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La figura de Jesús de Nazaret en el contexto sociológico de su tiempo

La aparición de Jesús en el contexto del pueblo judío

Jesús de Nazaret ha sido una de las personalidades más influyentes que podemos encontrar en la historia de la humanidad. A pesar de los siglos transcurridos desde que iniciara su andadura alrededor del mar de Galilea con un puñado de discípulos, la mayoría de ellos pescadores, y de la ambigua posición que manifiesta la cultura dominante ante tan llamativa personalidad, hoy somos muchos los que continuamos interesados en el conocimiento y la profundización de tan enigmática persona.

Se ha discutido enormemente entre los estudiosos cómo incardinar la figura de Jesús dentro del pensamiento judío de la época representado por las sectas o partidos religiosos que existían en Palestina en tiempos de Jesús. ¿Era éste un independiente sui generis? ¿Puede situárselo más bien, y a pesar de los testimonios negativos evangélicos, dentro de alguna rama del fariseísmo y en concreto en el ala más radical? ¿Tiene paralelos en la vida judía de su tiempo el grupo de los discípulos que congrega Jesús en torno a sí y que será el germen de la primera Iglesia?

La figura de Jesús ha sido interpretada de muy diversas maneras. Hay quienes han querido presentar a Jesús como un loco o un farsante, como un radical inconformista, un automarginado social, indiferente al dinero, despegado de los lazos familiares y de las apariencias sociales, condenado por la sociedad de su tiempo como criminal por su compromiso con los marginados, alguien que quiso desmantelar las estructuras de su tiempo negando sus valores esenciales o como ideador de un programa político, como jefe de un movimiento popular contra el gobierno romano opresor.

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536 a. C. - 70 d. C. Época del II TEMPLO
Restauración y época PERSA
539 - 333 a.C. Regreso del destierro y reconstrucción del Templo. Esdras y Nehemías reformadores (s. V)
Profetismos post-exílico. Movimiento sapiencial.
Compilación Pentateuco (JEDP). Tradición profética (Ag, Zac, Mal, Is III; Abd; Jl; Jn). Tradición sapiencial (Prov; Job). Obra del Cronista (1-2Cr; Esd; Neh). Otros libros: Cantar; muchos salmo; Rut, Tobías.
EPOCA HELENÍSITCA
333 - 63 a.C. Palestina cae bajo el dominio de Alejandro Magno (hijo de Filipo I de Macedonia). Judea Sometida a los Ptolomeso (314-197 a. C.) y a los Seléucidas (197-142 a. C.). Rebelión Macabea ante persecución de Antíoco Epífanes (167-164a. C.). Surgen fariseos, saduceos y esenios. Movimiento sapiencial y apocalíptico.
•Tradición sapiencial : Qohelet (Eclesiastés); Sirácide (Eclesiástico); Sabiduría. • Tradición apocalíptica: Daniel • Otros libros: Baruc; Ester; Judit; 1-2 Macabeos. • Traducciones: LXX (griego) Targumim (arameo) • Literatua intertestamentaria  
200 a. C.: Aproximadamente traducción  Antiguo Testamento al griego (versión de los LXX) 
168 a. C.: Rebelión de los Asmoneos.  Reinado de los Asmoneos.  Constitución  principales grupos religiosos: fariseos, saduceos, esenios. 
INCORPORACION AL IMPERIO ROMANO 
63 a. C. Incorporación de Palestina al imperio romano (Pompeyo) 
37 a.C. - 4 a.C. Herodes el Grande gobierna Palestina
27 a.C.- 14 d.C.   Augusto
7 - 4 a.C. Aproximadamente nacimiento de Jesús de Nazaret
14 – 37 d.C: Tiberio
26 - 36 d. C. Poncio Pilato, prefecto romano, gobierna Judea, provincia romana
27 - 28 d. C. Juan el Bautista, inicia su predicación
28 - 29 d. C. Inicio vida pública de Jesús de Nazaret
30 - 33 d. C. Aprox. crucifixión de Jesús de Nazaret
Primeras tradiciones orales sobre Jesús / Primeras comunidades cristianas: judeo-creyentes, helenistas, (Jerusalén /Antioquía) judeo-cristianos.../ Tradiciones orales y escritas. Hipótesis Fuente Q / Composición primeros materiales de lo que constituirá posteriormente el Nuevo Testamento.
70 d. C. ... Tito conquista Jerusalén. Destrucción del Templo. Dispersión de los judíos por todas las regiones del imperio romano (Diáspora). Flavio JOSEFO: Antigüedades judías (94dc)

El período del Segundo Templo

El pueblo judío, como otros muchos pueblos, a lo largo de su historia estuvo sometido primero bajo la dominación de los persas (539-332 a. C.), luego bajo los griegos (332-167 a. C.), luego bajo un reino asmoneo independiente (140-37 a. C.) y luego bajo los romanos (63 a. C.-132 d. C.). El período del Segundo Templo en la historia judía comprende entre el 530 a. C. y el 70 d. C. El período del Segundo Templo terminó con la primera guerra judeo-romana y la destrucción romana de Jerusalén y del Templo. Durante este período se formaron las sectas de fariseos, saduceos, esenios y zelotes.

Durante este período, el judaísmo del Segundo Templo estuvo moldeado por tres grandes crisis. Primero vino la destrucción del Reino de Judá en 587/6 a. C., cuando los judíos perdieron su independencia, su monarquía, su ciudad santa y el Primer Templo; y fueron en su mayoría exiliados a Babilonia. Hacia el en 586 a. C. el Reino de Judá fue conquistado por los babilonios y el Templo de Jerusalén destruido. La élite fue deportada a Mesopotamia, dando lugar a lo que se conoce como el Cautiverio en Babilonia, pero en 538 a. C. el rey persa Ciro el Grande, que entonces ya dominaba Babilonia, dio a través de un edicto su consentimiento para el regreso de los judíos a su tierra nativa y parte importante de la población judía regresó a su patria y reiniciar allí sus actividades y costumbres de vida. La segunda crisis fue la creciente influencia del helenismo en el judaísmo, que culminó con la rebelión macabea de 167 a. C. La tercera crisis fue la ocupación romana de la región, comenzando con Pompeyo y su saqueo de Jerusalén en el 63 a. C.

Ideas centrales del judaísmo

Algunas de las ideas centrales del judaísmo durante ese período fueron una firmísima "creencia" en un Dios único, personal, que trasciende el mundo, pero que tiene con el mundo un contacto continuo. Este Dios es el "creador" del mundo, es el Señor del mundo. Yahvé era el Dios único. El judío tenía conciencia de ser criatura de un Dios único: sentimiento de obediencia hacia Él, temor respetuoso, confianza hacia su gobierno, agradecimiento por sus dones, en tiempos de Jesús este Dios se sentía próximo y por tanto no era inusual el apelativo de "padre".

El mundo es una entidad creada por Dios. No es algo especialmente desfavorable. El escenario en el que el hombre desarrolla su persona a través del trabajo. Un lugar en el que si estuviera ordenado hacia Dios podríamos tener una existencia incluso feliz. Durante el helenismo el mundo empieza a entenderse como zona de paso, lleno de "enemigos" contra los que hay que luchar para mantenerse fiel a Dios, a la espera de la intervención definitiva de Dios que restaurará el orden.

La biblia hebrea pone de relieve que el Dios de Israel se manifiesta en la historia:  Éste Dios lejano y trascendente se acerca continuamente al pueblo, en la historia. La revelación de Dios se va generando a lo largo de la historia. En la etapa final se produciría la intervención de Dios de modo especial, como en la primera época. En ella se restablecerá el orden producido por el mal y el pecado humano. El judío mantiene siempre la firme creencia en el cuidado divino. La relación de Dios con el ser humano: se establece a través de la Ley o Torah, en ella se manifiesta la voluntad de Dios. El pueblo se había comprometido a adorar a Yahvé como Dios único. Y Dios se había obligado, en contrapartida, a proteger, guiar y salvar a su pueblo. La pertenencia a la alianza se confirma, cumpliendo estrictamente relajo Ley. Jesús afirma una mayor valoración de la actitud interior respecto al prójimo y a la Ley.  Para el judío fiel Dios es el único y verdadero rey de Israel. Dios era el único y verdadero Rey de Israel.  Se esperaba el cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham, el Reino de Dios y su ejecución en la Tierra o en el mundo futuro. Era la obsesión de la mayoría de los judíos piadosos de la época de Jesús.  La realización práctica de este reinado sería llevada por El Mesías: figura personal, guerrero y sacerdotes, defensor de la Ley, sucesor de David, juez y consejero, depositario de los dones del Espíritu, Ungido de Yahvé, Dios con nosotros. Este ideario mesiánico se exaltará en tiempos de Jesús y será uno de los componentes principales del ideario religioso del pueblo judío de la época de Jesús.    

Sectas judías en tiempos de Jesús. La figura de Jesús de Nazaret

Al final de la época del Segundo Templo, la zona de Galilea prosperó y tenía una gran cantidad de pueblos y aldeas. La gran mayoría de sus habitantes era judía. La economía de Palestina siguió basándose en la agricultura, como lo había estado a lo largo de toda la Antigüedad. Junto a una minoría de judíos ricos, existía una ignominiosa pobreza en la masa del pueblo. Los labradores sin tierras, los refugiados de otros lugares y los obreros temporeros sin empleo constituían el reservorio del que obtenían sus fuerzas los tumultos y las rebeliones cada vez más frecuentes. En Galilea hicieron su aparición algunas de las más importantes tendencias de la vida religiosa y política de los judíos. Allí nació el cristianismo allí se iniciaron los movimientos extremistas por la libertad nacional. Toda Palestina estuvo durante una considerable parte de ese período envuelta en los disturbios y choques que estallaban tanto entre las autoridades romanas y los judíos como entre las poblaciones judía y gentil dentro del país.  

Se ha discutido enormemente entre los estudiosos cómo incardinar la figura de Jesús dentro del pensamiento judío de la época representado por las sectas o partidos religiosos que existían en Palestina en tiempos de Jesús. ¿Puede situárselo más bien, y a pesar de los testimonios nega­tivos evangélicos, dentro de alguna rama del fariseísmo y en concreto en el ala más radical?

FARISEOS: los fariseos y los saduceos formaban las dos corrientes principales del judaísmo normativo en el siglo I de la era común. Los primeros representaban la tendencia principal en el judaísmo de la época del Segundo Templo. Su actitud hacia Roma era moderada. Para ellos la etapa mosaica es considerada como el momento definitivo de la intervención de Dios, la actuación de Dios sobre su pueblo había terminado, la Torah era la base de esa religiosidad, los profetas eran considerados como suspicaces puesto que inducían a considerar abierta la obra de la revelación.

Su premisa básica era su absoluta fidelidad a la Torah, que influía en su vida diaria en todos los aspectos. Creían en la inmortalidad del alma y en los premios y castigos a cada persona tras la muerte. Concebían a Dios como la divinidad espiritual, trascendente e incomprensible, sabio, justo y misericordioso, padre de todos los seres humanos; el divino nombre no debe jamás ser pronunciado. Dios debe ser adorado y se le debe suplicar con oraciones en todo momento y lugar; no es necesario adorarlo en el Templo; la adoración agradable a Dios consiste en el estudio de la Ley y la oración. El ser humano, creado por Dios, posee la doble inclinación a lo bueno y a lo malo; no existe determinación divina; el hombre es libre para escoger entre el bien y el mal. Creen en la providencia divina sobre el mundo; ésta ayuda al hombre a realizar el bien, pero le deja el camino abierto si prefiere el mal; todos los hombres son iguales ante Dios, todos pueden salvarse aceptando la Torah y creyendo en un solo Dios. La misión de Israel, y la ley, es abrir este camino a todos los hombres. Los fariseos mantenían sus lazos con el Templo gracias a los preceptos legales escrupulosamente cumplidos: pureza ritual y diezmos. Cumplían los preceptos sobre la pureza ritual y los diezmos (impuestos religiosos sobre las cosechas para el sustento de sacerdotes y levitas). Reducían el contacto con aquellos que no los cumplían. (fariseos = separados). El cumplimiento de los mandamientos era primordial en su sistema de valores. Dentro de ese grupo se formaron asociaciones con la finalidad de una observación más estricta de los preceptos de pureza y los diezmos y poseían leyes y costumbres mucho más rigurosas y estrictas. 

Puntos de contacto entre Jesús y el fariseísmo:  La misma idea de Dios, la misma devoción por la Torah, las mismas discusiones respecto a su interpretación y aplicación a la vida diaria, las mismas formulaciones éticas (" no hagas al prójimo lo que no deseas que te hagan a ti"), el deseo de reducir la Torah a un precepto fundamental, el "amor a Dios y al prójimo" la misma creencia en la resurrección de los muertos, etc.. 

Principales divergencias:1. Jesús no se separa de los "pecadores"; 2. diferencia sobre la autoridad de la tradición oral, para los fariseos la ley oral (tradición de los ancianos) era normativa o más que la escrita. Jesús rechaza no sólo el demasiado énfasis en la pureza virtual, sino la tradición oral cuando contraviene claramente a la Ley escrita. 3. Para Jesús los valores humanos se hallan por encima de los preceptos rituales; 4. La letra de la Ley cede ante grandes principios fundamentales. 

SADUCEOS: Los saduceos en términos sociales representaban a una reducida fracción de las clases altas. La nueva oligarquía sacerdotal, formada durante las épocas de Herodes y de los gobernadores romanos, era esencialmente saducea. Eran la espina dorsal de la fe judía. Sus opiniones diferían de la de los fariseos en temas relacionados con el ritual del Templo, con la Ley y la vida diaria. Creían en el libre albedrío frente a la creencia mayoritariamente extendida de la predestinación. No creían en la resurrección de los muertos ni en los Ángeles; representaban los estratos más elevados de la sociedad judía (linaje sacerdotal) mantenían vínculos estrechos con el Templo (muchos de los círculos sacerdotales de la época pertenecían a su movimiento).

ESENIOS: los esenios que vivían en las ciudades y aldeas de Judea y no poseían propiedad privada. Eran los únicos que carecían por decisión propia de riquezas. No había esclavos entre ellos y nadie tenía casa propia. Vivían en comunidad. Cuidaban a los enfermos y los ancianos y les suministraban lo que necesitaban. Rechazaban el matrimonio por sus opiniones sobre la corrupción básica de la mujer. Creían en la predestinación.

LOS ZELOTAS:  Surgieron también unas sectas que, si bien concordaban con los puntos de vista del judaísmo fariseo, eran más extremistas que la mayoría de los fariseos en lo que a la lucha por la libertad política y la eliminación de la dominación romana se refiere. Aspiraban a la liberación nacional y consideraban la sumisión al poderío romano como la peor transgresión religiosa posible. Sentían un amor ilimitado por la libertad. Para ellos sólo Dios era su amo y señor, y estaban dispuestos a morir por él. Para ellos la libertad era un dogma religioso y la sumisión al dominio del emperador romano como un grave pecado y sacrilegio. Creían que debían apresurar la venida del Reino de Dios y que este prestaría su ayuda a aquel que cumpliera su voluntad (a través de continuas incitaciones a la rebelión, entrega de la propia vida en pro de ese sagrado ideal e intimidaciones a quien no estaba dispuesto a una guerra contra los romanos. Del mismo modo que no se podía transigir con la idolatría y tampoco se podía admitir la sumisión al gobierno romano. En la práctica, pues, esta filosofía implicaba una permanente incitación a la rebelión.

LAS FRATRÍAS: Además de los grupos fariseos más radicales (haverim) había en Jerusalén otras asociaciones que aparte de su puntillosa observancia de los diezmos y la pureza ritual, ejercían sus tareas en la vida diaria en materias socio-religiosas dentro de la comunidad, preocupándose del bien público y de las necesidades de la población: desposorios, bodas, semana del hijo, reunión de los huesos, fiestas, lutos, etc.. Las comidas de hermandad eran usuales entre los grupos que se separaban de la comunidad general. También serán costumbre entre los primeros cristianos y otros grupos (el judaísmo les dio un significado ritual: la mesa como altar, bendiciones antes y después de la comida, etc. la acción de gracias (" Eucaristía") se hallaba asociada con este tipo de comidas de hermandad. 

LOS AMME HA.ARETZ: Gentes que no observaban la pureza ritual y no entregaban los diezmos eran segregados por los fariseos para no " contaminarse". Se ha especulado con la procedencia o extracción social de los primeros cristianos de este grupo; este rechazo o  exclusión social por parte de los fariseos se veía suspendida en los días de las tres peregrinaciones a Jerusalén.

Al final del período del Segundo Templo la Torah o Ley abarcaba todos los aspectos de la vida sin excepción alguna, era el principal fundamento de la vida judía.

De todas las instituciones surgidas en el judaísmo durante la era del Segundo Templó la sinagoga es quizá la que ejerció mayor influencia en las generaciones posteriores. La sinagoga aportó un entorno totalmente nuevo para el culto divino, de un tipo desconocido hasta entonces en el mundo, y no entrañaba las restricciones ceremoniales y los sacrificios financieros que requería el mantenimiento de los templos. La sinagoga desempeñaba muchas funciones; era la casa destinada al estudio de la Torah y a las oraciones, pero también un foco de vida social y cultural.

En la escatología judía (conjunto de ideas respecto a como sería el final de los tiempos), al finalizar la época del Segundo Templo, las esperanzas nacionales se mezclaban con una visión más universal. El fin del mundo era no solamente el momento de la purificación de Israel y el castigo de sus enemigos, sino también el día del juicio para todos los hombres y todas las naciones. También en la esfera física se produciría un gran cambio; este mundo perecería y en su lugar surgiría otro, nuevo maravilloso. Su expresión más cabal fue la creencia en la resurrección de los muertos.

Uno de los movimientos mesiánicos que surgieron fue el cristianismo, cuyos orígenes están ligados a la personalidad de un galileo» Jesús de Nazaret. Lo mismo que las demás creencias mesiánicas de la época, el cristianismo derivó de la convicción de que el fin del mundo estaba cerca. Tras la muerte de su maestro, en tanto que las otras creencias desaparecieron con la muerte o el fracaso de sus iniciadores, este movimiento incrementó su fuerza después de la crucifixión de su creador por el gobernador romano Poncio Pilato. Tras la muerte de su maestro los cristianos se diferenciaban de los demás judíos en que creían en Jesús como Mesías.


Ordenación histórica del ministerio de Jesús (1)

«Jesús» (hebreo Yeshua = Yahveh salva) es el nombre propio de Jesús de Nazaret. «Cristo» (el Mesías = el Ungido, de Dios) es un título de nobleza judeo-cristiano (del cristianismo primero), que ya no se entendía en el cristianismo helenístico, de manera que ya entonces Iesus Christus sonaba como un nombre doble. Que Jesús de Nazaret haya existido de hecho es algo que hoy no niega ya ningún historiador serio, cristiano o ateo.

El ministerio de Jesús se puede encuadrar con bastante precisión en la cronología histórica general: el nacimiento de Jesús (y de Juan Bautista) ocurrió según Lc 1,5 y Mt 2 en el reinado del rey Herodes (14 a.C.). Jesús nació, pues, lo más tarde el año 4 a.C. (el monje Dionisio el Exiguo, que el año 525 hizo por primera vez el cómputo del comienzo de la era cristiana, se equivocó un poco en sus cálculos.

Conocemos los nombres de los padres (María y José) y de los «hermanos» de Jesús. Según Lc 3,1, Juan Bautista, por quien Jesús se hizo bautizar, se presentó en público el año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio (año que comprendió desde el 1.X.27 hasta el 30.IX.28 d.C. Al tiempo de su aparición en público Jesús tenía «unos 30 años» (Lc 3,23).

Su ministerio público por las localidades de Galilea se desarrolló aproximadamente en los años 28-30. En tomo al año 30 Jesús fue ejecutado bajo el procurador romano Poncio Pilato (26-36 d.C.), sufriendo el suplicio de la cruz ante las puertas de Jerusalén. Se discute si fue en la fiesta de Pascua (Mc 14,12) o más bien la víspera. Lo que sí es seguro es el día de la semana: un viernes.

La aparición pública de Jesús ocurrió, por tanto, en un período de tiempo limitado por unos pocos años. Y se redujo esencialmente a las regiones de Palestina habitadas por el pueblo judío, y especialmente al territorio de Galilea. Jesús evitó las ciudades helenísticas, como por ejemplo las de Séforis, que apenas distaba 5 km de su pueblo de Nazaret, o Tiberíades al sur de Cafarnaúm. Sólo ocasionalmente escapó de sus enemigos pasando a territorios no judíos, siendo precisamente en esos pasajes donde se hace hincapié en que su misión se circunscribía al pueblo de Israel. Pero, al encontrar una fe sorprendente en algunos gentiles aislados manifestó que el pueblo de Dios se extendía más allá del Israel tradicional.

Características externas de la aparición de Jesús

Jesús es judío. Sus raíces están en el mundo israelita y sólo desde el Antiguo Testamento y desde el judaísmo se le puede entender de una manera correcta. Se adentra con Yahveh en la historia pasada de Israel y de una forma nueva abre el acceso al Yahveh de su pueblo. Jesús tiene que orientar su misión a Israel de modo primordial.

Pero su aparición en público no es la de un doctor de la Ley judío o la de un rabino (rabbi): «Y se quedaban atónitos de su manera de enseñar, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas» (Mc 1,22). Quienes no tenían prejuicios vivían la impresión de que actuaba como un profeta. Pero, al mismo tiempo, se presentaba como algo diferente, v desde luego superior a un profeta. No hablaba por encargo como un profeta (con la fórmula profética del mensajero: «Así dice Yahveh...»), sino con autoridad propia, y sus discursos van acompañados de acciones carismáticas (exorcismos, curaciones de enfermos, perdón de los pecados). Los doctores adversarios le reprochaban desde luego que expulsaba los demonios en nombre de Beelzebul; sus allegados más próximos decían que había perdido la razón, y el gobernante de su territorio, Herodes Antipas, se burló de él teniéndole por loco; sus enemigos saduceos lo denunciaron ante Pilato como revolucionario, y él lo hizo ajusticiar como un pretendiente mesiánico de los celotas.

Evidentemente, fue un hombre que no encaja en esquemas preestablecidos y al que no se le puede encuadrar en ninguna de las categorías, antiguas o modernas. ¿Desde dónde, pues, podemos entenderle?

Relaciones de Jesús con los diversos grupos de su pueblo

Jesús no perteneció a ninguno de los partidos religioso-políticos, numéricamente pequeños, pero que condicionaban la vida judía (saduceos, fariseos, celotas, esenios de Qumrán), ni tampoco formó parte de ningún círculo esotérico (de tipo, por ejemplo, apocalíptico). Llevó una vida al margen de los partidos, pero dentro de la sociedad judía, afectada por las crisis y movida por grandes esperanzas, a fin de poder dirigirse a todos por igual. Estuvo, sin embargo, más cerca de ciertas actitudes y a mayor distancia de otras maneras de pensar.

  • Jesús se mantuvo alejado de los supremos dirigentes religiosos y políticos, que no creaban ningún clima de confianza, libertad y esperanza en Dios y que habrían podido corromper su misión. Todos ellos -el gobernador de Galilea, el procurador romano, los sumos sacerdotes saduceos y los saduceos en general (partido religioso muy influyente, de ideología liberal-conservadora, integrado por la nobleza sacerdotal y los grandes propietarios, con intereses que giraban en torno al templo y la Torá de Moisés, y que se entendían con los romanos)- acabaron viendo a Jesús como un reo.
  • Por el contrario, fueron múltiples las relaciones que Jesús mantuvo con el pueblo sencillo, explotado y empobrecido en gran medida. Su solidaridad la orientó sobre todo a los más humildes y marginados, a los que nunca se la retiró, ni buscó jamás liberarse de la imagen escandalosa de «amigo de publícanos y pecadores». En la relación de Jesús con las mujeres late una revolución: rompió con el viejo androcentrismo, eliminó las discriminaciones que gravaban la existencia de la mujer y aceptó mujeres en su seguimiento, gesto que desconcertó ya a los primeros autores cristianos (sólo después de la huida en desbandada de los discípulos se ve forzado Mc 15,40s a indicar que también las mujeres.
  • Jesús no fue un revolucionario celota y tampoco un pretendiente a mesías. Sin duda que desde joven conoció muy bien a los celotas (un movimiento subversivo de tipo religioso y militar, fundado el año 6 a.C. no lejos de Nazaret, contra el dominio romano y contra los colaboracionistas judíos), toda vez que creció en el ámbito de sus acciones violentas. Y, como ellos, defendió a los explotados y criticó a los poderosos; y al menos uno de sus discípulos había sido celota. Pero en los puntos esenciales discrepó de los revoluciónanos violentos: frente al fanatismo militante y la violencia de los celotas, Jesús adoptó una valoración pragmática de la situación concreta e impuso la renuncia a la actividad violenta y el amor a los enemigos.
  • Jesús no fue tampoco un predicador apocalíptico. En su tiempo Galilea y Judea estaban agitadas por hondos sentimientos apocalípticos y por el entusiasmo que provocaba el libro de Daniel, y sabemos que ciertos textos de visionarios apocalípticos tenían una influencia extraordinaria. También en la predicación de Jesús fluyen casi espontáneamente imágenes y motivos (por lo demás no específicamente apocalípticos) del libro bíblico de Daniel. Pero en el mismo estilo lingüístico (con parábolas inteligibles para todos en vez de oscuras alegorías esotéricas), y sobre todo en el contenido, la inclinación de Jesús se distingue de la apocalíptica: nada de revelaciones a unos pocos sabios y expertos sobre planes secretos de Dios, sino una automanifestación de Dios precisamente a los ignorantes en un trato continuo y confiado con Dios; nada de observar señales extrañas con vistas al cálculo del final escatológico, sino un hacer hincapié en la soberanía divina.
  • Tampoco procedía Jesús de la comunidad monástica de Qumrán. Dicha comunidad singular, radicalmente separada del resto del judaísmo («corrompido») y de carácter sacerdotal y apocalíptico (conversión a través de la entrada en la secta, exclusión de los deformes, baños rituales, ideas de venganza, expectación del inminente juicio final), no tiene reflejo alguno en el ministerio de Jesús, si prescindimos de algunos contactos aislados (crítica de las riquezas, de los juramentos y de la profanación del templo) y algunas observaciones críticas (por ejemplo, contra el orden jerárquico. No hay que confundir sin más la comunidad qumránica con el movimiento esenio, más amplio y en parte también más abierto. Hay que suponer que Jesús también mantuvo contacto con algunos círculos esenios del país, en el que vivían evidenciando sentimientos sinceros. Algunos esenios -incluidos algunos sacerdotes destacados, reconocerían más tarde a Jesús como el mesías esperado haciéndose cristianos.
  • Finalmente, los fariseos, un movimiento laico formado por artesanos y campesinos, estaban animados por la noble idea de configurar todos los campos de la vida de acuerdo con la voluntad de Dios. De ahí que cultivasen la exposición oral de la Torá en forma minuciosa y casuística, considerándola obligatoria. En el Gran Consejo tenían una influencia limitada, al tratarse de una fracción minoritaria; pero gozaban de gran prestigio entre el pueblo llano, al que querían ganar para una vida separada del mundo impuro. En los Evangelios aparecen como los enemigos por antonomasia de Jesús; pero en muchos pasajes fueron interpolados sólo más tarde, porque después del año 70 el judaísmo farisaico y rabínico se enfrentó hostilmente a las comunidades cristianas. Ello, no obstante, los fariseos fueron los interlocutores críticos más importantes de Jesús quien contó con algunos amigos entre ellos. Los tomó en serio, y en serio le tomaron ellos, porque tanto el uno como los otros tomaban en serio la voluntad de Dios. Mas, como Jesús se apartaba radicalmente de la concepción de la Ley mosaica que ellos tenían, entró en conflicto con ellos v con sus doctores bíblicos.

Así, pues, Jesús no procedía de un determinado grupo ni de una dirección determinada del judaísmo. Los conocía, entró en sus planteamientos; pero no se incorporó a ninguno. Ni fue un hombre del orden constituido ni un revolucionario político, procediendo siempre con gran libertad por encima de los esquemas establecidos. En lo que realmente se comprometió a fondo y de manera práctica fue en su actitud en favor de los despreciados, los débiles, marginados y pecadores. Por lo demás, se dirigió a todo el pueblo (incluidos los piadosos) y lo exhortó a la conversión.

 

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Fuentes: Fuentes diversas + (1) H. KESSLER: Manual de cristología. Ed. Herder




Ver también:

La cosmovisión hebrea como horizonte de comprensión de Jesús y el cristianismo

La muerte en cruz de Jesús


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