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HOMBRE-MUJER: DIEFERENTES PERO COMPLEMENTARIOS

NOTAS PARA UN MEJOR ENTENDIMIENTO
 

Los medios de comunicación periódicamente nos traen noticias sobre estadísticas de violencia de género, violencia doméstica, malos tratos entre hombres y mujeres… por otra parte, también nos acercan la situación de inferioridad en la que se encuentra la mujer en muchos países del mundo.

Nadie duda de que hombres y mujeres somos iguales en dignidad, derechos y deberes. Sin embargo, en nuestra relación diaria con el sexo opuesto percibimos la existencia de sutiles pero innegables diferencias en la forma de sentir, amar, sufrir, trabajar; en definitiva, de vivir.  Los cerebros femenino y masculino, desde incluso antes de nacer, son iguales en inteligencia, pero algo diferentes, en estructura y funcionamiento. La educación no es por lo tanto la única responsable de las aptitudes e inclinaciones de hombres y mujeres. A fin de mejorar las relaciones entre hombres y mujeres es preciso llegar a una comprensión de nuestras diferencias para entendernos mejor y podernos complementar más adecuadamente.

Dieferentes pero complementarios

En los países desarrollados nadie duda de que hombres y mujeres somos iguales en dignidad, derechos y deberes. Sin embargo, se descarta a priori, por políticamente incorrecta, la posible existencia de cualquier otro tipo de diferencia asociada al sexo, abstracción hecha de las estrictamente fisiológicas o externas. Desde los años 60, el feminismo igualitarista, con Simone de Beauvoir a la cabeza, ha mantenido de forma radical que hombre y mujer no nacen, sino que se hacen. Por su parte, el actual feminismo «de género»  va aún más allá al afirmar que el ser humano nace «bisexual». La inclinación sexual depende de la libertad de cada uno, pero en ningún caso de la naturaleza.

Sin embargo, en nuestra relación diaria con el sexo opuesto percibimos la existencia de sutiles pero innegables diferencias en la forma de sentir, amar, sufrir, trabajar; en definitiva, de vivir.

Mujeres... ¿Quién puede entenderlas? Ellos se rompen la cabeza tratando de hacerlo y llegan siempre a la sabia conclusión de que son incomprensibles. En un momento están felices y al instante se sienten los seres más desdichados del planeta. Siempre están hablando como “cotorras”, contándole a todo el mundo sus problemas, pero cuando ellos tratan de darles alguna solución saltan como leonas enfurecidas y dicen: ¿quién te pidió tu opinión?

Hombres... Ellas dicen que son unos insensibles, incapaces de escuchar e insoportables a la hora del fútbol, que no toleran un consejo pero siempre están diciendo qué hacer a los demás, que son competitivos y autosuficientes, no comparten sus problemas y las hacen a un lado cuando se trata de resolverlos.

En este sentido, los últimos avances de la neurociencia y la tecnología de la imagen han descubierto algo hasta ahora impensable: los cerebros femenino y masculino, desde incluso antes de nacer, son iguales en inteligencia, pero notablemente diferentes, en estructura y funcionamiento. Los estudios demuestran cómo las diferencias de comportamiento entre hombre y mujer son el reflejo de las diferencias cerebrales, estableciendo una conexión incontrovertible entre cerebro, hormonas y comportamientos. Sandra Witleson, neurocientífica conocida por los estudios que realizó en la década de los 90 sobre el cerebro de Einstein, afirma con rotundidad: «el cerebro tiene sexo». Hombres y mujeres salen del útero materno con algunas tendencias e inclinaciones innatas, no nacen como hojas en blanco en las que las experiencias de la infancia marcan la aparición de las personalidades femenina y masculina, sino que, por el contrario, cada uno tiene ciertas dotes naturales. La sencilla, irrefutable, empírica y maravillosa realidad es que somos diferentes. La educación no es por lo tanto la única responsable de las aptitudes e inclinaciones de hombres y mujeres. El empeño en negar las diferencias llena nuestras relaciones de conflictos, tensiones y frustraciones. A fin de mejorar las relaciones entre los sexos es preciso llegar a una comprensión de nuestras diferencias que aumente la autoestima y la dignidad personal.

 
Psicologías diferentes
 

El cerebro humano está dividido en dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. El izquierdo controla todo lo que corresponde al pensamiento lógico y racional, mientras que el derecho tiene que ver con las emociones, la creatividad, la fantasía y lo subjetivo. Los seres humanos combinamos la información que nos proporcionan ambos hemisferios y así conocemos, pero este proceso es diferente en hombres y mujeres.

  • Las mujeres tienden a trabajar con ambos hemisferios simultáneamente. En otras palabras, nunca independizan los procesos racionales de las emociones. Por eso no es sorprendente que cuando hablen con alguien pongan atención no sólo a lo que les dicen, sino también a la expresión y los gestos con que se lo dicen, a la ropa que trae puesta su interlocutor, a la espinilla que tiene en la cara, a la forma como mueve las manos y al estado del clima.
  • Las mujeres pueden estar en muchos canales al mismo tiempo y por eso pueden ser tan detallistas, intuitivas, sensibles y, por qué no decirlo... ¡en muchos casos también chismosas!
  • También tienen una gran capacidad para fantasear, para soñar.
  • La mujer procesa con mayor rapidez los estímulos sensoriales y verbales, lo que le da una gran capacidad para relacionar, percibir y comunicar tanto la información verbal como no verbal, así como las emociones. Su estrategia es la persuasión por la vía indirecta... así como quien no quiere la cosa. No en vano dicen que “el hombre lleva los pantalones, pero del color que la mujer quiere”.
 
  • Los hombres son más dados a trabajar con un solo hemisferio a la vez. Por eso tienden a no mezclar la razón con las emociones, como lo hacen las mujeres. Esto los hace más racionales y “fríos” a la hora de tomar sus decisiones, pero también menos capaces de expresar sus sentimientos.
  • Ellos no se enrollan dándole vueltas a las cosas, no se complican la vida. Simplemente extraen lo esencial sin fijarse mucho en los detalles. Por eso, cuando hablan con alguien es inútil esperar que sepan cómo andaba de ánimo esa persona y, menos aún, qué ropa traía puesta.
  • Ellos prefieren resolver uno a uno sus problemas y cuando centran su atención en algo no les gusta que los distraigan (por eso es mejor no interrumpirles cuando ven el fútbol o la televisión).
  • De acuerdo con estudios científicos el cerebro masculino está organizado de manera más compacta y eficiente para el procesamiento de información visual y espacial, así como para el razonamiento matemático. De ahí que tiendan a ser más analíticos, amantes de los cálculos, fórmulas y deducciones.
 

ELLAS

ELLOS

  • Son más intuitivas
  • Son más realistas
  • Expresan sus emociones
  • Buscan ser aceptadas
  • Necesitan ser escuchadas
  • Tienen mayor capacidad para
    aguantar el dolor y enfrentar el sufrimiento
  • Más sentimentales.
  • Les gusta incentivar
  • Más detallistas
  • Imaginativas y fantasiosas
  • Son más reflexivas y profundas
  • Más lógicos y analíticos
  • Son más racionales y, a la vez, más racionalistas
  • Ocultan sus emociones
  • Buscan ser respetados
  • No les gusta perder el tiempo en explicaciones
  • Más fuertes y vigorosos
  • Les gusta competir.
  • Autosuficiente
  • Les encanta tomar decisiones
  • Son más impulsivos
  • Son más agresivos y ambiciosos
 

En la sociedad actual es de justicia que las mujeres se realicen profesionalmente hasta donde deseen y que los hombres se comprometan a fondo en la crianza, educación de los hijos y labores del hogar. Pero este arduo y dificultoso camino hacia la igualdad no debe suponer nunca la negación de nuestras diferencias, de nuestras especificidades en cuanto hombres y mujeres. Al contrario, será enormemente beneficioso y enriquecedor para la sociedad que los hombres aporten su saber hacer masculino y sus habilidades a la vida doméstica; y que las mujeres aporten sus valores y cualidades al mundo profesional. Tanto los hombres, desde su masculinidad, como las mujeres, desde su feminidad, aportan a la sociedad su propia manera de percibir y comprender la realidad, tan diferente entre sí, pero tan enriquecedora y perfectamente complementaria. Ignorar estas diferencias afecta en último término a la igualdad de oportunidades, que resulta frustrada al impedir que hombres y mujeres desarrollen al máximo las potencialidades propias de su sexo. La mujer y el hombre configuran cada uno un tipo psicológico humano que tiene por sí y en sí una sustantividad esencial, con sus propios valores y características. Sólo comprendiendo su verdadera esencia, el hombre y la mujer podrán tomar el control de su vida y desarrollar al máximo sus posibilidades.

Hombres y mujeres... dos mundos distintos, que por opuestos, se atraen y se complementan. Después de todo el problema no es que haya diferencias, sino desconocerlas y no enriquecernos con ellas.

 
Adaptación a partir de
Mujer Nueva y conoze.com

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