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Anatomía del deseo

El secreto para vivir bien consiste, en primer lugar, en desear lo que es necesario y, después, en amar lo que se desea.

La cultura de la ganancia

Haz de ti mismo un ser sencillo, abraza tu naturaleza de origen, refrena tu egoísmo, restringe tus deseos. (PROVERBIO CHINO)

Estamos sumergidos en una cultura basada en la economía, que nos mueve a sustituir el placer por la ganancia y que nos hace esclavos de una absurda contabilidad del deseo. Se nos quiere hacer creer que placer equivale a consumo. Intentan despertar nuestros deseos de consumir y de ganar. Ambos son dos de los valores primordiales de nuestra sociedad capitalista.

La cultura occidental presiona para favorecer la insatisfacción y la agresividad. La necesidad de incentivar el consumo, la velocidad de las innovaciones tecnológicas, el progreso económico y nuestra forma de vida se basan en la continua incitación al deseo. Nos hemos condenado a vivir entre la ansiedad y la frustración. Así es que, cuando satisfacemos una necesidad, aparece una nueva propuesta de deseo que nos mueve a intentar satisfacerla. En este engranaje necesidad-deseo-satisfacción-consumo no hay lugar para la felicidad, sólo para la angustia y la insatisfacción.

El deseo primordial

El Corán nos advierte sabiamente de que se nos pedirán cuentas de todos los placeres permitidos de la vida que no hemos querido gozar cuando estábamos en la Tierra. Es importante clarificar los términos deseo y carencia. Podemos desear aquello que nos falta, esto sería una carencia, y sufrir y sentir ansiedad hasta satisfacer el deseo. También podemos desear aquello que no nos falta y ya tenemos y, entonces, sentirnos felices.

Para Epicuro la lista de ingredientes esenciales del placer contendría los siguientes elementos: tener las necesidades básicas cubiertas, amistad, libertad y reflexión. Para este autor, tener dinero sin amistad, ni libertad, ni vida reflexiva, nunca nos llevará a la felicidad.

El deseo es la fuerza de la vida que se manifiesta y nos da la capacidad para buscar algo que nos mueva y produzca placer. La sexualidad sería un buen ejemplo de ello.

La constelación del deseo

Podríamos unir el deseo con la motivación y la automotivación. El deseo es el impulso más primario que mueve al ser humano. Ansia, inquietud y miedo pueden acompañar al deseo. También, en función del éxito para conseguir el objeto de deseo, podemos encontrar en esta constelación la satisfacción o la insatisfacción, el placer o el dolor.

Los objetos de deseo

Sólo tiene el deseo de libertad quien tiene imaginación y una mente despierta. Es importante diferenciar el hecho de desear lo necesario o lo que nos conviene, del deseo de lo que es prescindible y de lo que, incluso, a veces no es bueno para nosotros.

Epicuro distingue tres grandes familias de deseos: los deseos naturales necesarios, los deseos naturales innecesarios y los deseos que no son naturales ni necesarios.

  • Los deseos naturales necesarios incluirían lo que nos mueve a cubrir nuestras necesidades básicas: respirar, nutrirnos, movernos, protegernos del medio, del dolor, descansar, reproducirnos, relacionarnos, sentirnos respetados y queridos, pertenecer a algo y realizarnos.
  • Dentro del segundo grupo, deseos naturales innecesarios, habría, por ejemplo: comer bien, beber licores refinados, vestir con ostentación o con ropa de «marca», una vivienda de lujo, etcétera.
  • Finalmente, dentro del tercer grupo o deseos no naturales ni necesarios: riquezas, poder, honores y otros.

Nuestra felicidad o infelicidad pueden depender, en buena parte, de nuestra selección de posibles objetivos de deseo. Es necesario seleccionarlos de forma inteligente ya que las acciones que haremos para satisfacer nuestros deseos pueden llegar a condicionar parte de nuestra vida.

SINTOMAS DE DETERIORO

Si alguien me dice que el deseo le ha hecho perder la libertad es porque no conoce la pasión por la libertad.

Ojo con lo que deseas, puede serte concedido

Tener deseos no es, por sí mismo, un problema. La cuestión fundamental es cómo canalizamos esta fuerza enorme que genera el deseo, hacia qué objetivos y, sobre todo, si el cumplimiento de nuestros deseos supone una mejora de nuestra adaptación al entorno o dificulta nuestro proyecto de vida. Si bien la lucha para dar cumplimiento a algunos de nuestros deseos puede comportarnos problemas, debemos tener muy presente que también puede ser un problema no tener ningún deseo.

Cuando tener es más importante que ser

El sistema humano no funciona correctamente si sólo satisface sus necesidades materiales y no aquellas necesidades y aptitudes que le son propias, específicamente humanas, como el amor, la ternura, la razón y la alegría. ERICH FROMM

La apatía es una enfermedad que consiste en la falta de impulso interno, de curiosidad para saber, de interés por nosotros mismos, por el mundo y de fuerza para actuar. Varios psiquiatras infantiles explican que hace unos años predominaban las patologías que tenían su origen en la represión, mientras que ahora cada vez tratan más casos de apatía en personas jóvenes.

¿Qué está pasando? Una explicación es que nuestra sociedad ha fomentado, como objetivo esencial, consumir y tener, en lugar de potenciar la dimensión del ser y la enorme oferta de consumo puede abortar el deseo de conseguir las cosas. La falta de objetivos personales y el hecho de sentirnos estimulados sólo si conseguimos o acaparamos cosas, son otros factores a considerar. Tenemos muchas cosas, pero ¿tenemos objetivos estimulantes? ¿Qué nos mueve a actuar? ¿Qué nos estimula? Lo cierto es que cuando uno consigue aquel objeto que tanto había deseado, no sólo no es feliz sino que vuelve a sentirse vacío.

La violencia del deseo

Sólo hay una esperanza para contener la ola de violencia: hay que recuperar una sensibilidad para todo lo que está vivo. ERICH FROMM

Cuando la fuerza interior provocada por nuestro deseo insatisfecho se descontrola, cuando el ansia es tan grande que ya toma las riendas y domina nuestra mente; cuando la obsesión por el objeto de deseo atenta contra nuestra salud física y mental o cuando la vía para conseguirlo es la vía violenta, nuestra parte más primaria aflora y captura a nuestra mente racional. El homo demens domina al homo sapiens. ¡Estamos en peligro!

Fuente: SOLER-CONANGLA: Ecología emocional


Ver también: LES NECESSITATS HUMANES


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