ABIERTOS Y CURIOSOS… PERO NO DESORIENTADOS

CURIOSOS POR NATURALEZA

Uno de los impulsos vitales que mueven al ser humano es el deseo de conocer. Todos, por naturaleza, deseamos saber, conocer, comprender.  El ser humano tiene una disposición natural a preguntarse por el sentido de la vida y de las cosas. Nos embarga el deseo de saber, de conocer, de averiguar, de descubrir el por qué de las cosas, los mecanismos que mueven el mundo y a nosotros mismos.

ABIERTOS A LA VIDA

Por eso, la actitud más natural en el ser humano es la de estar abierto, abierto a la «vida» y a cuanto ocurre a nuestro alrededor. Debemos estar «despiertos» y vivir abiertos a la «vida». Por eso no sería desacertado gritar: sobreponte a la rutina del día a día, sal de tu cotidianidad, abandona la monotonía, levántate, elévate por encima de tus contingencias cuotidianas…  Mira, observa, contempla… Vive en actitud permanente de apertura a la vida y de búsqueda constante. ¡ Vive la «vida», pero no desorientado!. 

Frente a ti, ofertas y anuncios en abundancia, apariencias atractivas, reclamos seductores, seducciones sugestivas, modelos y formas de vida atrayentes, estilos de vida diferentes… Ante ti, muchas posibilidades… Tienes mucho en donde elegir… Pero tú, no te dejes fácilmente embaucar, no te dejes engañar… No permitas fascinarte por seducciones atractivas que, a menudo, no van mucho más allá de su propio envoltorio. Selecciona, escoge, opta… Decide tú mismo el camino. Descubre y persigue lo realmente valioso para ti. Elige tú el camino a recorrer… No permitas que los demás lo tracen por ti. Se tú mismo. La aventura humana no puede quedar reducida a pasar por la vida «vegetando» sin intentar preguntarse siquiera sobre su sentido.

Un posible camino: aprender, saber, entender, descubrir, imaginar, encaminarse hacia modos superiores de existencia. ¡Enamórate de la vida! ¡Comprométete con la vida!

LA FORMACIÓN, UNA NECESIDAD PERMANENTE

El hombre y la mujer, en la fábrica, en la oficina, en la tienda o en el campo, repiten día tras día un trabajo manual, intelectual o técnico más o menos especializado que acaban conociendo bien. Pero, ¿qué ocurre en otras actividades distintas a la suya habitual?

Muchos han recibido una educación que el progreso de los conocimientos ha vuelto insuficiente. Precisan continuar su formación porque si no corren el riesgo de que su integración social y sus aspiraciones profesionales hallen obstáculos crecientes. En la familia o en la escuela, los jóvenes no encuentran a menudo las respuestas que tienen derecho a esperar y los adultos, absortos en sus quehaceres, tienden a ignorar - o a percibir como ajenos - valores y temas de capital importancia para las nuevas generaciones.

¿CÓMO SER UN HOMBRE O MUJER DE NUESTRO TIEMPO?

No podemos vivir por más tiempo de espaldas al mundo, a las cuestiones que afectan al ser humano y a la naturaleza.  No podemos seguir acallando nuestras dudas e inquietudes. No podemos seguir abriendo interrogantes y luego no buscar respuestas. Necesitamos saber, conocer, comprender. No podemos seguir como aquel ferroviario que golpeaba cada día las ruedas del tren con un martillo sin saber para qué lo hacía. No debemos seguir por más tiempo en la "civilización del martillo", ignorantes de la mayoría de los porqués de cuanto sucede en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos.

La aventura humana no puede quedar reducida a pasar por la vida sin intentar preguntarse siquiera sobre su sentido y sobre sus condicionantes. El hombre es inteligente, pero en ocasiones no ejerce como tal. Inteligencia es sorprenderse, plantearse interrogantes, buscar respuestas. Siglo XXI, tiempo de interrogantes pero también, tiempo para las respuestas.

LA DESORIENTACIÓN, UN SÍNTOMA DE NUESTRO TIEMPO

Conviene no perderse en medio de ese río revuelto en que parece haberse convertido la vida actual. Decía, entre otras cosas, el psiquiatra Enrique ROJAS en su artículo “Siete síntomas de nuestro tiempo” que quien está perdido no sabe a dónde va. Y necesita recuperar la dirección, el rumbo, la trayectoria por donde circular. Perdemos el derrotero y no encontramos el trazado para dirigir la vida personal hacia buen puerto.

Son muchos los factores que han contribuido a ese estar perdido, desconcertado, sin tener unos referentes claros, coherentes, firmes, que empujen con fuerza toda nuestra existencia hacia delante, luchando por superar los obstáculos que se van presentando. Entre otros factores podemos citar: Los vertiginosos cambios operados en los últimos años en cuestiones esenciales. Los avances, la técnica, las modernas investigaciones han revolucionado las formas de vida. Asistimos al desgaste de los materiales sólidos con los que se edificaban las ideas y las creencias. Todo arde en el mercado de la modernidad. Unas cosas se queman y dan fuego; otras se desvanecen y dejan al hombre huérfano de los principales valores. El bombardeo constante de noticias e informaciones a través de los grandes medios de comunicación. Una Información que no siempre es formativa, que no siempre hace al hombre más maduro, ni lo mejora ni enriquece, produciéndose un desbordamiento por saturación. Esto se extiende a los campos profesionales más diversos. Uno se puede perder en esa maraña de informaciones, si no anda con cuidado. Al mismo tiempo se ha ido produciendo una especie de malversación de los conceptos y las palabras.

Su efecto puede conducir al síndrome del exceso de información. Ese síndrome por exceso de referencias puede llevar a la persona que se encuentra embargada por él a la ansiedad, a la inquietud, al desconcierto, al aturdimiento por abundancia y dispersión de información. Es menester saber hacer una criba de todo eso que se recibe.  Hay que buscar las claves haciendo una labor de síntesis: quedarse con lo esencial, y tirar lo que estorba. Hay que aprender a separar el trigo de la paja. Otras veces, la desconexión entre lo que se nos enseña o se aprende y la vida...  produce desencanto: el desencanto de no llegar a conocer, a comprender, a descubrir lo que se desea, lo que verdaderamente se necesita. Existe el peligro de caer primero en la ansiedad y finalmente, perdido y sin saber a qué atenerse. Confuso a la hora de interpretar la vida y sus formas.

CÓMO ORIENTARNOS EN UN MUNDO CAMBIANTE

¿Cómo orientarnos en un mundo tan cambiante, complejo y poliédrico?  Las personas necesitamos tener marcos de referencia amplios que día a día nos permitan estar orientados. Para evitar estar desorientado lo mejor es tener ideas claras sobre lo que es la vida y sobre uno mismo. Acercándonos a un estilo superior de existencia, apartándonos de la victoria de una mediocridad que nos van imponiendo día a día. Ello requiere de una lucha titánicamente y esforzada por no dejarse llevar por la moda del momento. Hoy, más que nunca, es necesario partir de marcos de referencia amplios, con una clara opción por una escala de valores, para no encontrarnos sin referentes sobre los que apoyarnos y para construir un mundo basado en una ciudadanía crítica y responsable.

Pero la formación no se improvisa: necesita esfuerzo, tiempo y que las vivencias vayan sedimentando. Se necesitan modelos de identidad fuertes que enseñen las claves para vivir.  

Enseñar es seducir por encantamiento, descubrirle a alguien pistas, vertientes, parajes de luz que arrastren de forma sugestiva hacia valores seguros, sin caducidad. Y transitar por ellos.