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Ama a las personas, no a las cosas

"Ama a las personas, no a las cosas. Usa las cosas, no a las personas" – Hayley Williams

El desajuste originario: poner primero lo que es segundo y segundo lo que es primero.

Frecuentemente nos entusiasmamos más por las cosas que por las personas.

Nuestro bienestar depende en gran medida de la forma de relacionarnos con nuestros semejantes.

A menudo vivimos como “distraídos”. Vivir “distraído” significa existir enajenado, alienado.

Muchos individuos tienden a ignorar –o a percibir como ajenos- valores, cuestiones y temas sustanciales para un desarrollo personal más pleno y fecundo.

Nuestro cerebro dedica el 99% del tiempo a cuestiones concernientes a las relaciones personales.

Prestar atención a aquellas cosas que realmente nos van a hacer felices.

Se trata de ir descubriendo lo que realmente puede llenar de sentido nuestra vida.

Unas relaciones personales auténticas pueden ser la solución a muchos de tus problemas psíquicos.

En la medida que apreciemos más los objetos que las relaciones… nos estaremos equivocando.

Son las relaciones «personales» las que dan mayor sentido y valor a la vida.

Nuestro bienestar, no sólo material y económico, sino afectivo y espiritual, obedece, en gran parte, a la forma de relacionarnos con nuestros semejantes.

Nuestro gran reto psíquico consiste en descubrir a qué cosas dedicar nuestra atención en orden a una realización más auténtica y plena de nuestra vida.

 

Objetos o sujetos: hacia dónde decantarnos?

Desde una perspectiva axiológica en nuchos aspectos nos encontramos todavía en un estadio evolutivo arcaico. Uno de los problemas de fondo de la historia de la humanidad es el hecho de invertir la importancia de las cosas; es decir, invertir la importancia de las cosas en nuestra escala de valores  y poner primero lo que es segundo y segundo lo que es primero. Objetos/sujetos, formas/contenidos, centro/periferia, esencia/accidente, profundo/superfluo, sustancial/intrascendente, fundamental/accesorio…son algunas de las dicotomías entre las que nos debatimos.  A menudo damos mayor importancia a los objetos que a los sujetos,  a las «cosas» que a las «personas», a las formas que a los contenidos, a las interacciones «objetales» que a las relaciones «personales».

En nuestra vida entramos en contacto con diversidad de seres, objetos y gentes. Nos interesamos por cosas, objetos, modas, tendencias, paisajes, monumentos…; las aficiones, distracciones, pasatiempos nos encantan, cautivan, embelesan; los animales domésticos nos deleitan, las flores nos enamoran…A menudo en nuestra vida cotidiana nos atraen más los «objetos» que los «sujetos»,  nos decantamos más por el mundo de las «cosas» que por el de las «personas». De hecho, a menudo nos sentimos muy atraídos por el mundo de los objetos, de las cosas. Lo solemos considerar como más urgente y es lo que acaba acaparando nuestra principal atención. Ello refleja la pandemia de superficialidad que estamos sufriendo y en la que estamos instalados.

Esto sucede porque estamos instalados en ese nivel de relaciones y de ahí no pasamos. Y es así porque casi no nos han orientado, impulsado, animado, estimulado a sumergirnos en el apasionante mundo de las relaciones entre las personas. La psicología diferencial entre hombres y mujeres, sin embargo, nos nuestra que éstas están mucho más puestas a ello que los hombres.

La vida humana es sobre todo una vida de relación, especialmente de relaciones personales. Es lo que inconscientemente todos buscamos y lo que de verdad nos llena. Más que las relaciones «objetales», son las relaciones «personales» las que dan sentido y valor a la vida.

Es pues un deber ineludible para cada uno de nosotros superar la mediocridad y banalidad de la vida y centrar nuestra atención en aquellas cuestiones de las que depende y nos jugamos nuestra felicidad. Se trata de estimular las personas para que se interesen más por las relaciones humanas que por sus relaciones con las cosas, que aprecien más el valor de las relaciones con las personas que con las cosas.

Inspirado en M. FONT: 345: COLEU UN MOSQUIT…

Aprendizajes imprescindibles

Aprendimos en la edad escolar los instrumentos imprescindibles del trabajo intelectual: la lectura, la escritura y el cálculo. Y a ellos añadimos un conglomerado de conocimientos teóricos y prácticos, que muchas veces para nada útil nos sirven luego en la vida. Pero no hemos aprendido una cosa que nos es absolutamente necesaria todos, algo que hemos de utilizar todos los días y a todas horas: el modo de expresarnos debidamente, el modo de relacionarnos con los demás. Son contadísimas las personas que conocen con claridad cuáles son las leyes por las que se rige la relación social y que deben hacer para conducir con acierto el mundo de relaciones en que todos vivimos inmersos.

Y, sin embargo, nuestra felicidad depende en gran medida de que lleguemos a expresarnos cada uno en lo que somos. E igualmente nuestro bienestar, no sólo material y económico, sino afectivo y espiritual, obedece, en gran parte, a la forma de desenvolvernos dentro del conjunto de relaciones sociales que hemos de mantener con nuestros semejantes.

La relación con los miembros de su familia puede hacer al hombre feliz o desgraciado. La relación con el círculo un poco más extenso, de amistades y colegas de trabajo, superiores y subalternos, le ofrece a uno la coyuntura de afirmar su personalidad o de limitarla, de mejorar económicamente, de gozar de los bienes de toda clase que trae consigo una actitud y un modo adecuado de tratarlos, o, por el contrario, de aislarse y verse privado en parte de esos bienes. Y, finalmente, la relación aún más amplia con la sociedad en círculos más dilatados brinda al hombre la oportunidad de expresarse en toda la gama de sus cualidades poniéndose en contacto con los grupos sociales convenientes, o puede llevarle a sentirse frustrado y echar a perder su vida.

Todo depende del acierto que tengamos en expresarnos, en relacionarnos y conversar con las personas que nos rodean.

Blay FONCUBERTA: La formación humana como medio para el desarrollo personal. Ed. Cedel

En busca de sentido

Nuestra naturaleza nos impulsa a trascender nuestra realidad inmediata. El hombre está orientado hacia algo que él mismo no es, pero que desarrollándose, desplegándose, puede llegar  a ser. Así estamos constituidos y esa es nuestra condición y nuestro destino. El ser humano siente necesidad de transcender cuanto vive y experimenta.  Esta necesidad de ir siempre más allá de lo que uno es, de ir en busca de sentido de lo que uno vive y de lo que uno hace, constituye la esencia de la existencia humana.

Por otra parte, nuestra mente está continuamente atareada, actuando, funcionando. Todos, en nuestro trato diario, entramos en relación con muchas cosas y personas, cada una con su mundo, su realidad personal, sus preocupaciones, sus sueños, anhelos, intereses  e inquietudes personales. Los contenidos que pululan por ella están condicionados por multitud de factores. Una gran parte de los “habitantes” que pueblan nuestra mente dependen de nuestros intereses, de nuestros afectos por determinadas cosas, de las cuestiones por las que nuestra personal estructura mental se siente atraída. Un conjunto de sentimientos, afectos, ideas, sueños, inquietudes, proyectos, ilusiones… pululan por nuestra mente, ocupan nuestra actividad psíquica.

Muchos individuos inmersos en la cotidianeidad, sumidos en sus preocupaciones y quehaceres diarios, viven “distraídos”. Vivir “distraído” significa existir enajenado, alienado. A menudo tienden a ignorar –o a percibir como ajenos- valores, cuestiones y temas de capital importancia, sustanciales para un desarrollo más pleno y fecundo como personas. Si no queremos hundirnos en esa marea de estímulos, en ese total revoltijo que nos ofrece la vida diaria, hemos de aprender a distinguir las voces de los ecos, lo esencial de lo secundario, lo que es importante  de lo que no lo es, lo banal de lo sustancial, lo que tiene sentido y lo que no lo tiene.

Uno de nuestros grandes retos psíquicos

Nuestro cerebro «procesa» cantidades ingentes de información, aunque solamente somos conscientes de una pequeñísima parte de ellas. Lo único que “vemos”, (es decir, de lo que realmente somos conscientes), es tan sólo la punta del iceberg. De hecho,  de todo lo percibido por nuestro cerebro solamente nos quedamos con aquello que mejor casa con nuestros intereses.

Uno de los grandes retos para cada uno de nosotros es saber a qué dedicar preferentemente nuestra atención psíquica, a qué cosas de las que hay dentro de nuestro cerebro prestar prioritariamente la atención. Se trata de descubrir a qué cosas prestar la debida atención en orden a una realización más plena, en orden a nuestra felicidad, porque corremos el riesgo de que nuestro cerebro “se pierda” en cuestiones banales, secundarias, en cuestiones que nos “distraen” pero que de verdad no nos llenan, que no nos hacen felices. Hemos de ir aprendiendo a prestar atención de forma consciente a aquellas cosas que realmente nos van a hacer felices... En eso consiste precisamente nuestra tarea existencial, nuestro gran reto como seres humanos: acabar descubriendo lo que realmente puede llenar de sentido nuestra vida, aprender a qué cosas vale realmente la pena prestar atención para la realización de una vida más plena. Si cada uno de nosotros somos capaces de guiar nuestro cerebro para hacer eso habremos avanzado mucho en el proceso de nuestro crecimiento personal.

Hacia el cambio necesario

Hemos llegado al extremo de amar las cosas y usar las personas, cuando debiera ser lo contrario, usar las cosas y amar a las personas.

El cambio debiera tener distintos niveles. Un primer nivel, personal. Reafirmando los vínculos con las personas y aflojando los vínculos con las cosas. Hemos llegado al extremo de amar las cosas y usar las personas, cuando debiera ser lo contrario, usar las cosas y amar a las personas.

Permitidme que os explique una experiencia que pone de manifiesto lo que acabamos de decir. Andando por la calle, doy un tropezón, y para no irme de narices al suelo, me apoyo en un coche que estaba aparcado. El propietario estaba dentro, y salió airado insultándome gravemente a mí y a los difuntos de mi familia, total porque había puesto, a su juicio, mi puerca mano sobre la excelsa plancha de su coche nuevo. Aquí vemos claramente una forma de amar más a las cosas que a las personas. Sin embargo, el cambio pasaría por convertir los encuentros interpersonales en una gran oportunidad, de establecer vínculos de diálogo, más allá de que haya o no sintonía en la forma de ver las cosas.

FórumLibertas:  El miedo al compromiso

Nuestra actividad psíquica en relación con las interacciones sociales

La mayor parte del tiempo nuestro cerebro está ocupado en cuestiones que tienen que ver con las interacciones sociales. Constantemente conjeturamos sobre el estado mental de los demás en relación con nuestro bienestar. Eso es así gracias a que el cerebro humano seguramente debe estar tremendamente comprometido con ese tipo de procesos. Las investigaciones recientes apuntan a que estar en contacto con los demás ha sido lo que nos ha hecho diferentes a las otras especies.

Hasta esta cifra, 150 individuos, podemos hacer un seguimiento de todas las relaciones sociales, tanto positivas como negativas, ver quién cuida a quién, etcétera. El tamaño de nuestro cerebro está relacionado con el tamaño del grupo social que podemos gestionar y controlar… 

Solamente te pido una reflexión: piensa en las últimas 24 horas de tu vida. Y ahora pregúntate qué porcentaje de ese tiempo has dedicado a pensar en temas “sociales”.  Descubrirás que ha sido alrededor del 99% del tiempo. ¿Cómo estará tu mujer? ¿Y tu hijo? ¿Y la persona que trabaja contigo? ¿Cuál es su intención? ¿Les vas a gustar? ¿Qué piensan? ¡No puedes desactivarlo! Constantemente conjeturamos sobre el estado mental de los demás en relación con nuestro bienestar. ¡Y no dejamos de hacerlo!

Tras percatarnos del increíble poder que tiene “interesarnos” por  nuestras interacciones sociales en el día a día, queda claro que el cerebro humano tiene que estar tremendamente comprometido con ese proceso. La capacidad de descubrir el estado de ánimo de otra persona es exclusivamente humana: hay algunas pruebas (poquísimas) de que los chimpancés pueden plantearse qué pensarán los demás chimpancés, pero es un pensamiento de muy bajo nivel, no es igual que el nuestro.

Michael GAZZANIGA, neurólogo. REDES Tv2

Lo que necesitas es un amigo de verdad

La solución a muchos de tus problemas son unas relaciones personales auténticas.

La sociedad de consumo, el consumismo, te manda todo el día el siguiente mensaje: la solución de tus problemas sea cuales sean, de autoestima, de depresión, de soledad, es ir al centro comercial y comprar algo, es consumir algo…

La vuelta a la tradición que necesitamos es recuperar una gran verdad: que la solución a tus problemas es una relación personal y que entonces eres rico si eres rico en relaciones personales, no si eres rico en objetos y si estás deprimido lo que debes buscar es un amigo y no una tienda donde comprar… en la medida que apreciemos más los objetos que las relaciones…  qué comunicación posible hay… queda pendiente un tenaz trabajo de concienciación orientado a que la gente recupere, redescubra, el sentido de lo relacional…

Raul GONZALEZ FABRE, profesor Ética económica…  LÁGRIMAS en la lluvia, IntereconomiaTv

Me quedan los afectos

Todo lo anterior nos lleva a una conclusión. Vamos a expresarla en palabras del ex-entrenador del Barça,  Pep Guardiola, en la rueda de prensa del anuncio de su retirada:  "Me quedo con los afectos de los jugadores"

En un resumen más íntimo de sus cuatro años, el entrenador apuntó a que más allá de los títulos...

"Lo que quedan son los afectos. No me quedo con ningún título, sino con la relación que he tenido con los jugadores y con los directivos. He convivido con gente extraordinaria. Haces todo para los títulos pero lo que queda es eso. Quedan los afectos, sólo queda eso. Recuerdo haber vivido eso.  La gente vuelve a las ciudades a ver a los amigos, no por los museos. Vuelves a los sitios y amas a los sitios por la gente. Eso es lo que me quedo. Lo que más deseo es que con el paso del tiempo nos encontraremos y nos abrazaremos. La gente se va de los lugares con los afectos, vuelves a los sitios y amas esos sitios por la gente. Me voy con paz y con el afecto y cariño en los buenos y malos momentos"

Resumen de prensa


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