Vida Intrauterina
La vida intrauterina del bebé influye en el desarrollo de su personalidad y de su carácter, el útero es su primer mundo y por lo tanto muy importante.
Preguntándome por qué normalmente nos referimos a la vida intrauterina como a un paraíso, busco en el diccionario y leo: "Paraíso, jardín de delicias supuesto en una vida no terrenal". Así pues, estaríamos hablando de un jardín de delicias donde el embrión y más adelante el feto puede disfrutar de todo lo que necesita para su desarrollo como persona.
Se da por supuesto, que en un jardín de delicias todas las necesidades, tanto físicas como emocionales, deben estar cubiertas, pues cuando hablamos de un lugar paradisíaco todos pensamos en un espacio donde la felicidad y la alegría están aseguradas, además de la nutrición física. Esto es lo que debería ser el útero materno para los bebés y, desgraciadamente, a menudo no es así.
El Dr. Verny dice: "El útero es el primer mundo del niño. La manera en que lo experimenta, como amistoso u hostil crea predisposiciones de la personalidad y el carácter". Una gran verdad. Suscribo totalmente esta afirmación ya que he tenido ocasión de experimentarlo, y he podido constatar cómo mi experiencia intrauterina ha condicionado mi vida.
Las emociones, los sentimientos, los pensamientos y las creencias de la madre hacia su embarazo, hacia ella misma y respecto a la vida, pueden influir decisivamente en la "manera de ser" del niño, entendiendo por "manera de ser" todo un conjunto de tendencias y actitudes hacia la vida, el mundo, los otros y hacia sí mismo.
Así pues, el útero materno debería ser ese lugar paradisíaco donde el niño encontrara todos los ingredientes necesarios para su desarrollo. Normalmente, damos por supuesto que esto ya es así, pero nos equivocamos. El niño intrauterino no sólo tiene necesidades físicas, también tienen necesidades afectivas como todos los seres vivos, y a menudo estas últimas no le son reconocidas.
Si pensamos un poco en cuales pueden ser estas necesidades podríamos hacer una larga lista, de las cuales tan solo nombro unas cuantas a título de ejemplo:
Necesidad de amor incondicional
Podemos hacerle llegar este tipo de amor si renunciamos a nuestras expectativas sobre él / ella. Enviándole conscientemente pensamientos y sentimientos amorosos de deseo y alegría por el solo hecho de su existencia se sentirá incondicionalmente querido/a.
Necesidad de respeto
El respeto acompaña siempre al verdadero amor, es un ingrediente importante del amor incondicional. Respetémosle y querámosle tal como es, y no por lo que esperamos o necesitamos que sea.
Necesidad de compañía
Realmente el niño intrauterino puede sentirse muy sólo y aislado si no pensamos en él como lo que es, una vida que late entre nosotros deseando que sintamos su presencia y le dejemos ocupar el lugar que le corresponde. Cuando pensamos y hablamos con él / ella, además de sentirse acompañado/a, se sentirá integrado/a en un "núcleo familiar", al cual necesita pertenecer primordialmente para poder construir sus raíces como persona.
Necesidad de ser contenido
La cavidad uterina ofrece al bebé la contención necesaria para su crecimiento, pero la "calidad" de esta contención vendrá dada por la "calidad" de los pensamientos y sentimientos que le enviemos conscientemente. Ésta es una sutil diferencia que permitirá al niño sentir que está en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Es ofrecerle la experiencia de "saber" que dispone de un cuerpo con una energía que no le rechaza, que le acepta incondicionalmente, que le permite "estar" y le "da permiso" para existir. Estos elementos nutrirán directamente su "yo primitivo" núcleo de la auto seguridad, autoconfianza y autoestima que tanto necesitará para su vida externa.
Necesidad de reconocimiento
El mejor acto de reconocimiento que se le puede ofrecer al niño intrauterino es pensar en él como lo que es, un ser vivo con todo un potencial para desarrollar al margen de nuestras expectativas, con todas las capacidades para ser una persona independiente y autónoma que no ha de "hacerse cargo" de nuestras necesidades afectivas (al contrario, nosotros debemos atender las suyas para contribuir de esta manera a su desarrollo)
Mediante este acto, los padres facilitaran el camino evolutivo de su hijo cuando éste salga a la vida externa, pues le reconocen el derecho a ser él mismo y, por tanto, a ser libre. Es aceptar que los hijos vienen a través de nosotros pero no nos pertenecen, y nosotros hacemos únicamente de vehículo facilitador del desarrollo de todas sus capacidades.
Creo que estos son requisitos a tener en cuenta a la hora de prepararnos para dar la "Bienvenida a la vida" a nuestros hijos. Reconociendo y atendiendo todas estas necesidades "in útero" conseguiremos un firme y sólido vínculo prenatal creando las bases para una existencia de plenitud y alegría. Es entonces cuando podremos afirmar que la vida intrauterina es un "paraíso".
Teresa Panisello
Extraído de la revista "Creando un Mundo Mejor" editada por la "Plataforma pro Derechos del Nacimiento"