Avances en nuestra comprensión del Universo
¿Estamos capacitados para entenderlo todo?
¿Qué es lo «real»?
¿Cuál es la naturaleza última de la «Realidad»?
¿Qué nos dice el modelo explicativo estándar sobre lo que es el Universo?
Materia oscura y energía oscura, juntas forman el 96% de todo lel Universo y cuya naturaleza esencial nos es deconocida. Ignoramos, pues, el 96% de lo que existe en el Universo.
Somos moradores de un vasto y antiguo cosmos ... Somos una mota solitaria en la inmensa oscuridad còsmica... Nuestra existencia es solo un vistazo momentáneo, efímero y fugaz a las maravillas de este asombroso Universo... Los humanos reflexionan, se interrogan, se preguntan, inquieren, necesitamos encontrar sentido a la realidad: ¿Qué es lo «real»?¿Cuál es la naturaleza última de la «Realidad»? ¿Qué nos dice el modelo explicativo estándar sobre lo que es el Universo?... Desde que los humanos existimos no hemos parado de preguntarnos sobre nuestro lugar en el cosmos. El misterio del infinito sobrevuela permanentemente sobre la mente humana... Desde siempre los humanos hemos intentado comprender cómo funciona el Universo. La comprensión actual del Universo es sorprendente. Nuestro Universo es desconcertante, complejo, desafía nuestras expectativas... El «cosmos» o «universo» abarcaba todos los dominios de la existencia, desde la materia hasta la mente y, desde ésta, hasta Dios. El Universo no es una entidad estática y cerrada. Nuestro Universo se está expandiendo desde todas partes. El espacio mismo se está expandiendo. No hay centro en nuestro Universo.
Indagadores apasionados pero contenidos. ¿Lo entendemos todo? Lo que captamos y percibimos del mundo real es tan solo una pequeña parte del mismo. Como sólo entendemos lo que captamos, tenemos a menudo la sensación de que lo captamos todo, tenemos la tendencia a reducir el mundo real a lo que percibimos conscientemente, algo evidentemente equivocado. Tener presente esto es de gran trascendencia a la hora de valorar la amplitud de nuestras capacidades de conocer. A menudo, nuestro carácter poco reflexivo tiende a considerar que nuestras apreciaciones y conclusiones tienen valor definitivo. No somos observadores externos de la Realidad, con competencias cognoscitivas completas, sino que somos una parte de esa Realidad y una parte del problema que intentamos resolver, que disponemos además de un instrumento, el cerebro, con competencias contingentes. Creemos que lo que vemos, oímos o tocamos es la Realidad; sin embaro, la Realidad invisible es inmensamente más grande que la que los sentidos son capaces de captar.
En algunos campos de la ciencia estas limitaciones son evidentes. La física, por ejemplo, siempre ha partido de la base de que el mundo que observamos presenta ciertas regularidades que pueden ser formuladas en forma de "leyes" más o menos matemáticas. La física parte de unas nociones básicas: materia, energía, espacio o tiempo. Materia o energía, cuerpo o espíritu, son conceptos utilizados para poner orden en el mundo. Pero en realidad nadie sabe a fondo que son unos u otros. Dicen los cosmólogos que la materia observable -todo lo que normalmente entendemos por materia- es sólo un pequeño porcentaje del total. Lo demás, es decir, casi todo, es materia oscura -que no sabemos propiamente que es- y energía oscura -que todavía lo sabemos menos. Algunos autores afirman que según las últimas teorías de la gravedad cuántica podría haber hasta 10 elevado a 500 realizaciones del Universo, en las cuales diferirían las constantes fundamentales de la naturaleza. Hoy incluso se propone la idea de que las propias leyes de la física -en tanto que regularidades que se observan en la dinámica de la realidad experimental- son objeto de una selección evolutiva y se plantea la posibilidad de que las leyes físicas no sean "eternamente verdaderas", sino simplemente una sucesión evolutiva de aproximaciones a la realidad.
Seamos indagadores apasionados pero contenidos. A pesar de la fascinación que suscita la idea de que pudiéramos conocerlo todo, la convicción creciente es que no sólo no lo vamos a conocer todo, sino que muy probablemente estamos constitucionalmente incapacitados para hacerlo. Hay que desear que, dentro de nuestras posibilidades constitucionales, lleguemos lo más lejos posible. Pero no será posible llegar más lejos de los límites de la mente y la razón. Lo más adecuado es pues mantener una sensata actitud de modestia y apertura. La conclusión es que resulta deseable que seamos indagadores firmes pero contenidos. R. M. NOGUÉS (2007)
Los más recientes descubrimientos aportan una nueva visión de la vida, el mundo y las cosas que va más allá de lo que se puede percibir por medio de los sentidos corpóreo-mentales.
Hemos formulado algunas hipótesis, pero sin poder alcanzar una conclusión clara. Según la hipótesis más famosa la «Realidad» es «indeterminista» y en ocasiones se ha considerado incluso que es producto del observador.
Podemos conformarnos, pues, con considerarla no como algo objetivo, sino como una descripción posible obtenida a partir de la observación de lo que pasa en el mundo.
Todos los enunciados científicos en realidad son provisionales. La mera experiencia no es suficiente para establecer enunciados de carácter universal.
A. ¿Qué es el Universo? Explicación clásica: el modelo estándar
Según la explicación clásica el Universo y la «Realidad» en general comprende desde lo más pequeño a lo más grande. El Universo es todo lo que existe. Desde el mundo invisible de las partículas que constituyen nuestros cuerpos hasta las grandes galaxias formadas por millones y millones de estrellas. El universo contiene todas las galaxias, estrellas y planetas. Todo lo que es, lo que ha sido y lo que será. Eso es el Universo. El universo es una enorme extensión de espacio que contiene toda la materia y toda la energía que existe. El universo es la conjunción de todo aquello existente; ya sea material como los planetas, las estrellas, galaxias o inmaterial como la energía, el espacio o el tiempo. El universo es el espacio y el tiempo en el que se encuentran los planetas y sus leyes físicas que los rigen (como por ejemplo la ley de gravedad). El universo, a grandes rasgos, está formado por galaxias interconectadas que originan cúmulos de galaxias que a su vez se relacionan con otros cúmulos generando, en consecuencia, una red cósmica que se expande a lo largo del universo. El universo tiene una extensión variable difícil de calcular pues puede a su vez contener otros universos. A menudo solemos pensar que el universo es estático pero la realidad es que se trata de algo dinámico, cambiante, cargado de fenómenos.
Nuestra representación del universo y de su historia se ha descrito por las ecuaciones de la Relatividad General de Einstein, por las leyes de la gravitación universal de Newton y las de la mecánica cuántica. El modelo resultante de estos conocimientos es que el universo se creó mediante una gran explosión (Big Bang) al que siguió una expansión que se prolonga hasta nuestros días.
Origen del Universo. La teoría del Big Bang es la teoría científica más aceptada sobre el origen del universo. Establece que hace aproximadamente 13.700 millones de años toda la masa y la energía (del universo) se encontraba concentrada en un punto extremadamente pequeño y denso que explotó y de esta manera, dio origen al espacio y al tiempo y al conjunto de partículas esenciales que unidas formaron la materia y la energía. La teoría del Big Bang basa sus fundamentos en la teoría de la relatividad general de Einstein, concluyendo que el universo no es estático, sino que se encuentra en expansión y en constante movimiento. Esta teoría defiende además la idea de que el universo es finito, que tuvo un origen y que a su vez tendrá un final.
Tamaño del universo. El Universo no es estacionario, sino que se expande o contrae como un todo. Desde una época inicial llamada singularidad, el Universo está en movimiento, en expansión o en contracción, dependiendo de su contenido material y energético. El tamaño exacto del universo es desconocido. El Universo es un lugar enorme. Tan grande que es imposible hacerse una idea. Pero, ¿tiene límites? Algunos científicos creen que el Universo es infinito. Otros defienden que es finito. Todavía no existen suficientes pruebas para decantarse a favor de una u otra opción. Pero... si es finito, ¿qué hay “más allá”? Evidentemente, no lo podemos saber; pero por definición sólo podemos decir que no hay nada. Únicamente dentro del Universo existen el tiempo y el espacio. Sólo se existe dentro del Universo. “Más allá” del Universo no hay más allá, no se puede ir allí porque tal lugar no existe. No hay nada en absoluto.
En cualquier caso, el Universo es tan grande que las típicas unidades de medida que utilizamos en la Tierra para calcular distancias (quilómetros, millas...) se nos quedan demasiado pequeñas. Por este motivo utilizamos otras más adecuadas:
- Unidad Astronómica (UA): equivale a la distancia media entre la Tierra y el Sol, unos 150.000.000.000 km. Es adecuada para medir distancias dentro del Sistema Solar.
- Año luz: es la distancia que recorre la luz en un año. Resulta útil para calcular distancias entre estrellas. Por ejemplo, la segunda estrella más cercana a la Tierra (la primera es el Sol), llamada Alpha Centauri, se encuentra a 4 años luz.
El Sol está a una unidad astronómica de la Tierra. Dicho de otra manera, a unos ocho minutos luz. Esto quiere decir que la luz del Sol tarda 8 minutos en llegar a la Tierra. Por tanto, si un día el Sol cambiara de golpe de color, lo descubriríamos 8 minutos después. Alpha Centauri es una estrella que se encuentra, como hemos dicho, a 4 años luz. Si explotara, lo sabríamos al cabo de cuatro años. Por lo tanto, cuando miramos hacia las profundidades del Universo, estamos observando el pasado. Si alguien tuviera un telescopio extremadamente potente y observara la Tierra a una distancia de 67 millones de años luz, ¡podría ver a los dinosaurios! Cuando observamos una galaxia que está 13.500 millones de años luz sabemos que no es cierto si bien vemos la galaxia en esa posición cuando la luz salió de ella hace 13.500 millones de años pero en nuestro presente debido a la expansión del universo esa galaxia está mucho más lejos al menos a más de 30.000 millones de años luz, posiblemente en otro lugar y más evolucionada. La verdad es que todo es una ilusión el Universo nos engaña, nada es lo que creemos que es, nada está donde creemos que está.
Composición. Más o menos un 96% del universo es misteriosa «materia y energía oscura» de la que sabemos muy poco. El cosmos se compone de aproximadamente dos tercios de energía oscura y un tercio de materia, sobre todo en forma de materia oscura, y se está expandiendo a un ritmo acelerado durante los últimos miles de millones de años. La energía y la materia oscuras, constituyen dos ingredientes invisibles del universo que aún son un misterio para la comunidad científica. Las denominaciones "materia oscura" y "energía oscura" expresan principalmente nuestro desconocimiento. La naturaleza de esta masa no visible es una de las cuestiones más importantes de la cosmología moderna y la física de partículas. Uno de los grandes misterios del Universo es la materia oscura: desde los años 30, los astrónomos notaron que la dinámica de las galaxias sugería la existencia de una cantidad de materia que no podían observar directamente. "La materia oscura, sea lo que sea, no está hecha de átomos, está hecha de otra cosa. No sabemos qué es". Esta materia, que constituye aproximadamente el 27% del universo, no emite ni interactúa con la luz, lo que la hace invisible para nuestros instrumentos actuales. En los años 90, surgió otro enigma aún más desconcertante,la energía oscura: los estudios sobre la expansión del universo revelaron que esta no solo no se estaba frenando, como se esperaba debido a la gravedad, sino que estaba acelerándose. Esta energía oscura, que representa un asombroso 68% del universo, sigue siendo un completo misterio para los físicos. Estos dos fenómenos, la materia oscura y la energía oscura, juntos forman el 96% de toda la energía del universo. Ignoramos, pues, el 96% de lo que existe en el universo". Precisando un poco más, el universo se compone de un 66,2 por ciento de energía oscura y el 33,8 por ciento restante es una combinación de materia ordinaria -planetas o estrellas que vemos brillar- y materia oscura. Hay materia ordinaria (aproximadamente 5 % del universo) y materia oscura, cuya existencia se formuló hace más de medio siglo y no emite luz pero ejerce atracción gravitatoria. Desde hace más de un siglo, los científicos consideran que en el universo hay mucha más materia de la que se puede ver, y a esa materia invisible la han llamado materia oscura. En astrofísica y cosmología física, se denomina materia oscura a un tipo de materia que se estima corresponde aproximadamente al 85% de la materia del universo, y que no es energía oscura, materia bariónica (materia ordinaria) ni neutrinos. Su nombre hace referencia a que se considera que no emite ningún tipo de radiación electromagnética (como la luz), ni interactúa tampoco con ella, siendo completamente transparente en todo el espectro electromagnético. Su existencia se ha deducido (no observado directamente) a partir de sus efectos gravitacionales en la materia visible, tales como el movimiento de las estrellas o las galaxias. La composición de la materia oscura se desconoce. El componente primario de la materia oscura parecen ser las nuevas partículas elementales llamadas materia oscura no bariónica. El componente de materia oscura tiene bastante más masa que el componente "visible" del Universo.
Tanto la materia oscura como la energía oscura permiten explicar la aceleración de la expansión del universo, así como el movimiento de las estrellas dentro de las galaxias. Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de Ginebra ha llegado a la conclusión de que ambas hipótesis, la de la materia oscura y la de la energía oscura, no son necesarias para explicar los fenómenos cosmológicos que se les atribuyen, ya que tanto la aceleración de la expansión del universo, como el movimiento de las estrellas dentro de las galaxias, pueden explicarse sin necesidad de que existan ni la una, ni la otra. Esta "materia oscura" se evidencia por su efecto gravitacional. Se han propuesto varias categorías de materia oscura:
- Materia oscura bariónica.
- Materia oscura no-bariónica, dividida en tres tipos diferentes:
- Materia oscura caliente: partículas no bariónicas que se mueven ultrarrelativistamente.
- Materia oscura templada: partículas no bariónicas que se mueven relativistamente.
- Materia oscura fría: partículas no bariónicas que no se mueven relativistamente.
Las Fuerzas Fundamentales del Universo. Fuerzas fundamentales son aquellas fuerzas del Universo que no se pueden explicar en función de otras más básicas. Las fuerzas o interacciones fundamentales conocidas hasta ahora son cuatro: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil. Estas cuatro fuerzas son responsables de todos los fenómenos en el Universo.
- La gravitatoria es la fuerza de atracción que un trozo de materia ejerce sobre otro, y afecta a todos los cuerpos. La gravedad es una fuerza muy débil y de un sólo sentido, pero de alcance infinito.
- La fuerza electromagnética afecta a los cuerpos eléctricamente cargados, y es la fuerza involucrada en las transformaciones físicas y químicas de átomos y moléculas. Es mucho más intensa que la fuerza gravitatoria, tiene dos sentidos (positivo y negativo) y su alcance es infinito. Algunas investigaciones indican que el 85-90% de la masa en el Universo no interactúa con la fuerza electromagnética.
- La fuerza o interacción nuclear fuerte es la que mantiene unidos los componentes de los núcleos atómicos, y actúa indistintamente entre dos nucleones cualesquiera, protones o neutrones. Su alcance es del orden de las dimensiones nucleares, pero es más intensa que la fuerza electromagnética.
- La fuerza o interacción nuclear débil es la responsable de la desintegración beta de los neutrones; los neutrinos son sensibles únicamente a este tipo de interacción. Su intensidad es menor que la de la fuerza electromagnética y su alcance es aún menor que el de la interacción nuclear fuerte.
Todo lo que sucede en el Universo es debido a la actuación de una o varias de estas fuerzas. En la actualidad, los científicos intentan demostrar que todas estas fuerzas fundamentales, aparentemente diferentes, son manifestaciones, en circunstancias distintas, de un modo único de interacción.
B. Los científicos se abren a una nueva mentalidad para la comprensión del universo.
E. Carrillo en su obra "Consciencia" (2016) nos propone la siguiente práctica: asómate al balcón de tu casa (o a una ventana, o a la azotea) y contempla el firmamento. Da igual si estás en una ciudad donde haya mucha contaminación lumínica y solamente ves unas pocas estrellas. Contempla el firmamento desde lo que sabes acerca de él, de su inmensidad. Y haz esta reflexión:
Aquí estoy yo, encarnado en un ser humano. Es decir, en un miembro de una especie, la humanidad, que tiene siete mil cuatrocientos millones de componentes. La humanidad, a su vez, es una especie entre los diez millones de especies de seres vivos que habitan en un planeta llamado Tierra. Y la Madre Tierra da vueltas en torno a una estrella, el Sol. Se desplaza a una enorme velocidad, además de estar girando sobre sí misma. Esta estrella que es el Sol tiene todo un sistema planetario y está, a su vez, viajando por la galaxia. Dicha galaxia, la Vía Láctea, la componen medio billón de estrellas, cada una de las cuales tiene su sistema planetario. Además, la Vía Láctea, con su medio billón de estrellas, está moviéndose por el universo, a una enorme velocidad, hacia un punto que la ciencia denomina el Gran Atractor, junto con otras muchas galaxias. El cálculo actual es que existen siete mil millones de galaxias conformando el universo conocido, cada una con cientos de miles de millones de estrellas. Todo ello está moviéndose; y lleva así, según la ciencia, quince mil millones de años (en realidad son muchos más). Y hay científicos que nos dicen actualmente que este universo que acabo de describir es uno dentro de un multiverso. Y puede ser, además, que haya muchos multiversos, configurando omniversos. Y puede ser que haya miles de millones de omniversos... Y todo lo que hay ahí está en movimiento, con sus ciclos perfectos, con sus ciclos continuos.
Ahora dale a la moviola: Ahí está esa inmensidad, y dentro de esa inmensidad, siete mil millones de galaxias, entre ellas la Vía Láctea. Dentro de la Vía Láctea, medio billón de estrellas. Entre el medio billón de estrellas está el Sol, y en relación con él, su sistema planetario, que incluye la Tierra. En la Tierra hay unos diez millones de especies, y entre ellas está la humanidad. Y entre los siete mil cuatrocientos millones de miembros de la humanidad, yo estoy encarnado en uno de ellos.
La mente humana entiende que la realidad está ahí y que yo como observador estoy aquí, que ese mundo exterior no depende de mí. Muchas corrientes espirituales nos han dicho que lo observado depende del observador y que la consciencia, forjada en el interior de cada cual, es decisiva a la forma de percibir el mundo exterior. El problema del ser humano es que está demasiado pegado a lo que percibe por los sentidos (conocimiento sensorial). Creemos que lo que vemos, oímos o tocamos es la Realidad, sin darnos cuenta de que esa visión es demasiado limitada y a veces incluso falsa. Los sentidos nos engañan. A los sentidos se les escapan muchas cosas. La Realidad invisible es inmensamente más grande que la que los sentidos son capaces de captar. Sacamos conclusiones con los sentidos y nos equivocamos. Los estudiosos de la teoría de la ciencia ya han establecido cuáles son sus límites de una forma bastante cierta y reconocida entre los especialistas. Acabamos de describir el modelo explicativo estándar sobre lo que pensamos que es el Universo, sin embargo, todavía no sabemos realmente lo que es la «Realidad», es decir cuál es la base material de todo lo que existe, el fundamento último de todo cuanto existe. Después de un siglo de deliberaciones sobre la cuestión, ahora estamos pensando que lo mejor es no solo abandonar la pretensión de conocer a fondo lo que llamamos «Realidad», sino también que debemos abordar el estudio de los mayores misterios del universo desde otra perspectiva.
Veamos el siguiente curioso ejemplo: Normalmente se considera imposible que cualquier objeto pueda viajar a velocidades superiores a la de la luz. ¿Por qué? Porque si un objeto pudiera hacerlo tal vez estaría violando la causalidad, el principio por el cual la causa siempre precede al efecto. Para comprender esto, imaginemos que podemos construir un frisbi que cada vez que lo lanzamos sale disparado a diez veces la velocidad de la luz. Ahora imaginemos que tenemos dos físicas, Mónica y Susana, que han decidido poner a prueba este frisbi. Se sitúan a cien metros una de la otra y es Mónica quien lanza el disco a Susana, que lo recoge. ¿Qué vería Susana? Puesto que el disco viaja a una velocidad superior a la de la luz, las señales luminosas que salen rebotadas de la superficie del frisbi se moverán más lentamente que el propio frisbi. Por tanto, esta es la secuencia de hechos que observará Susana. Primero, verá aparecer de repente el frisbi en sus manos. Luego verá el disco directamente frente a ella, justo antes de cogerlo. A continuación el disco aparecerá a 25 metros, luego a 50, luego a 75 para acabar de ver cómo el frisbi sale de la mano de Mónica. De modo que, para Susana, el orden de los acontecimientos aparecerá invertido en el tiempo, violándose el principio de causalidad, pues la causa (el lanzamiento del frisbi) sucede después del efecto (recoger el frisbi). ¿Qué secuencia de acontecimientos es la verdadera? ¿La vista por Susana o la que nos dicta la razón? Esa es la paradoja engendrada por la naturaleza de la luz y la comunicación. Cualquier cosa que supere en velocidad a su propia imagen llega a un destino determinado antes que su señal. Así, seguirán llegando señales del pasado mucho tiempo después de que haya llegado el objeto, lo que implica que tenemos una imagen del movimiento del objeto hacia atrás en el tiempo. Mientras, si fuéramos montados en el frisbi, veríamos que el tiempo corre hacia adelante, no veríamos nada extraordinario: la realidad y su imagen están en clara contradicción. (Miguel Ángel Sabadell, Astrofísico y divulgador científico)
Estamos atravesando un momento parecido al que vivimos a comienzos del siglo XX, cuando la mecánica cuántica revolucionó nuestra manera de conocer y de comprender el mundo. La ciencia está alcanzando un nuevo momento en su exploración del mundo: gran parte de los científicos asumen que la «Realidad» es demasiado compleja para comprenderla en su totalidad y aceptan conocerla sin llegar a entenderla completamente. Asumen que la Realidad es ajena a la comprensión total de la mente humana y se proponen abordar el conocimiento del Universo renunciando a la pretensión de conocerlo en toda su complejidad.
Cambio de paradigma. Existen distintas visiones posibles del mundo. El sesgo materialista que ha dominado el paradigma interpretativo de las últimas centurias nos ha llevado a concluir que el cosmos físico es lo único real y que todo lo demás debe ser explicado con referencia al plano material. Nos resulta difícil cambiar la visión del mundo que nos ha inculcado la física clásica, según la cual la realidad percibida en el mundo físico equivale a la realidad objetiva, las cosas se mueven de maneras predecibles dentro de un espacio vacío, y la interacción entre ellas tiene que producirse por un contacto directo. Hasta comienzos del siglo pasado, pensábamos que el universo era «real», es decir, que existía por sí mismo, sin depender de ningún observador, y que al mismo tiempo era «determinista» (es decir, en el universo todo depende de las leyes naturales, todo sucede como está prescrito. Nosotros no podemos influir en ellas. En este modelo explicativo el ser humano es un simple observador, nosotros somos simples observadores) y completamente «predecible», es decir, podemos saber con precisión matemática cuándo y cómo será el próximo eclipse solar, por ejemplo.
Sin embargo, la mecánica cuántica alteró profundamente esa visión del mundo. Los principios de la física cuántica han trastocado esta visión del mundo: los ladrillos del universo real (los átomos) fueron sustituidos por ondas de realidad que resultaban etéreas e inalcanzables. Ellas nos demostraron que las leyes físicas que las gobiernan no son locales, reales ni deterministas. Las ondas de realidad también tienen leyes, pero no tienen mucho que ver con las leyes de la física clásica. Incluso en ocasiones las leyes cuánticas son contradictorias. La esencia de la física cuántica es el principio de «incertidumbre». Predice posibilidades, no certezas. La teoría implica que todos los sistemas materiales (partículas subatómicas, electrones…) tienen entre sus propiedades dos características opuestas: pueden manifestarse como ondas o como partículas. Los objetos no están aquí o allí, están como ondas en todo el espacio (no están en un sitio concreto) y su función de onda se ‘colapsa’ en un estado de partícula cuando el receptor, un observador (el cerebro), los hace presentes.
Cien años de dudas. Esto nos ha llevado a plantearnos qué es lo verdaderamente real, pero un siglo después de que el físico francés Louis-Victor de Broglie planteara la naturaleza ondulatoria de la materia, todavía no tenemos una respuesta clara. Hemos formulado algunas hipótesis, pero sin poder alcanzar una conclusión definitiva. Según la hipótesis más famosa, conocida como la interpretación de Copenhague, la Realidad es «indeterminista» y en ocasiones se ha considerado incluso que es producto del observador.
Resignación científica. El mundo reconocido por los científicos se va haciendo más grande. A mediados del siglo XX se creía que nuestra galaxia era todo el universo; hoy sabemos que también existe una metagalaxia que contiene miles de millones de galaxias. Además sabemos que la metagalaxia no es más que nuestro universo; existen millones, si no miles de millones de otros universos en el metauniverso o "Metaverso". Subyaciendo al mundo tridimensional manifiesto de partículas, fuerzas e interaccio nes existe un mundo que no contiene energía y materia en la forma conocida, que tampoco incluye espacio y tiempo en el sentido aceptado, constituye el substrato común de todos los universos que evolucionan y degeneran en el Metaverso. A pesar de estas sofisticadas teorías, seguimos sin saber lo que es la «Realidad»: solo podemos conformarnos con considerarla no como algo objetivo (realista), sino como una descripción posible que podemos obtener de la observación de lo que pasa en el mundo. La idea de que existe una realidad fundamental, objetiva e independiente del observador, es una suposición sin evidencia consistente, basada solo en nuestra intuición. Las leyes físicas que nos parecen tan objetivas y reales son solo descripciones matemáticas que reflejan lo que sabemos, no necesariamente cómo es en realidad el mundo.
Nueva perspectiva. Resulta paradójico que el Modelo Estándar en el que tanto hemos confiado desde los años 70 del siglo pasado para comprender el universo, sea al mismo tiempo el origen de nuestras mayores dudas sobre la naturaleza última de la «Realidad». Una nueva física está llamada a replantear o ampliar el Modelo Estándar de la física de partículas que describe la estructura fundamental de la materia, asumida más como ondas de probabilidad que como mosaicos del universo. Algunas investigaciones cuestionan la existencia de la materia y energía oscuras. El Universo podría ser intrínsecamente paradójico, es decir, podría por una parte ser real y al mismo tiempo estar estrechamente vinculado a la percepción humana. En consecuencia, según este planteamiento, debemos continuar en nuestra exploración del universo pero asumiendo que no tiene por qué responder a nuestras expectativas humanas.
Saber dónde está el centro del universo. Saber dónde está el centro del Universo es más complicada de lo que se piensa, tal vez porque ni siquiera estamos en condición para averiguarlo. Si lo vemos desde una perspectiva dictada por el antropocentrismo, el centro del Universo es el planeta que nos da hogar, el que, por cierto, es el único confirmado donde el fenómeno de la vida se presenta. Desde los tiempos de Einstein se sabe que el Universo tiene forma. Entonces, ante esto, ¿podemos saber dónde está el centro del Universo? La respuesta es “no”, pero expliquemos el porqué. Es necesario pensar en un globo que se expande en el espacio tridimensional. Dado este escenario, una criatura bidimensional, confinada en la superficie del globo, nunca podría encontrar el centro, porque este se encuentra en el espacio tridimensional, y no en el bidimensional. Nosotros somos criaturas tridimensionales atrapadas en un universo con al menos cuatro dimensiones, por lo que no podemos ver el centro de nuestro Universo. De hecho, no hay ninguna razón para que haya un centro en ninguna parte.
La eternidad y la existencia es lo que nos espera más allá de las leyes humanas y nuestras limitaciones biológicas. No puede haber principio ni final, la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma, meras transformaciones de la energía... como si estuviéramos en un sueño...
Elaboración a partir de materiales diversos
Ver también:
Una Inteligencia cósmica única
SECCION: LA REALITAT I LES POSSIBILITATS DEL SEU CONEIXEMENT
SECCION: CONEIXEMENT DE LA REALITAT