobre la teoría de los juegos... Aquí no utilizamos el término “agente” en este sentido, sino en el más antiguo – y elevado- de la persona que actúa y provoca cambios”.

En el más antiguo sentido, el término agente está asociado, no al trabajo (la fabricación de útiles) o la labor (la satisfacción de las necesidades) sino a la praxis. La praxis es la puesta en acto de nuestra capacidad de “actuar”, es decir, de convivir concertadamente mediante el ejercicio del diálogo y la deliberación (Arendt ) “... Actuar, en su sentido más general, significa tomar una iniciativa, comenzar (como indica la palabra griega archein, “comenzar”, “conducir”, y finalmente “gobernar”), poner algo en movimiento ( que es el significado original del AGERE latino ) “. Mediante la puesta en acto de nuestra capacidad de tomar iniciativas ( AGERE : capacidad de agencia) generamos cursos nuevos en la historia. La puesta en acto de nuestra capacidad de agencia es la esencia de la ciudadanía. Un ciudadano pasivo es una contradicción, o la ciudadanía es activa o no es ciudadanía. La formación humanista basada en el respeto a la autonomía privilegia por ello la educación ciudadana. No es una educación individualista, autocentrada en  la subjetividad, busca por el contrario, fortalecer los vínculos de los individuos con la comunidad política a partir del fortalecimiento de sus vínculos comunitarios , y no a pesar de ellos.

La formación humanista para el desarrollo humano tiene por ello que plantearse  el problema de cómo formar a las personas para desarrollar su capacidad de agencia, cómo hacer para que dejen de ser pasivos receptores de ideologías o doctrinas y se conviertan en agentes libres y responsables de sus destinos. Necesitamos formar agentes respetuosos de la pluralidad capaces de deliberar con los otros para innovar con ellos proyectos inclusivos de la diversidad que amplíen las oportunidades de la gente para ejercer sus derechos y poder realizarse de acuerdo a sus libres opciones.

3.- Desarrollo humano y formación humanista abierta a la diversidad

El desarrollo humano busca crear oportunidades para que la gente pueda construir de manera libre y participar de manera responsable en proyectos de desarrollo local y regional sensibles a las desigualdades y a las diferencias. Este es su compromiso básico. En sociedades pluriculturales como la nuestra, los proyectos de desarrollo humano de capacidades no pueden continuar siendo concebidos desde fuera, culturalmente autocentrados, como si los beneficiarios de los proyectos fueran menores de edad que no tienen nada significativo que aportar, salvo su participación. El desarrollo, bien concebido, es un asunto de ciudadanía, tienen que incluir al otro como agente del proceso desde un inicio. Y para ello se requiere que los profesionales que salen de las universidades se involucran en la problemática de la injusticia social y cultural de país, que la conozcan y que hayan recibido una formación humanista que los haga capaces de valorar al otro en su justa dimensión.

Una formación humanista abierta a la diversidad debe empezar por flexibilizar culturalmente los contenidos curriculares. En este sentido, creo que promover, no imponer, no sólo el inglés, sino también el estudio de alguna lengua autóctona en la formación universitaria es muy saludable.

“ … El estudio del quechua y del aymara y de los demás idiomas nativos debe servir como uno de los factores para seguir construyendo juntos, con el debido respeto a sus distintos grupos históricos y a la altura de los tiempos que vivimos y de los que vienen”.

Pero el estudio de las lenguas autóctonas es insuficiente. Hay que interculturalizar los currículums. Las culturas no son monolíticas ni estáticas. Contienen muchas tendencias, presentan conflictos y rebeliones; evolucionan en el tiempo y van incorporando nuevas ideas, algunas veces de otras culturas... Las culturas no occidentales son mezclas complejas, un aspecto por el que se estudiarán esas culturas será para comprender cuánto nos han aportado.

El estudio de las culturas no-occidentales al interior de una formación humanista interdisciplinaria abierta a la diversidad no debería limitarse únicamente a la antropología o a la lingüística. Necesitamos ser más autocríticos. Una mirada más justa de las culturas no occidentales nos va a permitir vernos desde una perspectiva más amplia. Lograr esta especie de ventajosa perspectiva autocrítica de la historia no implica que se deje de lado la crítica sobre las prácticas y creencias de las culturas no occidentales o de representarlas como libres de toda dominación y tergiversación.

4.- Formación humanista para el desarrollo humano en la educación superior

Actualmente en la educación superior se suele establecer una falsa oposición entre educación especializada y formación integral. En realidad, tal oposición no tiene por qué existir. Existen universidades que desde el primer momento les ofrecen a sus estudiantes la posibilidad de insertarse en una determinada especialidad y la adornan con cursos sueltos de humanidades. En el mejor de los casos, según este esquema, los estudiantes egresan con una buena capacitación profesional, pero con una deficiente formación interdisciplinaria y una defectuosa educación ética y ciudadana.

Existen otras universidades que les ofrecen a sus estudiantes en los primeros años una formación humanista e interdisciplinaria básica y al mismo tiempo la posibilidad de irse iniciando progresivamente en una determinada especialidad. Es lo que llamamos, según una denominación clásica, los  Estudios Generales. Lo que estos primeros años de formación le permiten al estudiante es, primero, poder elegir su futuro profesional con mejores elementos de juicio de los que contaban al inicio y , al mismo tiempo, la posibilidad de cultivar otras dimensiones de su personalidad, de empezar a formarse como ciudadanas o ciudadanos y de disponer de un enfoque más complejo y amplio de la realidad que les ha tocado vivir.

La especialización bien entendida es un proceso largo y complejo. El enfoque interdisciplinario en torno a temas como la interculturalidad del país o el estudio del desarrollo humano son temas naturalmente interdisciplinarios cuya comprensión requiere del aporte especializado de historiadores, economistas, geógrafos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, lingüistas y filósofos, entre otros. Pero, para que el diálogo interdisciplinario sea fructífero es necesario disponer de una base compartida, un común denominador. Eso es justamente lo que proporciona la formación humanista interdisciplinaria de la que estamos hablando.

Para que la formación humanista rinda los frutos que se esperan de ella en la educación superior, debe estar ubicada de manera intensiva al inicio de los estudios y de manera extensiva durante todo el proceso educativo. Tiene que ser el foco de atención central de los primeros años de estudios. Los procesos formativos son largos en el tiempo pues involucran la educación no sólo del intelecto, sino también la formación del carácter y de la sensibilidad; y ello, toma mucho tiempo. Lo que se busca con las especializaciones en el marco de una formación de corte humanista y abierta   es algo que requiere del corto y del largo plazo. La tarea es difícil y compleja, pero al mismo tiempo bella.

Fuente: https://red.pucp.edu.pe/ridei/files/2011/08/090711.pdf


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