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Nuestro lugar en el cosmos

Un lugar para ti...

Para orientase adecuadamente, primero conviene situarse, saber dónde estamos. Para ello disponemos de dos grandes coordenadas con las que funcionamos los seres humanos: espacio y tiempo. Hay cosas que aparentemente parecen inútiles pero que en realidad pueden resultar de máxima utilidad. Hemos visto que la «contemplación» de la realidad nos lleva a la «reflexión» y la reflexión es la antesala de cualquier posible «transformación».

La especie humana ha hecho un gran esfuerzo para comprender la naturaleza del universo y nuestro lugar dentro de él. Hay temas realmente profundos que inquietan la existencia humana, como el origen y significado del universo, el lugar del ser humano en el mundo, la estructura y organización de la naturaleza. Desde siempre los seres humanos hemos sentido algún tipo de relación con el Cosmos, entre el Universo y algunas de las cosas que más anhelamos saber de nosotros: nuestro origen, qué destino nos espera, si la vida tiene algún sentido...

Ha habido una serie de cuestiones que desde siempre han inquietado al espíritu humano: conocer cuál es nuestro lugar en el Cosmos, qué lugar ocupa la Tierra, la extensión del Universo, la existen o no de vida más allá de nuestro planeta... La manera de imaginar el Universo ha ido cambiando a lo largo de la historia. En el siglo XX hemos pasado de concebir el Universo como algo inmutable a un Universo inmerso en el cambio y la temporalidad. Espacio y tiempo son dos de las coordenadas que condicionan nuestro existir. Una de esas cuestiones que siempre nos han inquietado es conocer qué lugar ocupa la Tierra en el espacio cósmico. Una reflexión desde la actualidad sobre nuestro lugar en el Cosmos.

El ensanchamiento de nuestra visión, la ampliación de nuestra consciencia cósmica posibilita la percepción del sentido profundo de la realidad de la cual formamos parte.

Ese cambio de perspectiva nos permite ensanchar nuestra consciencia cósmica, comprender más objetivamente nuestro lugar en el Cosmos, vislumbrar el posible sentido de nuestra existencia.

Sólo el conocimiento profundo de unos mismo, arraigado en el conocimiento de nuestro lugar en el cosmos, puede ser fuente de plenitud y de verdadera transformación, posibilitando la ampliación de nuestro nivel de consciencia, la transformación de nuestro ser. M. CAVALLÉ (Filósofa)

Un breve repaso histórica sobre nuestra posición en el Cosmos

Haciendo un somero recorrido histórico por las concepciones que se han ido sucediendo sobre el Universo a lo largo de la historia nos encontramos con que antiguamente en el modelo ptolemaico (s. II d.c) la Tierra era consideraba como el centro del Universo, ocupaba la posición central y todo giraba a su entorno. Con la teoría copernicana (s. XVI), la Tierra dejó de estar en el centro del Universo, puesto que pasó a ser ocupado por el Sol. Giordano Bruno (s. XVI) proponía que el Universo era infinito, que cada estrella era un sol, que cada solo tenía a su alrededor planetas habitados, que la vida desbordaba la Tierra y llenaba el Universo. Cuatrocientos años atrás la ciencia entró en conflicto con la religión porque parecía amenazar el cómodo lugar de la humanidad con un cosmos teleológico diseñado por Dios. La revolución que comenzó con Copérnico y terminó con Darwin, tuvo el efecto de marginar y aún trivializar a los seres humanos. La gente no estaba ya en el centro del gran esquema, sino que fue relegada a un rol incidental y aparentemente sin sentido en un drama cósmico indiferente a los humanos. Esta ética existencialista de que no hay significado en la vida humana más allá que el que los humanos mismos habían puesto en ella, se tomó como leitmotiv de la ciencia.

En el modelo cosmológico actual, nosotros nos encontramos en un lugar cualquiera del Universo, y este se supone homogéneo e isótropo, donde todas sus regiones son, a gran escala, iguales. A menudo se puede pensar que esta hipótesis es fruto de la modestia humana actual. En el fondo tan provinciano puede resultar creer que la Tierra es el centro del mundo como creer que todos los otros lugares del Universo son como el espacio que conocemos desde la Tierra. De hecho, puede que la psicología humana con respecto a nuestro lugar en el Universo fuera más modesta en la época antigua que en la actual. En la antigua, el hombre se sentía en manos de Dios, creación divina disputada por el diablo, puesto de combate de fuerzas mayores que las propias, abocado a una infinitud temporal de felicidad o de condena. En la moderna, quiere sentirse en manos de sí mismo, señor único de su destino, controlador de los medios tecnológicos creados por él, nómada en el medio de un Cosmos absurdo o anestesiado por infinidad de distracciones banales ofrecidas por nuestro tiempo.

Una reflexión desde el mundo actual

Somos la encarnación local del Cosmos. Un Cosmos que se ha desarrollado hasta alcanzar tener consciencia de sí. Somos sustancia estelar que reflexiona sobre las estrellas. Somos conjuntos organizados de miles de billones de billones de átomos que rastrean el largo camino a través del cual llegó a surgir en el Cosmos la consciencia. Carl SAGAN (1934-1996).

Sólo el conocimiento profundo de uno mismo, arraigado en el conocimiento de nuestro lugar en el cosmos, puede ser fuente de plenitud y de verdadera transformación, posibilitando la ampliación de nuestro nivel de consciencia, la transformación de nuestro ser. M. CAVALLÉ (Filósofa)

Universo, Cosmos. Espacio, tiempo. Materia, energía. Orden y caos. Belleza, vida, consciencia. Fenómeno humano.

Cuenta la antropología evolutiva que nuestros antepasados más remotos andaban a cuatro patas, medio inclinados su horizonte visual era reducido, su campo de visión escaso, corto, estrecho… Cuando progresivamente fueron adoptando una postura más eréctil y bípeda su perspectiva óptica se amplió, se ensanchó, abarcando más amplios horizontes visuales. La locomoción bípeda permitió contemplar una extensión de terreno más grande y advertir con mayor antelación los posibles peligros, de este modo se las ingeniaron para anticipar una más eficaz defensa, así su cerebro se fue desarrollando y su mundo mental se fue ampliando considerablemente.

Miramos, observamos, vemos lo que tenemos delante, lo que está enfrente, lo próximo, lo que nos circunda, lo que hay a nuestro alrededor… nuestra mirada suele ser concreta, corta, reducida, a veces miope… solemos tener presente lo que nos circunda… y prioritariamente estamos atareados en el mundo que nos rodea.  Alzar la vista, elevar nuestra mirada, ampliar nuestro campo visual, intentar ver más allá de lo que tenemos delante, ejercitarse en traspasar el propio horizonte vital, intentar hacernos con una visión más amplia, otear más extensos horizontes, siempre resultará saludable…

El ensanchamiento de nuestra visión, la ampliación de nuestra consciencia cósmica posibilita la percepción del sentido profundo de la realidad de la cual formamos parte. Ese cambio de perspectiva (ver aquí: “Eixamplant la nostra consciencia cósmica”) nos permite ensanchar nuestra consciencia cósmica, comprender más objetivamente nuestro lugar en el Cosmos, vislumbrar el sentido de nuestra existencia. Sólo el conocimiento profundo de unos mismo, arraigado en el conocimiento de nuestro lugar en el cosmos, puede ser fuente de plenitud y de verdadera transformación, posibilitando la ampliación de nuestro nivel de consciencia, la transformación de nuestro ser. M. CAVALLÉ (Filósofa)

La inmensidad del Universo

La ciencia sugiere que la existencia de los organismos conscientes es una característica fundamental del universo. A través de ella todo se hilvana en el hilo de la racionalidad y el orden. Vemos que este orden cósmico está sostenido por leyes matemáticas definidas que se entretejen entre sí en una sutil y armoniosa unidad. Los humanos somos seres singulares. Ningún otro ser conocido en el Cosmos se asemeja a nosotros. Dos son las grandes coordenadas antropológicas: entre los factores que condicionan nuestra existencia se encuentran el “Espacio” y el Tiempo”. Espacio y tiempo son las dos grandes coordenadas que condicionan la existencia humana. En esta ocasión vamos a referirnos a esa primera coordenada.

Que el cosmos es mucho mayor que la Tierra es una constatación muy antigua. A comienzos del siglo XX, sin embargo, el cálculo de las distancias enormes entre galaxias hizo crecer inconmensurablemente nuestra visión del tamaño cósmica. El descubrimiento de la inmensidad del cosmos, y de nuestro lugar aparentemente poco privilegiado en él, ha llevado a subrayar nuestra esencial insignificancia. Sin embargo, el criterio con el que se examina dicha situación, basado en la pura extensión, no es la única posible. Hay otros parámetros que nos podrían ayudar a matizar tal percepción: nuestra significancia o insignificancia cósmica no sólo depende de nuestra insignificancia espacial, está también condicionada por si el universo es estático o en expansión, por la medida de la "complejidad" de la materia (es decir, la mínima cantidad de información necesaria para describir las características esenciales de una realidad), por el tiempo cósmico, etc. No obstante, en una primera y elemental reflexión hagamos un breve repaso gráfico a nuestra posición en el cosmos:

Nuestro lugar en la galaxia: un lugar para ti...

Vivimos en un pequeño planeta rocoso, azul, en torno a una pequeña estrella, nuestro Sol. El Sol se encuentra en las afueras de una galaxia espiral, la Vía Láctea, un agrupamiento de estrellas con forma de disco, que incluye al sol y su sistema solar. Una galaxia de tamaño mediano, con un diámetro de 100.000 años luz. Nosotros nos encontramos a 25.000 años luz del centro de la galaxia, en cuyo centro hay un agujero negro supermasivo. La Tierra está en continuo movimiento. Se desplaza, con el resto de planetas y cuerpos del Sistema Solar, girando alrededor del centro de nuestra galaxia. Todas las estrellas que nos rodean en una noche clara y despejada son parte de la Vía láctea.

Nuestro Sol se encuentra en el borde interno de un brazo espiral de la Vía Láctea llamado “brazo de Orión”.  La distancia media Sol-Tierra es 1 u.a. (unidad astronómica), que equivale a 149.675.000 km. El Sol, que arrastra con su gravedad al Sistema Solar, orbita entorno al centro galáctico con un periodo de 240 millones de años, a una velocidad de 220 km/s. En nuestra galaxia hay más de 300.000 millones de estrellas… entre otros objetos, como nebulosas, planetas, asteroides, cometas y cúmulos globulares.

Debido a su enorme tamaño, ningún artefacto humano ha salido del sistema Solar, mucho menos de la galaxia. Por eso nunca se ha fotografiado la Vía Láctea completa. Todas las imágenes que se ven de ella son solo representaciones o galaxias que se piensa que son similares, como la vecina ANDROMEDA que es el objeto más lejano que se puede ver a simple vista desde la Tierra. Se encuentra a 2,5 millones de años luz.

La vía Láctea pertenece a un grupo de galaxias llamado Grupo local, que contiene tres galaxias espirales grandes. De mayor a menor tamaño, estas grandes galaxias son: ANDROMEDA, LA VIA LACTEA y la galaxia del TRIANGULO. El grupo local también contiene varias galaxias irregulares más pequeñas, de modo que en total son más de 30.

Hasta principios del siglo XX, se pensaba que nuestra Galaxia era todo el Universo. Sin embargo, estudios de luminosidad realizados por el astrofísico Edwin Hubble demostraron que existen estructuras muy lejanas, exteriores a la vía láctea, por ejemplo, la llamada en la época “nebulosa de Andrómeda” no era más que otra galaxia a 2.4 millones de años luz. Por tanto, descubrimos que nuestra galaxia era una más de entre las otras miles de millones de nuestro Universo.  Vivimos, pues, en nuestra galaxia, rodeada de miles de millones de otras galaxias… como vemos, desde este punto de vista, somos muy pequeños, insignificantes en el Cosmos.

La formación del Universo: teoría del Big-Bang

El Universo se originó hace 14 mil millones de años en una gran explosión del espacio. Toda la energía existente en el Universo estaba concentrada en un punto más pequeño que un átomo. La temperatura era muy alta y por esta razón no existía la materia como la conocemos hoy. Después de la explosión, el espacio se expande y se enfría permitiendo la formación de átomos, estrellas, galaxias, y planetas a partir de partículas elementales.

La teoría del Big Bang explica la expansión del Universo, la existencia de un pasado denso y caliente, el origen de los elementos químicos primordiales y la formación de los objetos astronómicos que se observan en la esfera celeste (estrellas, galaxias, cúmulos de galaxias, etc. El Big Bang explica la evolución del universo a partir del primer segundo, pero no explica cómo se generó el universo ni qué ocurrió antes del primer segundo.

Nacimiento del Sistema Solar: hace 4.600 millones de años flotaba en el espacio una nube fría y oscura de polvo y gas. Cerca de ella explota una estrella y se transforma en Supernova. La Supernova aporta Carbono (Principal componente de la materia orgánica) a la nube, que comienza a girar y a contraerse. Las partículas se agrupan en el centro de la nube formando un protosol. El resto de la nube comenzó a comprimirse en bloques sólidos que atraían a los más pequeños

El sol es una estrella mediana. Le queda suficiente hidrogeno para vivir muchísimos años más. Porque tiene una masa media que le permite no agotar sus recursos demasiado rápido, como ocurriría con una estrella de mayor tamaño. Sin embargo, nuestro Sol agotará el hidrogeno de su Núcleo y seguirá el proceso de cualquier estrella: crecerá hasta alcanzar proporciones tan enormes que se tragará al menos a los planetas Mercurio y Venus en millones de años más. Posteriormente, morirá y se apagará, convirtiéndose en una enana blanca, como ha sucedido con muchas estrellas.

Veamos algunas de estas cuestiones de forma gráfica con la transcripción de su contenido...

Nuestro lugar en el Cosmos...

Deja de mirarte el ombligo... Levanta la mirada... Contempla tu lugar en medio la inmensidad cósmica...

cosmos

  • Ante tanta grandeza cósmica… ¿preocupado por esas menudencias, nimiedades, pequeñeces que tanto nos inquietan, pre-ocupan y ocupan…?
  • Ante tanta grandiosidad… ¿es razonable continuar manteniendo una mirada miope, cortoplacista, egocéntrica, autocentrada?
  • ...contempla, reflexiona, recapacita… ensancha tus horizontes mentales, dilata tu espíritu!!!

Somos la encarnación local del Cosmos. Un Cosmos que se ha desarrollado hasta alcanzar tener consciencia de sí. Somos sustancia estelar que reflexiona sobre las estrellas. Somos conjuntos organizados de miles de billones de billones de átomos que rastrean el largo camino a través del cual llegó a surgir en el Cosmos la consciencia. Carl SAGAN (1934-1996).

Sólo el conocimiento profundo de uno mismo, arraigado en el conocimiento de nuestro lugar en el cosmos, puede ser fuente de plenitud y de verdadera transformación, posibilitando la ampliación de nuestro nivel de consciencia, la transformación de nuestro ser. M. CAVALLÉ (Filósofa)

  1. Este es nuestro hogar, nuestra casa común…
  2. Nuestro hábitat, nuestra morada cósmica…
  3. Aquí transcurre nuestra fugaz existencia…
  4. Aquí vivimos, nos desarrollamos, nos realizamos …
  5. …aquí pereceremos y yacerán nuestros restos para siempre… el resto de los días…
  6. Este es nuestro ámbito de actuación, nuestro pequeño, reducido mundo…
  7. Vivimos a partir de lo que nos circunda…
  8. Este podría ser tu entorno… …o este, o quizás este…
  9. … y además, cada uno de nosotros hemos creado, tenemos nuestro particular mundo mental…
  10. … y tenemos nuestro propio mundo de relaciones a nivel personal, local, regional, mundial…
  11. Ampliemos el foco de nuestra mirada y miremos un poco más allá…
  12. Este es nuestro hogar cósmico, el planeta Tierra… un planeta singular dentro del sistema solar… aquí se dan una serie de condiciones que son las que posibilitan que haya emergido ese fenómeno tan extraño como es la vida, en sus más variadas formas de expresión…
  13. La Tierra vista desde otras latitudes…
  14. Nuestra posición dentro la vía Láctea…
  15. Nuestra galaxia en comparación con otras galaxias…
  16. La inmensidad cósmica… /Universo


  17. ¿Cuál es tu verdadero lugar/posición en el seno cósmico?
  18. ¿Cuál es tu verdadero lugar en el cosmos?
  19. Tú, y yo, y todos nosotros, nuestro planeta, una insignificante gotita de agua en medio de la inmensidad del océano cósmico...
  20. Insignificantes? Unos simples datos:
    • Para que se forme la materia que posibilite la vida (carbono, nitrógeno, oxígeno…) y de la cual estamos constituidos se necesitan de 10 a 12 mil millones de años.
    • El grado de “complejidad” de los objetos y fenómenos que se dan en la Tierra es mucho mayor que la del Sol.
    • La excelsa “complejidad” humana: el número de conexiones neuronales de nuestro cerebro es del mismo orden que el número de galaxias en el Universo observable. El Universo tiene un grado de “complejidad” menor que la del cerebro humano. Las interacciones neuronales son mucho más complejas que las interacciones entre los objetos cósmicos.
    • Aunque temporalmente nuestra especie acaba de aparecer en el Cosmos, la aceleración de la transformación cósmica que implica nuestra aparición en esta última fase ha aumentado exponencialmente.
    • El ser humano: el lugar en el que el Cosmos se ha vuelto consciente, el ente en el que el Cosmos ha tomado consciencia de sí mismo.

En la constatación de esta realidad y en la toma de conciencia sobre ella podemos también fundamentar el incalculable valor, su originalidad y singularidad, su dignidad, incluso en perspectiva cósmica, de todo ser humano, y por ende basar en ella la justificación de la debida protección y respeto a TODO ser humano, independientemente de la fase de desarrollo en la que se encuentre.


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Ver también:

La especie humana en medio de la inmensidad cósmica

INDAGACIONS SOBRE EL NOSTRE LLOC A L'UNIVERS

Ensanchando nuestra consciencia cósmica


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