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LA IMPORTANCIA DEL FRACASO (1)

Enrique Rojas. Catedrático de Psiquiatría

…El hombre superior no es el que siempre vence,
sino el que sabe levantarse, el que tiene capacidad de reacción…

El fracaso es necesario para la maduración de la personalidad. La vida humana está tejida de aciertos y errores, de cosas que no han salido como se habían proyectado, y de otras que no han llegado a buen puerto. La existencia humana consiste en un juego de aprendizajes. La vida es la gran maestra, enseña lecciones que no vienen en los libros, y por lo general se aprende más con los fracasos que con los éxitos.

¿A qué llama fracaso?: Es aquella experiencia interior de derrota, como consecuencia de haber comprobado que algo en lo que habíamos puesto nuestro esfuerzo e ilusión, no ha salido bien. Es la conciencia de no haber cubierto la meta propuesta. La vivencia inmediata es negativa, y está surcada de una mezcla de tristeza, desencanto, melancolía, derrota y desazón interior.

Somos peregrinos de ilusiones, emigrante hacia un mundo mejor. El porvenir es lo que más llena la vida personal, lo que esperamos que suceda en positivo. El pesimista es un agorero de malos presagios, mientras que el realista tiene los pies en la tierra y la mirada puesta en la lejanía del paisaje, posibilidades frente a realidades.

¿Qué característica tiene el fracaso desde el punto de vista psicológico? La primera nota inmediata es una cierta reacción de hundimiento: ahí se alinean sentimientos de malestar que forman un acordeón de sensaciones negativas indefinibles. En personas con mala tolerancia a las frustraciones, rasgo bastante característico de una cierta inmadurez, cosas pequeñas y de escasa importancia son vividas de forma exagerada y trágica. A esto se le llama dramatizar: tendencia a magnificar los hechos, cargando las tintas en negativo, convirtiéndose las dificultades y contrariedades en algo terrible.

En segundo lugar se produce lo que llamamos en la psicología actual una respuesta cognitiva, que es una especie de análisis subterráneo que pretende desmenuzar el por qué de ese resultado. Nuestra cabeza funciona como un ordenador advertido de sí mismo. A él le llegan informaciones que es necesario procesar de forma adecuada.

En tercer lugar, aflora un estado psicológico de sorpresa, perplejidad, bloqueo, no saber qué hacer… Es como una cierta paralización psicológica. Si el asunto es importante, uno suele estar acompañado por personas que ayudan a pasar la travesía de mejor manera. En tales casos, la frase oportuna, el recibir argumentos sólidos, o ligeros o simplemente el sentirse acompañado pueden ser elementos esenciales de la ayuda.

A continuación viene el contenido o el tema de fracaso. No es lo mismo que se trate de un fracaso afectivo que profesional o económico: el termómetro de intensidades dependerá en buena medida de los acentos que uno ha puesto como fundamentales en su vida. Hasta hace unos años se podía afirmar que la mujer era especialmente sensible a los fracasos afectivos, mientras que el hombre lo era para los profesionales. Hoy las cosas han cambiado. La incorporación de la mujer a las profesiones y trabajos tradicionalmente masculinos ha hecho girar las tornas.

La patria del hombre son sus ilusiones. La vida es siempre anticipación y porvenir. Somos proyectos. El ser humano es sobre todo futuro. Ahí se engarzan pequeños objetivos, metas, retos, afanes que jalonan su recorrido y para que estos salgan adelante es necesario que sean concretos, bien delimitados con unos perfiles nítidos sin intentar abarcar demasiado. Después, manos a la obra. La vida es un bracear de uno mismo con la realidad.

Pero hay que tener los pies en la tierra. ¡Cuántos propósitos y afanes no salen simplemente por falta de tiempo o por no haberlos perseguido con suficiente esfuerzo! En el fracaso brota el desaliento, abandonar la meta y darse por vencido. Como contrapartida aparece la fidelidad y el tesón, cueste lo que cueste. Es volver a las pequeñas contabilidades: al haber y deber seguido de cerca, pero con visión de futuro.

En medio de nuestro camino se cruza el azar, que como decía don Quijote, “la fortuna es una mujer borracha que no sabe a quien ensalza ni a quien derriba”. La historia de cada uno es arte y oficio, corazón y cabeza, amor y conocimiento.

 
     
Artículo apararecido en el Diario ABC
 
 
 

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