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De la humanidad vulnerada a la inhumanidad constatada

De la humanidad a al inhumanidad. De la vulnerabilidad a la fortaleza de ánimo, al ímpetu del espíritu

De lo humano vulnerado a lo humano resignificado, desde la experiencia espiritual de Etty Hillesum

El ser humano, en medio del extraordinario desarrollo científico y tecnológico, no ha logrado desarrollar del mismo modo toda su capacidad espiritual y su compromiso ético.

Por Rosana E. Navarro, Magíster en Teología

Desde que Malraux afirmó que “el problema capital del final de siglo será el problema religioso” y luego Rahner planteó que “el cristiano del futuro o será un místico, una persona que ha experimentado algo, o no será”, muchos estudiosos han buscado alternativas para dar viabilidad a este planteamiento de corte profético. Esta demanda se hace mayor en el momento actual, particularmente crítico por su complejidad, por la confluencia de un nuevo despertar religioso y un desplazamiento hacia la interioridad, en medio del inminente peligro de afirmar la deshumanización.

A la base de la actual situación subyace un asunto de humanidad. El ser humano, en medio del extraordinario desarrollo científico y tecnológico, no ha logrado desarrollar del mismo modo toda su capacidad espiritual y su compromiso ético. (Rosana E. Navarro). ¿Cómo emerge eso propiamente humano que busca una más alta "humanización" de nosotros mismos y de los demás? Algo de esto intentó describir E. Fromm a través del cultivo personal de lo que él demominó "experiencias humanas típicas" (ver aquí). Presentamos unos fragmentos del trabajo de la autora "DE LO HUMANO VULNERADO A LO HUMANO RESIGNIFICADO. Desde la experiencia espiritual de Etty Hillesum"

Resumen

Aunque la vulnerabilidad pertenece a la entraña misma de nuestra humanidad, puede convertirse en expresión de lo que no es humano cuando provoca una humanidad vulnerada que hace que muchos seres humanos se resistan al aparente sin sentido de su situación. Hoy somos testigos de un panorama de amplias y profundas búsquedas espirituales, y de lo que algunos han llamado ‘retorno a la interioridad’. Así, con el pretexto de la búsqueda incansable de la realización y plenificación humana, esta reflexión se aproxima al itinerario que desde su propia experiencia de vulnerabilidad nos ofrece Etty Hillesum, joven judía muerta en Auschwitz. Al resaltar algunos matices de su itinerario espiritual, se propone acceder a una forma de experiencia espiritual contemporánea promotora de humanidad.

Palabras iniciales

Puesto que “la experiencia de nuestro existir en el mundo debe conferir sentido y realidad a nuestro hablar teológico” (Schillebeeckx, 1973, p.19), será el itinerario vital de una mujer creyente el que inspire y provea el objeto propio de esta reflexión teológica.

Somos invitados a la vida. Lo humano impregna todos los escondrijos de nuestro mundo, en el que, a la vez, conviven la caricia del amor y la herida del sufrimiento. Las crisis que afectan actualmente nuestro mundo en los ámbitos del sujeto ‒donde conviven huida y retorno a la interioridad, evasión nihilista, ausencia de Dios, centramiento en el yo, anhelos espirituales‒, de la sociedad ‒crisis manifestada en los altos índices de pobreza, marginalidad, exclusión, violación de derechos humanos, desigualdad, corrupcion‒, y de la religión, muestran una realidad que no dejan de hablarnos acerca del sufrimiento y del dolor de muchos seres humanos vulnerados. Se acrecientan los temores sobre el peligro de la deshumanización. Por ello, hablar hoy de crisis en el mundo no es un asunto novedoso. Aunque existen muchas ideas y comprensiones diferentes acerca de la crisis, hay dos situaciones que de modo particular se pueden evidenciar: la desproporción entre los avances de la ciencia y de la técnica en relación con el desarrollo y crecimiento espiritual de la humanidad. Esto de algún modo incide en una segunda situación: hechos atroces, injusticia, exclusión, muerte prematura, que son indicios claros de deshumanización, hundimiento espiritual, en últimas, de lo que algunos han llamado ‘crisis de Dios’, que se traduce en una crisis de humanidad.

Esta crisis se hace evidente de muchos modos: el mundo no puede callar, la humanidad grita y emergen sus heridas al lado de unos cuantos que miran, oyen y callan; enfrentamientos, guerras, desastres, seres humanos en situación de vida infrahumana.

La vida continúa… ¿Por qué en la sociedad actual hay tanta gente “enferma”, desilusionada? ¿Por qué abundan la depresión, el estrés, los complejos, el insomnio? ¿Por qué a la vez hay tantos que buscan un refugio en la espiritualidad? ¿Por qué abundan los libros de autoayuda y las obras sobre espiritualidad? ¿Por qué se incrementa en occidente, de un tiempo para acá, la práctica de la meditación? Al creyente y al no creyente se le plantean muchas preguntas en lo que tiene que ver con la esencial búsqueda humana de sentido y comunión. Todo esto habla de la presencia de un anhelo humano de recuperación, de reencuentro, de resignificación.

¿Es posible recuperar y resignificar lo humano hoy? ¿Cómo? ¿Desde dónde? ¿En qué condiciones? El escenario mundial presenta un panorama de amplias búsquedas del sentido de la vida, expresadas en diversidad de prácticas religiosas, imágenes de Dios, un nuevo despertar religioso, tiempo de desencantamiento y reencantamiento, de secularización y pos-secularización, de incredulidad y credulidad. Tiempo también de un desplazamiento hacia la interioridad. Este fenómeno es considerado como parte de la realidad religiosa y espiritual de la sociedad contemporánea. Vivimos los tiempos del olvido del ser y del retorno al ser. En este contexto, acudimos a Etty Hillesum, una mujer judía del siglo XX que vivió la durísima realidad del holocausto.

Entre lo humano vulnerable y lo humano vulnerado

Solamente los seres humanos tenemos en nuestras manos la misión de vivir y convivir. Como tales, pretendemos construir humanidad. Sin embargo, sólo el ser humano posee también la facultad de ‘no ser’ y hacerse inhumano. Lo inhumano se presenta de muy diversas formas, y se refiere a todo aquello que no permite que lo humano se desarrolle tanto en quien provoca lo inhumano como en quien lo padece. Así, surge el ser humano vulnerado, alguien que por causa de otro o de sí mismo se convierte en sujeto de inhumanidad, y esto le supone una especie de ausencia inconsciente o sufrimiento y dolor que le impiden vivir plenamente o que incluso lo conducen a la muerte.

La expresión ‘vulnerado’ proviene del latín vulnerāre, de vulnus, y significa ‘transgredir, quebrantar, dañar, perjudicar, herir’. Por su parte, vulnerable significa: “que está en riesgo de ser herido o dañado física o moralmente”, y por tanto, que está en riesgo de inhumanidad.

Como identidad encarnada, el ser humano es imposibilidad de ocultarse al otro, ello conlleva la vulnerabilidad, el dolor, la enfermedad, el cansancio. La vulnerabilidad permite descubrir que un ser humano no es su total humanidad. Por eso, según Panikkar, hablar de ‘lo humano’ es reconocer la vulnerabilidad, la posibilidad de ser vulnerado y también el continuo riesgo de ‘lo inhumano’.

Vulnerabilidad como debilidad originaria es un rasgo propio de todo ser humano, es decir, que pertenece a la entraña misma de nuestra humanidad; por ser humanos, somos vulnerables y, por tanto, la vida transcurre en el desarrollo y crecimiento que implica como ser vulnerable el estar abierto a los otros. Así, la vulnerabilidad es a la vez fragilidad y posibilidad de plenitud. Según Stålsett, la vulnerabilidad es también un valor ético vinculado con la dignidad y la justicia. Antes que conducirnos a la preocupación y obsesión por la seguridad, debe ser asumida como riesgo y posibilidad de nuestra existencia.

El escenario mundial en que vivimos no deja de ser amenazante e intimidante, no sólo por las amenazas naturales, las guerras, la destrucción ecológica, sino principalmente por el sometimiento e injusticia al que están expuestos tantos seres humanos marginados, excluidos, desechados, ignorados, seres vulnerados en muchas dimensiones. Ayer y hoy siguen existiendo escenarios de inhumanidad en expresión exponencial. Tal fue el escenario en que vivió Etty Hillesum, y desde el cual, paradójicamente, logró dar sentido a su existencia.

En el entorno de Etty Hillesum, muchos seres humanos, incluida ella misma, fueron testigos y víctimas del horror, fueron vulnerados. Pero, ¿cómo desde la vida humana vulnerada es capaz de emerger una fuerza mayor que impide que todo quede en el vacío y ausencia de sentido? Incluso para llegar a afirmar:

La enorme fuerza consiste en considerar la vida, aun cuando uno muera de forma deplorable, plena de sentido y hermosa, viendo todo lo que uno ha realizado en su interior y por lo que mereció la pena vivir. No puedo explicar esto mejor. (Hillesum, 2007 p.126)

Hablamos de una dimensión honda y fundamental del espíritu humano donde el sufrimiento se transforma y significa a través de una acción terapéutica perfecta: la acción Divina que se pronuncia en la fragilidad humana. Esta dimensión honda y casi escondida del espíritu humano es capaz de emerger a la consciencia e irradiar sentido a todo el ser humano a pesar de su fragilidad y gracias a ella.

Fuente: DE LO HUMANO VULNERADO ETTY HILLESUM, en Cuestiones Teológicas, Vol. 42, No. 97 (Enero - junio, 2015)


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