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Tiempo de interrogantes

Saber, conocer, comprender... una imperiosa necesidad de nuestros días.

No podemos vivir por más tiempo de espaldas al mundo, al hombre, a la naturaleza. No podemos seguir acallando nuestras dudas e inquietudes. No debemos seguir ignorantes de la mayoría de los porqués de cuanto sucede en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos.

La aventura humana no puede quedar reducida a pasar por la vida sin intentar preguntarse siquiera sobre su sentido y sobre sus condicionantes.

Uno de los impulsos vitales del hombre: el deseo de conocer, reflexionando acerca de la complejidad de cuanto nos sucede y rodea. Si algo nos distingue a los humanos del resto de especies es precisamente la necesidad de saber y la capacidad de transmitir lo aprendido.

En nuestros días «saber», «educarse», «formarse» sigue siendo una necesidad para todos nosotros. Hoy todos recibimos una avalancha de información, una gran variedad de enfoques sobre temas distintos o posturas divergentes sobre un mismo fenómeno. Corremos el riesgo de quedar sepultados bajo tal cascada de datos dispersos, incluso contradictorios.

Los hombres y mujeres de nuestro tiempo han recibido una educación y una formación mejor que la de generaciones anteriores pero que el progreso de los tiempos las convierte ya en insuficientes. Precisamos continuar nuestra formación porque corremos el riesgo de quedar sepultados bajo tal cascada de datos dispersos.

No podemos vivir por más tiempo de espaldas al mundo, al hombre, a la naturaleza. No podemos seguir acallando nuestras dudas e inquietudes. No debemos seguir ignorantes de la mayoría de los porqués de cuanto sucede en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos. La aventura humana no puede quedar reducida a pasar por la vida sin intentar preguntarse siquiera sobre su sentido y sobre sus condicionantes y contradicciones.

SABER, UNA NECESIDAD

El viejo Maestro del cuento de Boccaccio, a pesar de sus muchos años, conservaba uno de los impulsos vitales del hombre: el deseo de conocer. Las diferentes versiones relatadas por sus interlocutores le llevaron a seguir reflexionando acerca de la complejidad de cuanto nos sucede y rodea, lo que explica tantas versiones -visiones- parciales.

De forma similar transcurre la historia del hombre. Solo que en este caso la curiosidad se orienta hacia algo aún más importante. Cuando nuestros remotos antepasados manipulaban los objetos hasta aprender a obtener provecho; cuando inventaron con enorme esfuerzo el uso de la rueda, la construcción del hacha; cuando dieron con el milagro del fuego, se estaban jugando su propia vida, pero también la supervivencia de nuestra especie. Si algo nos distingue a los humanos del resto de especies es precisamente la necesidad de saber y la capacidad de transmitir lo aprendido. Estos dos aspectos constituyen las claves de la aventura humana.

Cada hombre tiende a repetir durante su vida el proceso de la Humanidad. Y hoy, aunque contamos con medios mucho más avanzados, saber sigue siendo una necesidad biológica para todos nosotros.

Pero, al igual que el viejo Maestro, recibimos versiones variadas y parciales sobre los hechos y las cosas que nos afectan, expresadas con frecuencia en un lenguaje oscuro. No todos tienen el tiempo o la paciencia del viejo Maestro para explicar el significado de ciertas cuestiones a los más jóvenes o a los que dispusieron de menos oportunidades para formarse, como él hizo con su hija menor.

Otras veces, la desconexión entre lo que se enseña o aprende y la vida produce desencanto: el desencanto de no llegar a conocer, a comprender, a descubrir lo que se desea, lo que se necesita.

100 CLAVES PARA VIVIR HOY Y PREPARAR EL MAÑANA

Todos, jóvenes y adultos, recibimos hoy una avalancha de información. El vertiginoso desarrollo de las comunicaciones - prensa, radio, televisión, libros- lo hace posible e inevitable. Son múltiples los medios a través de los que diariamente nos llega una gran variedad de enfoques sobre temas distintos, posturas divergentes sobre un mismo fenómeno. Continuamente aparecen nuevos conocimientos y se producen avances científicos y técnicos.

Corremos el riesgo de quedar sepultados bajo tal cascada de datos dispersos, incluso contradictorios. ¿Cómo elegir en ese río revuelto lo que es significativo, lo que resulta clave para nuestra vida?

Uno de los retos culturales más importantes consiste en facilitar a los hombres y mujeres de hoy una visión moderna, completa en lo posible y crítica de cuanto puede servirnos para actuar mejor en el presente y afrontar con más seguridad el futuro.

SABER, NECESIDAD SOCIAL

El hombre y la mujer, en la fábrica, en la oficina, en la tienda o en el campo, repiten día tras día un trabajo manual, intelectual o técnico más o menos especializado que acaban conociendo bien. Pero, ¿qué ocurre en otras actividades distintas a la suya habitual?

Ese hombre y esa mujer recibieron una educación que el progreso de los conocimientos ha vuelto insuficiente. Precisan continuar su formación porque corren el riesgo de que su integración social y sus aspiraciones profesionales hallen obstáculos crecientes.

En la familia o en la escuela, los jóvenes no encuentran a menudo las respuestas que tienen derecho a esperar. Los adultos, absortos en sus quehaceres, tienden a ignorar - o a percibir como ajenos - valores y temas de capital importancia para las nuevas generaciones. ¿Cómo ser un hombre o mujer de nuestro tiempo?

TIEMPO DE INTERROGANTES

No podemos vivir por más tiempo de espaldas al mundo, al hombre, a la naturaleza. No podemos seguir acallando nuestras dudas e inquietudes. No podemos seguir abriendo interrogantes y luego no busca respuestas.

Necesitamos saber, conocer, comprender. No podemos seguir como aquel ferroviario que golpeaba cada día las ruedas del tren con un martillo sin saber para qué lo hacía. No debemos seguir por más tiempo en la "civilización del martillo", ignorantes de la mayoría de los porqués de cuanto sucede en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos. La aventura humana no puede quedar reducida a pasar por la vida sin intentar preguntarse siquiera sobre su sentido y sobre sus condicionantes.

El hombre es inteligente, pero en ocasiones no ejerce como tal. Inteligencia es sorprenderse, plantearse interrogantes, buscar respuestas. Siglo XXI, tiempo de interrogantes, tiempo de respuestas.



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