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PREMIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2008 (y 3)

4. Discurso final del Príncipe de Asturias

Con la honda emoción que sentimos al celebrar cada año la entrega de nuestros Premios y con la satisfacción y la alegría de tener entre nosotros a personas e instituciones merecedoras del más universal reconocimiento, nos reunimos nuevamente en Oviedo, faro desde donde se iluminan los más sentidos deseos de concordia y de progreso para los hombres y mujeres de la Tierra.

A nuestros galardonados, que con su obra y su ejemplo hacen más esperanzada y más rica la existencia humana, les damos nuestra más cordial enhorabuena. La brillante trayectoria que desde hace casi treinta años ha dibujado nuestra Fundación y sus Premios no es para nosotros una meta sino un estímulo para llegar más allá pues, como decía don Quijote, preferimos caminar aun antes de que amanezca. Y hemos querido hacer nuestro camino con humildad y prudencia, que, como dice una cita milenaria, es luz cuya claridad no anochece. Vemos a nuestra Fundación como una fábrica de sueños que se van realizando al servicio de España, pues la grandeza de una Nación se mide también por lo que entrega generosamente al mundo para hacerlo mejor, para luchar contra todas las formas negadoras de la esperanza en el ser humano y en su futuro.

-1- Premio de las Artes. La música ha sido concebida siempre como una de las artes superiores, poseedora de un gran poder transformador, no sólo por ser la expresión de lo bello, sino también porque es, sin duda, el arte que se halla más cerca de la armonía, el más sublime medio para transmitir sentimientos y comunicar emociones. La misión del arte trasciende el horizonte de lo estético para proyectarse con fuerza a otros campos como la formación humanística, la promoción social y el compromiso ético. El bien y la belleza, como nos dejó escrito Octavio Paz, son inseparables. Millones de personas en el mundo sentimos a diario el efecto benéfico de la música, su facultad para unir, para liberar los corazones, para emocionar.

-2- El Premio de Cooperación Internacional se ha concedido a cuatro organizaciones que lideran la lucha contra la enfermedad de la malaria en África. La malaria amenaza al cuarenta por ciento de la población mundial y es endémica en más de cien países; anualmente fallecen por su causa más de un millón de personas; los niños son sus principales víctimas y está considerada una de las principales causas del subdesarrollo de África. De ahí la trascendencia de la labor que desempeñan estas cuatro organizaciones en las zonas de este continente que constituyen lo que se ha llamado “la nación de los pobres”; una nación sin fronteras geográficas, donde se asientan el hambre, conflictos de todo tipo, la enfermedad, donde, al vivir en tan trágicas condiciones, falta la libertad fundamental: la libertad de cada persona para elegir su propio destino.

En todos los continentes, en todos los países del mundo, hay rincones de pobreza. Pero África sufre, de entre todas las pobrezas, la más atroz y la más absurda. Los hambrientos de África desfallecen en un continente que también alimenta cultivos exuberantes y que alberga gran parte de las riquezas minerales y energéticas del planeta. Sabemos que les mueve una hermosa ambición: la de erradicar el dolor, el sufrimiento; la de vencer a una enfermedad que se ensaña con los más indefensos, para ganarle definitivamente el pulso al binomio endiablado de pobreza y enfermedad que lastra el progreso – y hasta la esperanza – en tantos lugares de gran necesidad en el mundo.

-3- El Premio de Investigación Científica y Técnica
lo han recibido, por sus extraordinarios méritos, cinco científicos expertos en Ciencia de Materiales y Nanotecnología, una disciplina que trabaja con la materia a escala atómica para estudiar, diseñar y fabricar aparatos, materiales y sistemas novedosos con propiedades únicas y controladas, que son, además, fundamentales –curiosamente para el desarrollo sostenible del planeta y para la lucha contra la pobreza y la enfermedad. Sus trabajos contribuyen de forma decisiva a la salud humana, al ahorro energético y a la utilización de nuevas fuentes de energía limpias, al tiempo que permiten afrontar fascinantes desafíos y romper fronteras tecnológicas.

Uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la Humanidad es el de la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Para ello reducir a niveles sostenibles nuestra dependencia de los combustibles fósiles, especialmente del petróleo, y frenar el amenazador calentamiento global es uno de los mayores retos científicos y tecnológicos actuales. Los logros de estos cinco científicos demuestran, una vez más, la trascendencia de la dimensión social de sus trabajos, especialmente cuando favorecen el progreso incluso de las zonas más deprimidas del mundo. Son, en definitiva, un claro ejemplo de ese apasionante y trascendental papel de la ciencia: entender cada vez más cómo funciona el mundo material, y mejorar nuestras vidas, haciéndolas más agradables o liberándolas de sufrimientos.

-4- Sin ninguna duda, otro importante paso en el progreso tecnológico lo ha dado el buscador de Internet “Google”, nuestro Premio de Comunicación y Humanidades que se ha convertido en un instrumento fundamental para el desarrollo de la cultura humana.

Desde la más remota antigüedad, los seres humanos hemos buscado la forma más eficaz y rápida de comunicarnos. Los más hermosos monumentos, las bibliotecas legendarias, las diversas técnicas de escritura y de edición, los medios de transporte, todas son formas de convertir en realidad el ansia de transmitir y recibir información y conocimientos, el anhelo de explicar y entender el mundo. Google es una forma nueva, eficaz y extraordinariamente rápida de lograr ese sueño, poniendo en segundos, al alcance de millones de personas, un inmenso caudal de información. La creación de Google Earth y el buscador de libros están poniendo progresivamente también a nuestro alcance los más remotos rincones de la Tierra y la producción intelectual de siglos de civilización.

-5- Se ha concedido el Premio de Ciencias Sociales al escritor búlgaro de nacimiento y francés de adopción Tzvetan Todorov, excelente lingüista, semiólogo, historiador de las ideas y teórico de la literatura: un verdadero humanista contemporáneo. Aprendió a ver en los textos el sutil tejido que los cohesionaba, que les daba sentido, hecho de una larga tradición literaria, mezcla de origen culto y popular. Su infinita curiosidad le llevó también a indagar en el terreno histórico, reencontrándose allí con otro de sus campos de investigación: los signos, la comunicación, los mecanismos del lenguaje. Son muy sobresalientes y sugestivos también sus estudios sobre esa gran cumbre del pensamiento de Occidente, sobre la Ilustración, para ensalzar su espíritu y sus luces, situarla en nuestro tiempo y reivindicarla como seña de nuestra identidad europea. Una identidad que él la afirma también como basada en la renuncia a la violencia, en el perdón, en la reconciliación y en la vida en común.

Su condición de “hombre desplazado”, víctima en su país de la larga noche del totalitarismo, le permite tener una perspectiva alejada de todo sectarismo e imposición ideológica y estar convencido de los beneficios de la proximidad de los otros, de los que no piensan de la misma forma. Todorov afirma que la inmigración es siempre una fuente de riqueza, de dinamismo y de energía. Al referirnos a esa afirmación, queremos expresar el profundo dolor que sentimos cada día al ser testigos de la tragedia de tantas mujeres y tantos hombres que intentan cruzar las fronteras huyendo de la pobreza y de la falta de oportunidades, con la esperanza de encontrar una vida mejor, a la que todo ser humano tiene derecho.

-6- La canadiense Margaret Atwood, ha creado bellísimas obras que a la vez están hondamente comprometidas con la realidad social y con la defensa del humanismo. En sus versos se mezcla la emoción lírica con un profundo compromiso ético. En sus escritos en prosa se advierte su condición de finísima observadora de las relaciones humanas y, al mismo tiempo, de luchadora contra la injusticia social. Firme defensora de la libertad de expresión, es asimismo una fiel aliada de la preservación de la naturaleza. Particularmente importantes y originales son sus ideas sobre el feminismo, alentando y celebrando las legítimas y prometedoras conquistas de la mujer, y advirtiéndonos a la vez de los peligros que suscita la posibilidad de que esos logros caigan en la pobreza de lo tópico. Su conciencia libre le permite enfrentarse a la injusticia en todos los ámbitos, y la combate con su palabra sutil, sugerente, alejada de cualquier dogmatismo. Por todo ello, gracias a su honradez intelectual, a su independencia de juicio, se ha convertido en una referencia moral para muchas mujeres y hombres de todo el mundo.

-7- Rafa Nadal. En años anteriores, hemos entregado el galardón a otros deportistas con deslumbrantes carreras y acostumbrados a la gloria. Y les hemos elogiado por su espíritu de sacrificio, por sus cualidades excepcionales, Pero, también, por sus valores humanos. Aquellas cualidades y valores los vemos en Rafa Nadal, que nos admira con cada victoria, porque además, en todas hace gala de una humildad, de una sencillez, que tan sólo los más grandes son capaces de sentir de esa manera. Pero nos admira aún más que nunca se olvida de los que sufren, de los que luchan contra el dolor.

Porque Nadal es, además de un tenista genial, un gran ser humano, un joven agradecido. Sus allegados han sabido guiarle por la siempre difícil senda del éxito, animándole a ir de la mano de la autenticidad, de la sencillez y de la grandeza de espíritu. Ha afirmado Rafa que lo importante no es ser buen deportista, que lo importante es ser buena persona. Su comportamiento y sus sentimientos son un gran estímulo para que  niños y jóvenes aprendan de él su actitud caballerosa y llena de generosidad. Quizá este sea uno de sus mayores logros, pues, desde lo alto del pódium, resalta los aspectos más emotivos y pedagógicos del deporte.

-8- Ingrid Betancourt. Al entregarle hoy este Premio de la Concordia, reconocemos en ella a una persona que “personifica a todos aquellos que en el mundo están privados de libertad por la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico”. Miles de personas que, en cualquier rincón del planeta, viven de espaldas al bien inexcusable de ser libres y a las que recordamos para que nunca las abandone la esperanza. Ingrid Betancourt, que se ha visto sometida a una durísima prueba, enfrentada súbitamente a la indefensión, a la humillación, al dolor físico y psíquico, lucha ahora para dejar atrás definitivamente aquellos años de sufrimiento y de miedo, y nos dice que la respuesta a la venganza es la compasión; que se puede responder con razones a la sinrazón, y que la esperanza y el amor a la vida logran abatir las barreras más temibles de crueldad y de odio.

Unos hermosos versos de Salvador Espríu rezan así: Los hombres no pueden // nunca ser// si no son libres. Es cierto: los seres humanos no podemos vivir sin libertad. Sobrevivimos sin ella, pero no vivimos con plenitud. Debemos defender la dignidad, la felicidad y el bienestar del ser humano en libertad. Por todo ello, reconocemos esta tarde su heroica resistencia, su victoria, la ausencia de rencor en su corazón, la grandeza de su ánimo.

 
 

Señoras y Señores,
A lo largo de estos años, muchos de nuestros premiados nos han alertado sobre los retos a los que la Humanidad se enfrenta en estos comienzos del siglo XXI.. La Globalización, que ha impulsado el acercamiento imparable de las Naciones hasta formar una auténtica aldea global, en la que -más que nunca - compartimos el futuro de nuestros destinos y las consecuencias de nuestras acciones. En este marco, aprovechemos las oportunidades que nos ofrece la universalización de los sistemas de comunicación y transmisión del conocimiento. Trabajemos unidos para estabilizar y sanear, cuanto antes, el sistema financiero internacional. Busquemos entre todos encauzar correctamente la presión del desarrollo humano sobre el medio ambiente de nuestro planeta. Hagamos frente solidariamente a los desastres naturales y a las grandes emergencias. Y unamos nuestros esfuerzos para luchar con eficacia y mediante los instrumentos del Estado de Derecho contra el terrorismo, y contra todas las formas de crimen organizado.

Estas realidades globales del mundo interdependiente en el que vivimos afectan a aspectos esenciales de nuestra existencia y condicionan nuestra libertad, progreso o bienestar. Y, por ahora, carecen de soluciones globales eficaces. Hemos oído reivindicar, desde este mismo escenario, la necesidad de respuestas colectivas a muchos de los retos mencionados; y sin embargo no se han abordado con la necesaria convicción, celeridad y contundencia.

La reciente crisis financiera ha puesto de relieve tanto la verdadera amplitud y profundidad de ese proceso, como la necesidad urgente de superar los grandes riesgos y desafíos que plantea esta comunidad global que estamos construyendo. Revela lo imprescindible que resulta tomar conciencia de la necesidad de que las instituciones ordenen y regulen la globalización; en definitiva, para ofrecer mayor confianza y esperanza a todos los habitantes del planeta. La gestión de este proceso requiere un gran esfuerzo de cooperación y concertación mundial. Precisa de un impulso, equilibrado y respetuoso con las responsabilidades de los Estados, al tiempo que audaz, para que podamos hacer frente con determinación y visión de futuro a los retos que plantea. Las tres últimas décadas son la muestra evidente de la voluntad de España de construir su futuro sobre la solidez de los valores democráticos y de situarse activamente en el escenario internacional. Sobre esas bases, estoy convencido de que España está decidida a contribuir a ese gran esfuerzo multilateral para encauzar el proceso de globalización.

Y por ello y al hablar de nuestro país me gustaría terminar mis palabras, evocando otros acontecimientos importantes que también cambiaron para siempre el rumbo de nuestra historia y que tuvieron gran influencia en muchos lugares del mundo. Todos ellos, de forma pacífica o con muy duros sacrificios, fueron caminos emprendidos en busca de la libertad y la justicia, pasos trascendentales en la evolución hacia una sociedad avanzada y democrática, gobernada bajo el imperio de la Ley. Los españoles debemos meditar sobre ellos y aprender de los errores, de los fracasos, de las glorias y de los éxitos, para no repetir nunca más aquello que nunca debió suceder y para ensalzar todo lo bueno, lo que nos ha transformado en una gran nación: en la España democrática, diversa, plenamente integrada en Europa, dueña de su destino, y de la que tan orgullosos nos sentimos.

España está en el ayer, en su gran historia, pero, sobre todo, está en el mañana. Por ello, estas lecciones del pasado y las nieblas que suelen interponerse ante la mirada al futuro, no pueden impedirnos ver con claridad que estamos ante un mundo nuevo, muy distinto al del siglo XX, más ancho y más complejo, con nuevos y poderosos interlocutores, que anuncia profundas modificaciones en el modo con el que hasta ahora lo hemos concebido, vivido y administrado. Como toda época de transición y de cambios tan rápidos y profundos, la actual está repleta de riesgos y de incertidumbres, pero también de oportunidades y de esperanzas. No es un viaje rutinario el que tenemos ante nosotros. Adentrarse en ese nuevo tiempo exige -más que en cualquier otra ocasión- acierto en el rumbo y firmeza en su conducción; y requiere de una decidida voluntad común basada en la solidaridad entre todos los españoles que les ilusione, de confianza y seguridad. Es un viaje para el que es imprescindible que todo ese esfuerzo se sustente en las fuentes del humanismo y de la ética, que alimentan lo mejor de la vida humana.

La historia también nos enseña que una de las claves del progreso de la humanidad es la capacidad de las personas y de las sociedades para adaptarse a los avances tecnológicos. Por eso, tenemos que ser conscientes de que la educación de nuestros jóvenes y la formación de nuestros ciudadanos forman uno de los ejes principales de nuestro futuro bienestar. Una educación actualizada permanentemente, con una visión universal y basada en el esfuerzo, en el trabajo bien hecho, y en la conexión eficaz con el mercado laboral. Asimismo, la innovación, la investigación científica y las nuevas tecnologías deben estar en la raíz misma de nuestro tejido productivo. Pues solo así, en esta Sociedad del Conocimiento en la que ya vivimos, se creará y distribuirá riqueza y se generará empleo.

Este es, por ello, más que nunca el momento de pisar el terreno firme de los grandes principios y valores que son el alma y la razón de ser de nuestros Premios. Aquellos que apoyan nuestra fe en el porvenir y refuerzan nuestra determinación de construir un mundo que queremos más próspero pero, sobre todo, más sostenible y más solidario, mucho más justo y siempre libre. Cada año, nuestros premiados enriquecen nuestras ideas y nos recuerdan la importancia del ejemplo con sus propias trayectorias. Sigamos entonces reconociendo en ellos a quienes buscan la verdad y la belleza, a quienes trabajan por la paz, el bienestar y la libertad de todos, a quienes, en fin, ayudan a construir esa ciudad siempre inacabada de un mundo mejor.

Muchas gracias.

 
 
 
 

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