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Crisis, orientación y sentido

El Asesoramiento filosófico: una presentación sintética de una práctica en auge.
Una alternativa terapéutica ante la desorientación y el sabor soporífero de la cotidianeidad.

El Asesoramiento Filosófico (AF) está relacionado con examinar la propia vida, con el auto-descubrimiento y el autoexamen.

Molts analistes de la nostra societat occidental –i concretament europea- remarquen el malestar, la confusió i el desconcert de molta gent que veu com disminueix el seu poder adquisitiu, que es troba davant la desinformació i la mentida que fan impossible distingir entre allò que és veritat i allò que és fals, que tem pel seu futur davant d’allò que el Papa Francesc anomena una tercera guerra mundial a trossos que posa en qüestió la seguretat i l’esdevenidor dels seus fills i néts, hi ha gent que tem que una màquina moguda per intel·ligència artificial pugui decidir sobre la vida i la mort de les persones. Els analistes remarquen el declivi de la demografia, de la família; el predomini del nihilisme en la vida social i la minva creixent de la religió. Algú ha parlat de l’autodestrucció de la cultura occidental. Una cultura, amb la qual Europa s’identificava, fonamentada en la fe en Déu i en l’Evangeli de Jesucrist, en la llibertat, en la igualtat, en la democràcia i en la justícia. Ens trobem en un moment ideològic, social i polític de molts canvis i indecisions. No sabem ben bé cap on va tot plegat. I hi ha falsos pastors que volen imposar els seus models per qüestions ideològiques o econòmiques. (J.M. SOLER, osb, abat emèrit de Montserrat - Catalunya-Espanya - )

En el mundo moderno los problemas fundamentales de la existencia, se abordan y se tratan con extrema trivialidad, porque se vive demasiado agitado, demasiado desgarrado, demasiado aturdido desde afuera y demasiado solo, para tener posibilidad de detenerse a pensar con la vida e intentar un esfuerzo de desalienación. La mayoría de las personas encuentran dificultades para establecer contacto con los verdaderos problemas de la existencia; el encubrimiento ideológico y la alienación en la sociedad sólo permite contactar la pseudo realidad que nosotros mismos hemos ido creando. Consecuentemente, los problemas de la vida se resuelven con respuestas clichés. El vivir es un hecho perogrullesco, pero el saber vivir es un hecho raro. Todo el que anda vive, sin embargo, sólo unos pocos saben vivir como personas. La liberación de las situaciones o formas de alienación, es parte de la tarea de construcción del hombre nuevo.

El vacío, el ofuscamiento vital, la desorientación, el individualismo, el consumismo y la falta de sentido ético y estético de la vida humana caracterizan nuestro tiempo. Orientarnos adecuadamente y aclarar las claves de nuestra existencia no es tarea fácil ni sencilla. La gran tragedia del hombre moderno es haber perdido la dimensión de profundidad. Ya no es capaz de preguntarse ni siquiera de dónde viene ni a dónde va. El asesoramiento filosófico nace del anhelo de no continuar viviendo de manera autómata, inconsciente o inercial la vida cotidiana, sino de reflexionar acerca del modo en que uno vive y elegir conscientemente cómo quiere uno vivir.Sólo nos alimenta y enriquece de verdad lo que somos capaces de escuchar en lo más profundo de nuestro ser. La filosofía entendida, como cura y cuidado de nosotros mismos a través de la ejercitación de aprender a pensar-reflexionar puede contribuir a ello.

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  • El asesoramiento filosófico nace del anhelo de no continuar viviendo de manera autómata, inconsciente o inercial, sino de reflexionar acerca del modo en que uno vive y elegir conscientemente cómo quiere uno vivir.
  • En momentos de crisis, cuando tienes un embrollo mental, responder a qué valores dan sentido a tu vida, qué es lo que te sirve de ancla, se convierte en un agarradero, en un faro que pone luz y orden en tu cabeza.
  • Aclarar las claves de nuestra existencia no es tarea fácil ni sencilla. La filosofía entendida, como cura y cuidado de nosotros mismos a través del ejercicio de aprender a pensar puede contribuir a ello.
  • Entre el 90% y 95% de la población mundial no sabe pensar — Dr. Robert Schwartz (Universidad de Harvard)
  • El ser humano para vivir tiene que pensar, le guste o no. Si piensa mal, esto es, sin íntima veracidad, vive mal, en pura angustia, problema y desazón. Si piensa bien encaja en sí mismo –y esto, encajar en sí mismo, es la definición de felicidad. — Ortega y Gasset (A cerca de Galileo)
  • La Filosofía tiene como finalidad la formación del hombre práctico, el saber para la vida real y la preparación de actitudes que lo guíen en la vida y lo conduzcan al éxito — Isócrates (Discursos)
  • “Vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque, así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma.” Epicuro.

La “filosofía” en su momento fue la actividad terapéutica por excelencia: durante mucho tiempo fue considerada el camino por excelencia hacia la plenitud y una fuente inagotable de inspiración (M. Cavallé)

1. Crisis

Nos encontramos inmersos en una grave crisis civilizatoria. Esta afecta a todas las dimensiones de la vida. Una crisis “exterior e interior” al mismo tiempo. Crisis planetaria y vinculada con una crisis del ser humano como tal. El vacío, la desorientación, el individualismo, el consumismo y la falta de sentido ético y estético de la vida humana caracterizan nuestro tiempo. Una crisis que únicamente podremos afrontar y superar con una Educación transformadora y liberadora. Una Educación que nos ayude a tomar conciencia de la situación en la que nos encontramos, ya que es la conciencia y la sensibilidad de cada ser humano lo único que hace posible los cambios de conducta individual y social. (J.M. Batalloso)

Es la conciencia y la sensibilidad de cada ser humano lo único que hace posible los cambios de conducta individual y social.

Está claro que los humanos no hemos sido capaces de construir un mundo feliz. La historia de estos últimos años se ha encargado de desmitificar el mito del progreso. La sociedad moderna parece haberse quedado sin horizonte ni orientación, sin metas ni puntos de referencia consistentes. La cultura del consumismo nos lleva a la zafiedad vital. El hombre moderno es fundamentalmente «espectador». Un ser pasivo que participa en un engranaje que no está promovido por él y cuyo horizonte no llega a alcanzar. Cuando no se espera nada del futuro, lo mejor es vivir al día y disfrutar al máximo del momento presente, piensa mucha gente. Es la hora de buscar las «salidas de escape» que la cultura del hedonismo y el pragmatismo nos pueden ofrecer. La vida es placer y, si no, no es nada, se piensa. Esta sociedad ha apostado por lo «exterior», por las apariencias. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. No es fácil liberarse del ruido exterior permanente y del asedio interior constante. Las preocupaciones, los problemas y las prisas de cada día nos llevan de un lado a otro, sin apenas permitirnos ser dueños de nosotros mismos. Nuestra vida transcurre con frecuencia en la corteza de la existencia. Trabajos, contactos, problemas, encuentros, ocupaciones diversas, nos hacen ir y venir, y la vida nos va pasando, llenando cada instante con algo que tenemos que hacer, decir, ver o planear. Se nos ha olvidado que sólo nos alimenta y enriquece de verdad lo que somos capaces de escuchar en lo más profundo de nuestro ser.

La gran tragedia del hombre moderno es haber perdido la dimensión de profundidad.

La gran tragedia del hombre moderno es haber perdido la dimensión de profundidad. Ya no es capaz de preguntar de dónde viene ya dónde va. No sabe interrogarse al respecto y qué debe hacer de sí mismo. Estas preguntas ya no encuentran ninguna respuesta en muchos hombres y mujeres de hoy. Más aún, ni siquiera son planteadas cuando se ha perdido esta «dimensión de profundidad». Se nos está olvidando qué es saborear la vida desde dentro. Pudiera suceder que los reclamos exteriores nos dificulten centrar la atención en lo que de verdad importa. Para ser humana, a nuestra vida le falta hoy una dimensión esencial: la interioridad. Así corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad y de vivir sin saber ya en qué dirección caminar.

Algunos no saben, no han aprendido a vivir, a vivir adecuadamente. Todos vamos cometiendo a lo largo de la vida errores y desaciertos. Calculamos mal las cosas. No medimos bien las consecuencias de nuestros actos. Nos dejamos llevar por el apasionamiento o la insensatez. Sin embargo, no son esos los errores más graves. Lo peor es tener planteada la vida de manera errónea. Esa manera de enfocar la vida conduce al sinsabor vital, al vacío existencial. Lo importante es tomar conciencia de que vivimos en la oscuridad, que hemos perdido el sentido fundamental de la vida. Quien reconoce esto no se encuentra lejos de iniciar la búsqueda del camino acertado. Cada uno ha de hacer su propio recorrido. Cada uno es responsable de la «aventura» de su vida. Encontrar la vía más acertada para vivir con mayor sentido y esperanza ese es nuestro reto. (J. A. Pagola)

2. Desorientación 

¿Tienes la sensación de que la vida puede ser más de lo que es ahora? ¿Tropiezas una y otra vez con los mismos obstáculos? ¿Sientes que, si pudieras ver las cosas de otra forma, si cambiases tu forma de pensar, disfrutarías de cada momento de tu vida? ¿Te sientes perdido/a? ¿Te gustaría dar significado a tu vida? ¿Te sientes apático/a? ¿Necesitas conocerte más allá de estereotipos psicológicos? ¿Te gustaría dejar huella y no perderte en las banalidades diarias? ¿No has encontrado todavía tu lugar en el mundo? Si estás pasando uno de esos momentos complicados, tienes deseo de conocerte mejor o de dar luz a alguna situación que estás viviendo, se te puede ayudar. Existe un tipo de recurso denominado “Asesoramiento filosófico” que puede ayudarte a reconectar mejor con tu vida. La clave para superar tu crisis existencial es el autoconocimiento. Pensar es aprender de nuevo a ver y a dirigir la atención hacia aquello que de verdad es importante para nuestra existencia.

¡Conócete a ti mismo! Acostumbrados a resolver nuestros asuntos vitales con psicólogos, psiquiatras o confesores, o quizás también, por el desconocimiento general de lo que es la filosofía y lo novedoso de estas propuestas, no solemos considerar el asesoramiento filosófico como una opción real para conocernos a nosotros mismos, cuestionarnos, aclararnos y seguir adelante. ¿Cuál es la diferencia entre las consultas en el asesoramiento filosófico y las consultas de psicología? El Asesoramiento Filosófico (AF) está relacionado con examinar la propia vida. Esta práctica está movida por el anhelo de no vivir de manera autómata, inconsciente o inercial, sino de reflexionar acerca del modo en que uno vive y elegir conscientemente cómo quiere uno vivir. En una palabra, hacerse dueño de la propia vida. Dicha práctica no va de consejos de tipo tradicional, sino de conectar con el sentir y el propósito de lo que estás tratando de hacer, y de darte el permiso de hacerlo desde ti, desde tu centro, yendo más allá de la presión y las exigencias del entorno. La asesoría filosófica se abre paso como alternativa a los psicólogos a la hora de afrontar inquietudes y crisis personales.

Las consultas del AF suelen iniciarse con problemas o retos inherentes a la vida: dilemas éticos, épocas de crisis o desorientación, ansiedad o angustia, sensaciones de insatisfacción, sinsentido o incomprensión, conflictos interpersonales, duelos, etc. Aunque no es necesario tener un problema para empezar un proceso de Acompañamiento filosófico: hay personas que sólo buscan indagar y comprender, entenderse a sí mismas, a los demás o al mundo, vivir con mayor coherencia y lucidez. El filósofo acompaña al consultante a hacerse consciente de su propia filosofía vivida, aquel fondo vital que está detrás de su experiencia personal de la vida (conformada por creencias, juicios y prejuicios, valores, hábitos, anhelos, deseos y miedos...), a revisarla y ampliarla. Ello tiene un efecto indudablemente terapéutico, transformador y liberador.

Eh aquí uno de los testimonios:  "Tras las consultas con la asesora, siempre salgo con una visión renovada y constructiva del problema, con una mayor comprensión de mí misma y del origen de mi malestar, y sintiéndome con energía para hacer frente a las dificultades y retos de la vida. Sus consultas son útiles, efectivas y enriquecedoras. Por tres razones: por un lado, tiene un gran bagaje filosófico y sapiencial, una sabiduría que se percibe integrada y madurada. Por otro, se nota que ama su trabajo, que disfruta ayudando a los demás, que lo hace por pura vocación. Y por último, por su actitud especialmente humilde y honesta, respetuosa y muy cercana, algo que escasea en este mundo de gurús, expertos endiosados y vendehumos de diverso pelaje. Da gusto hablar con ella y que te traten como a una persona inteligente y capaz de pensar por ti misma"

3. La “filosofía” como terapia (concepción te­rapéutica de la filosofía)

La palabra “filosofía” asusta a mucha gente. Muchos tan solo oírla tratan de escapar.  ¿Por qué en nuestros días la “filosofía” ha llegado a parecernos prescindible, accesoria? La palabra “filosofía” ha llegado a ser en nuestros días sinónimo de especulación, de teoría, de reflexión estéril. Hemos olvidado que durante mucho tiempo fue considerada el camino por excelencia hacia la plenitud y una fuente inagotable de inspiración en el complejo camino del vivir. Si la filosofía ya no ocupa un lugar central en nuestra cultura es, en gran medida, porque ha perdido aquello que le confería un papel vital en el desarrollo del individuo y la sociedad: su dimensión transformadora, terapéutica; porque ha dejado de ser maestra de vida y el conocimiento filosófico ya no es aquel saber que era, al mismo tiempo, plenitud y libertad. El rumbo discutible que con frecuencia ha seguido la filosofía en nuestra cultura no puede hacernos olvidar que esta nació, no solo como un saber acerca de los fundamentos de la realidad, sino también como un arte de vida, como un camino para aquellos que aspiran al pleno autodesarrollo. Pero la filosofía fue progresivamente abandonando su función terapéutica. Poco a poco fue dejando de ser arte de vida para convertirse en una actividad estrictamente teórica o especulativa. Hoy en día se entiende por “filosofía”, básicamente, una disciplina académica y un tema de análisis y reflexión; rara vez una práctica, un sistema global de vida. Sin embargo, hay muchos profesionales que intentan recuperar su sentido originario.

La filosofía como terapia: una tendencia en auge. Si duda entre separarse o no, si no sabe hacia dónde enfocar su carrera laboral, si está harto de no dormir dando vueltas a sus problemas sin hallar una salida, si no encuentra motivación en su vida, si tiene dilemas éticos sobre el cuidado de un familiar anciano, ¡consúltele a un filósofo! Ha leído bien: a un filósofo. Cada vez son más los profesionales de este ámbito que ofrecen asesoramiento para ayudar a las personas (y también a empresas) a tomar decisiones, salir de embrollos mentales, resolver retos, conflictos o inquietudes profesionales, familiares, emocionales o existenciales. No es nada nuevo. Esta práctica está en el origen de la filosofía y Sócrates, Epicuro, Séneca y otros muchos pensadores ya entendían esta disciplina como asesoramiento. “Lo que se ha hecho durante la última década es recuperar un terreno que durante siglos ocupó la filosofía y que luego, con la hegemonía del cristianismo, ocuparon los sacerdotes hasta que, a finales del siglo XIX, fue conquistado por psicólogos y psicoanalistas”,

Muchos de los problemas por los que se acude al psicólogo o que se alivian con pastillas son tan sólo retos inherentes al desarrollo humano –crisis de edad, rupturas sentimentales, la muerte de alguien...– que no necesitan tratamiento, sino sólo vivirlos y hablarlos, y en esa tarea puede resultar de ayuda el filósofo. “El diálogo ayuda a aclarar cosas, a adquirir un nivel de conciencia mayor sobre lo que se está haciendo, y el diálogo filosófico es claro, ordenado, conciso, profundo, juega con juicio crítico y evalúa las razones, y todo eso ayuda a las personas a ordenar sus ideas, a aclarar donde están sus incoherencias, porque el dolor y la insatisfacción suelen aparecer cuando hay incoherencias en el sistema mental de cada uno”. Quien se encuentra o está atravesando una situación de crisis, dificultad, confusión, abatimiento, tristeza, desánimo, desaliento puede tratar de resolver sus dilemas o problemas hablando con una persona de confianza, con un familiar o con un amigo,  pero hacerlo con el filósofo permite eliminar la carga afectiva, hablar sin temor a causar sufrimiento a personas del entorno, recibir una visión externa y diferente del problema y beneficiarse de la formación intelectual y de las habilidades de estos profesionales para hacer las preguntas precisas, ordenar la reflexión, discernir las prioridades o relativizar los estímulos. El filósofo ayuda a pensar, a reflexionar, a elaborar el árbol de decisiones, a sopesar los pros y contras y los efectos de cada posible decisión.

“La estrella de este tipo de asesoramiento es saber hacer buenas preguntas, y el filósofo cuenta con un bagaje que le permite hacer las oportunas para que la persona explicite su filosofía de vida, porque muchas veces lo que dificulta el poder tomar una decisión es la propia manera de pensar, porque se tienen en la cabeza ideas que juegan en nuestra contra, o alguien se ha construido una filosofía de vida que le conduce a la infelicidad”. Eso no quiere decir que el asesor le diga lo que ha de hacer con su vida, sino que, al hacerle reflexionar con sus preguntas o al confrontar su manera de ver la vida con las expresadas por otros pensadores, esa persona puede ver lo que le ayuda o perjudica, recupera confianza y capacidad de dar respuesta a sus propias situaciones. “Se trata de que a través de las preguntas la persona se aclare y llegue a sus propias conclusiones, que pueden coincidir o no con las del profesional. Claro que cada asesor filosófico tiene su método de trabajo, y mientras algunos tratan de aclarar el embrollo mental de su cliente mediante el diálogo socrático o mayéutico, a base de preguntas y respuestas, otros se apoyan también en películas para alentar la reflexión y la opinión de la persona. Y los hay que complementan su trabajo con determinadas lecturas o que recurren a la escritura para que la persona pueda expresarse de forma más reflexiva. Otros complementan el diálogo con ejercicios escritos muy centrados en que la persona descubra los valores que dan sentido a su vida y compruebe si su forma de vivir o la decisión que le atormenta están en consonancia con ellos. En ese caso la filosofía es útil para diferenciar valores y deseos y que la decisión –aunque suponga una renuncia– la tomen con menos culpa sabiendo que se fundamenta en los valores que rigen sus vidas”.

A diferencia de los psicólogos –que acostumbran a buscar el por qué de los problemas o padecimientos de sus clientes–, al filósofo sólo le interesa el para qué, cuál el propósito de vida de esa persona y qué está haciendo para llegar a él, al tiempo que busca aclarar si su forma de vida es coherente con los valores por los que quiere regirse. En momentos de crisis, cuando tienes un embrollo mental, responder a qué valores dan sentido a tu vida, qué es lo que te sirve de ancla, se convierte en un agarradero, en un faro que pone luz y orden en tu cabeza. Este tipo de filósofos ponen distancia entre su trabajo y el de los psicólogos, psiquiatras y coaches porque enfatizan que ellos no diagnostican y que su asesoramiento no persigue curar o dar soluciones, sino que se limita a ayudar a sus clientes a pensar y ser conscientes de sí mismos y sus realidades, si bien eso a menudo acaba sirviendo para reducir o aliviar su malestar. Admiten, no obstante, que hay terapias psicológicas, como la humanista, la Gestalt o el psicoanálisis, que no están muy alejadas del enfoque filosófico. El planteamiento de estos asesores filósofos es acompañar al consultante en la tarea de pensar por sí mismo a través de un diálogo reflexivo. La tarea de este tipo de asesores es acompañar a personas a enfrentar momentos difíciles en su vida: pérdidas, desilusión, apatía, crianza, crisis existenciales, bloqueos laborales, problemas familiares, procesos de identidad de género y orientación sexual, etc. 

El perfil de los consultantes es muy variado: adolescentes que buscan saber quién son y hacia dónde dirigir su vida, adultos que se plantean un cambio de trabajo o afrontan una ruptura de pareja, personas con una crisis de edad, faltos de motivación o de relaciones personales... Aunque no es necesaria una situación complicada para comenzar un proceso de autoconocimiento para crecimiento personal. Las claves son la comprensión y el desarrollo de una conciencia que nos permita una mayor apertura en nuestro día a día. El asesoramiento filosófico es una herramienta básica para acercarte críticamente a tu vida, ser capaz de comprenderte mejor y darte el espacio necesario para poder vivir una vida satisfactoria. No es un trabajo fácil, pero cada día puedes aportar un poco más de luz a tu vida y ampliar esa mirada consciente en la que poder descansar.

4. ¿Por qué un Asesoramiento Filosófico?

Nuesstra propia filosofía de la vida. Todo hombre tiene su propia filosofía de la vida, tanto si es consciente de ello como si no, y de que es esta filosofía (escala de valores, creencias sobre sí mismo y sobre la realidad) la que configura su mundo propio y determina su modo de estar y de sentirse en el mundo. Son nuestras ideas y creencias básicas sobre la realidad las que determinan el modo en que vivimos y nos sentimos. La mayoría de los conflictos personales que puedan plantearse radican en la implícita –y en buena medida inconsciente– visión del mundo que tenemos. Sólo la lucidez, la reflexión crítica, la toma de conciencia de la realidad de ese sustrato de pensamiento que, muchas veces a nuestro pesar, condiciona nuestra vida y nuestro obrar, nos permite dejar de reaccionar y comenzar a actuar; nos permite empezar a retomar las riendas de nuestra vida y ser los co-creadores conscientes de nuestro propio destino.

El Asesoramiento Filosófico es una profesión que procede de la Filosofía entendida como arte de vivir. De hecho, así es como nació en la antigua Grecia y se desarrolló en la antigua Roma hasta que, a partir de la Edad Media, coge protagonismo absoluto la filosofía especulativa, que es la encauzada a la construcción de sistemas explicativos del mundo y que se enseña en las universidades, pero ajena al propio desarrollo personal. Salvo excepciones, no es hasta 1982 que el filósofo alemán Gerd Achenbach retoma la antigua concepción grecorromana de aplicar la Filosofía a la vida cotidiana para procurar la felicidad, la imperturbabilidad, la autorrealización personal y una vida virtuosa (ética).

El Filósofo Asesor es un profesional (un doctor o graduado en Filosofía que además se ha formado en uno o diversos enfoques de Asesoramiento Filosófico) que ofrece una relación de ayuda para que el asesorado se conozca a un nivel profundo con vistas a mejorar su vida. Mediante un diálogo profundo aborda las dificultades y problemas vitales del asesorado (desde problemas personales hasta inquietudes relacionadas con el ámbito social, profesional, cultural y existencial), con la intención de clarificar y desarrollar su filosofía de vida. El filósofo facilita la reflexión profunda conjunta y no ofrece una terapia alternativa sino una alternativa a la terapia, ya que en la mayoría de las veces no hay nada que “curar” sino sólo orientar, resolver o simplemente reflexionar. Las bases para el diálogo son el sentido común, la empatía, la capacidad de autocrítica y la honestidad. Se acompaña al asesorado en un marco de libertad y seguridad a través de un diálogo que propicie la apertura necesaria para que salgan a la luz las causas más profundas (esquemas) que originan su malestar vital y poder resolver el problema desde la raíz. El Asesoramiento Filosófico es un viaje interior de autoconocimiento para que encuentres tu Centro y disfrutes de la vida desde él. El AF es un abordaje psicopedagógico efectuado a través del diálogo racional que mantiene un filósofo práctico con su asesorado (cliente). La finalidad es profundizar en la comprensión del asesorado con el fin de obtener mayor claridad mental, salir del sufrimiento, encontrar sentido y fluir en el proceso de la vida.

Entre el 90% y 95% de la población mundial no sabe pensar — Dr. Robert Schwartz (Universidad de Harvard). Efectivamente todos pensamos, pero no todo el mundo sabe razonar, porque esto se aprende. La Praxis Filosófica no substituye a la psicología, ni a la psiquiatría, al igual que éstas tampoco pueden substituir la práctica filosófica, simplemente porque son enfoques metodológicos e ideológicos distintos, donde la filosofía práctica destaca fundamentalmente en el arte de saber pensar de forma lógica, desprejuiciada, lúcida y autónoma. Aunque el Asesoramiento Filosófico tiene incuestionables efectos terapéuticos, no se enfoca primordialmente como una terapia al uso, sino como un abordaje psicopedagógico de autoconocimiento con vistas a la realización personal. La Filosofía tiene como finalidad la formación del hombre práctico, el saber para la vida real y la preparación de actitudes que lo guíen en la vida y lo conduzcan al éxito — Isócrates (Discursos). El ser humano para vivir tiene que pensar, le guste o no. Si piensa mal, esto es, sin íntima veracidad, vive mal, en pura angustia, problema y desazón. Si piensa bien encaja en sí mismo -y esto, encajar en sí mismo, es la definición de felicidad. — Ortega y Gasset (A cerca de Galileo)

Todo el mundo piensa, pero mucho de nuestro pensar es arbitrario, distorsionado, parcializado, desinformado o prejuiciado. Sin embargo, nuestra calidad de vida y de lo que producimos, hacemos o construimos depende, precisamente, de la calidad de nuestro pensamiento. La excelencia en el pensamiento debe aprenderse y ejercitarse de forma sistemática. Los filósofos asesores te ayudamos a conseguirlo. El asesoramiento filosófico no es otro enfoque psicológico, no es una terapia, no damos consejos, no nos dedicamos a escuchar, ni diagnosticamos, y por supuesto no asesoramos (aunque se nos llame “asesores”), de ahí que es preferible llamarlo “acompañamiento” filosófico. Nuestra labor es hacer preguntas apropiadas y de impacto que hagan a nuestro interlocutor tomar conciencia de sus puntos ciegos, de comprender(se), aceptarse, y de ser autocrítico para después tomar, por sí mismo, las mejores decisiones y llevarlas a cabo. La finalidad del asesoramiento filosófico es la de favorecer que nuestras filosofías no plenamente conscientes y, por lo mismo, necesariamente deficientes, se transformen en filosofías reflexivas y maduras y, en cuanto tales, favorecedoras del goce productivo de la vida.

Elaboración a partir de materiales diversos

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Ver también:

Orientación, dirección, sentido...

Asesoramiento Filosófico Sapiencial

sección: FILOSOFIES PER A LA VIDA


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