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LA IMPORTANCIA DEL FRACASO (y 2)

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Enrique Rojas. Catedrático de Psiquiatría

…El hombre superior no es el que siempre vence,
sino el que sabe levantarse, el que tiene capacidad de reacción…

Me interesan los perdedores que han sabido asumir su derrota y se levantan de nuevo para luchar. Es grande ver a un ser humano crecerse ante el fracaso y empezar de nuevo. Hablo de derrotas serias, duras, densas, llegará el día- si esa persona insiste con tenacidad- en que se vaya haciendo fuerte, recio, rocoso  compacto, pétreo, consistente, granítico, igual que una fortaleza amurallada. Sabiendo que por encima de la tempestad que ensordece o del oleaje vibrante y amenazador, su rumbo está claro, sus ideas siguen siendo conseguir ilusiones posibles, que invitan a la lucha.

Ahí se inician los hombre de vuelo superior: el hombre superior no es el que siempre vence, sino el que sabe levantarse, el que tiene capacidad de reacción. Saber extraer pequeñas lecciones al filo de los acontecimientos menudos de la vida ordinaria. Escarmentar en cabeza propia. Abrir bien los ojos e ir adquiriendo ese saber acumulado que constituye la experiencia de la vida. Conocimiento que está en el subsuelo de nuestra persona y que opera al actuar.

Un hombre así es como un fuego que está siempre ardiendo. Es muy difícil apagarlo. Incluso en los peores momentos hay un rescoldo latente debajo de las cenizas, ahí se inicia el volver a empezar.

En la hora del balance personal, cada segmento de nuestra travesía rinde cuenta de su viaje. Y también, de retomar el hilo de los objetivos, con sus dos orillas: una, hecha a base de orden y constancia. El orden nos ayuda a planificar bien las cosas, a sistematizarlas y a trazar una jerarquía de aspiraciones realistas y exigentes a la vez. Constancia es tenacidad, insistencia, no ceder terreno, no darse por vencido, perseverar sin desaliento. La otra orilla es la voluntad: ésta se consigue a través de repetidos esfuerzos y ejercicios, la costumbre de vencerse en lo pequeño, proceso que tiene siempre un fondo ascético, trenzado de lucha y negación.

La mejor de las vidas está llena de vidas y sinsabores, la peor es un retablo de fracasos en los grandes guiones del libreto. Madurez es saber en qué consiste vivir y cuáles son sus claves y qué hay que hacer para vivir y sobrevivir. Así, el hombre se reconcilia con su pasado, lo asume y lo supera en sus vertientes negativa y dolorosa. La madurez implica vivir instalado en el presente, tener digerido el pasado con todo lo que eso significa y estar abierto y empapado hacia el porvenir.

El futuro es la dimensión más fructífera de la temporalidad. Unamuno hablaba de la intrahistoria, Binswanger hablaba de historia vital interna, como una especie de subsuelo biográfico. Esta es una de las tareas primordiales del psiquiatra, bajar a los sótanos de la personalidad con espíritu de observación, intentando poner orden y concierto en ese cuarto de máquinas. En muchas ocasiones la labor psicológica consiste en ayudar a hacer una lectura positiva del pasado: muchas derrotas dolorosas se han convertido con el paso del tiempo en grandes victorias. Saber mirar es saber amar.

El sufrimiento es la forma suprema del aprendizaje, la vida tiene distintos sabores: a lo largo de ella el paladar se va acostumbrando a captar sabores de todo tipo. Lo importante es no perder la coherencia y el hilo conductor de nuestra existencia. Tener claros los objetivos. No derrumbarse ante las dificultades y ante tantos imprevistos como de un modo u otro habrán de sobrevivir a cualquier empresa personal.

La madurez es serenidad y benevolencia. Cuando uno es joven está lleno de posibilidades, cuando es mayor está lleno de realidades. Decía Píndaro “Atrévete a ser tú mismo” Hay que crecerse ante las dificultades con afán de superación, ahí está la esencia de muchas vidas ejemplares, siempre fuertes, luchando contra corriente contra la adversidad y sus añadiduras. Esa es para mí la mejor fórmula para llegar a ser uno mismo.

En alguna hora patética, uno se detiene al borde del camino y sin querer hacer cuentas consigo mismo. El amor debe ser el primer ingrediente de la vida. La sombra del ciprés es alargada, si cortas tus cadenas te liberas, pero si cortas tus raíces te mueres.

 
Artículo apararecido en el Diario ABC

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